A los 18 años, Aidos Baybosyn decidió emprender una nueva experiencia musical, lejos de Kazajistán, su país natal, para competir con siete talentos y compartir su dotes musicales con el público costarricense. Al igual que este joven pianista, Max Fan, 10 años, originario de China y radicado en California, nos visitó para interpretar el Concierto N.°1 Op.15, de Ludwig van Beethoven, en la quinta edición del Costa Rica Piano Festival.
Costa Rica se consolida como un importante escenario que atrae a dos tipos de pianistas: por un lado, reconocidos artistas internacionales, y, por otro. jóvenes de Latinoamérica, Estados Unidos, Kazajistán, China, Taiwán, Corea del Sur, Rusia o Singapur, que desean perfeccionar su técnica musical y concursar en actividades de renombre internacional.
La escena nacional ofrece importantes competencias que capturan a músicos consolidados y en proceso de formación de la región. Un ejemplo es el Concurso de Piano María Clara Cullell, que nació en el año 2000 y que, a lo largo de 18 años, ha captado talento latinoamericano entre los 14 y los 25 años.
La actividad nació para concretar el anhelo de la pianista y profesora María Clara Cullell (1931-1993), quien aspiraba a realizar un evento bienal que brindara oportunidades de capacitación y contribuyera al desarrollo musical de los jóvenes de América Latina.
A lo largo de nueve ediciones, el concurso ha contado con la participación de más de 200 jóvenes de toda la región, quienes han sido evaluados por reconocidos artistas internacionales como Vanessa Latarche, del Royal College of Music de Londres; Luca Chiantore, pianista y autor de libros sobre la técnica del piano y las sonatas de Ludwig van Beethoven; o Lei Weng, concertista chino.
“Entre los principales impactos (del concurso) está la visibilidad internacional de Costa Rica como país que impulsa la ejecución pianística de alto nivel y estimula el intercambio entre jóvenes talentosos del continente. Estimula a los intérpretes en proceso de formación al ofrecerles un espacio de sana competencia pero con un altísimo nivel", aseguró María Clara Vargas, productora general del concurso.
Otra actividad que se consolida en la escena nacional es el Costa Rica Piano Festival, que nació en el 2014 y este año llegó a su quinta edición de la mano del joven pianista Lanzo Luconi; él fundó el espacio para aportar otras opciones para el crecimiento profesional en Costa Rica.
Desde que estudiaba en el Instituto Superior de Artes, Luconi notó la reducida oferta que había en suelo nacional y consideró "injusto” que muchos de sus colegas no pudiesen asistir a conciertos o concursos fuera del país. No se trataba de falta de talento ni de técnica, sino de poco dinero para costear el alto precio que representa.
Tal inquietud de adolescencia no lo abandonó y, tras finalizar la maestría en Estados Unidos, decidió crear un festival anual para promover un cambio en suelo nacional.
“Año tras año, brindamos oportunidades y experiencias sumamente valiosas para los participantes. En solo cinco años, hemos aportado un enorme valor a la escena musical de Costa Rica, al mismo tiempo haciendo realidad los sueños de más de 70 pianistas”, detalló Luconi, director y fundador del Costa Rica Piano Festival.
La actividad ha llamado la atención de jóvenes entre los 6 y los 32 años provenientes de Costa Rica, México, Estados Unidos, Rusia, Singapur y Kazajistán. Los músicos visitan suelo costarricense para recibir clases de perfeccionamiento, ofrecer recitales, realizar conciertos con orquesta y compartir con intérpretes de alto calibre como Nahre Sol, Sean Kennard, Vladimir Khomyakov o Sergei Kuznetsov.
El Concurso Nacional Piano Latinoamericano también se une a la lista de eventos de alto nivel que se han creado en los últimos años. A diferencia de los otros dos, está enfocado en el apoyo a músicos nacionales o residentes en el país.
La competencia nació en el 2016, con el fin de que los pianistas tuvieran un espacio antes de asumir retos internacionales; está dirigida a pianistas entre los 18 y los 27 años y los participantes reciben clases maestras, recitales y charlas con maestros provenientes de Costa Rica, El Salvador, Cuba y Brasil.
El pianista Leonardo Gell, organizador de esta competición, notó la reducida participación de costarricenses en el Concurso Internacional de Piano María Clara Cullell y consideró que una de las posibles causas era la falta de un certamen nacional que sirviera como una plataforma de preparación antes de que los músicos participaran en competencias internacionales.
¿Por qué Costa Rica?
Si se compara con países de Europa, nuestro país no cuenta con una larga tradición pianística. Sin embargo, durante el siglo XX y, sobre todo, durante los años setenta, el desarrollo musical en Costa Rica tuvo un importante empuje con la revolución musical que propició Guido Sáenz, pianista y entonces viceministro de Cultura. Junto al director de orquesta Gerald Brown, él transformó la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) al traer connotados instrumentistas de Europa, Estados Unidos y América del Sur.
Una de las más importantes consecuencias de ese cambio fue la profesionalización del sector y la creación del Programa Juvenil, enorme semillero de músicos que sigue dando resultados hasta hoy en el Instituto Nacional de la Música. Dicho impulso, sin duda alguna, tuvo repercusiones en el sector pianístico costarricense.
“La nueva orquesta atrajo legiones de pianistas de primerísimo orden que formaron nuestra sensibilidades y establecieron un nivel de excelencia al cual aspirar (György Sandor, Alexander Uninsky, Philippe Entremont, Byron Janis, Gary Graffman, Joaquín Achúcarro). Para nosotros, jóvenes músicos, esto fue una verdadera revelación. Fueron maestros que nos deslumbraron, nos enamoraron, nos movieron a la emulación”, comentó Jacques Sagot, pianista y escritor.
Después de escuchar a destacados artistas internacionales para enriquecer su propia formación musical, el músico se convirtió en uno de los solistas infaltables de la OSN entre 1987 y el 2009, protagonizó los conciertos de apertura y clausura de la Temporada Oficial y acompañó a la agrupación a giras al exterior. Es decir, disfrutó del espacio que le abrió el ensamble a los talentos nacionales.
Otros de los músicos extranjeros que vio a Costa Rica una tierra fértil para el desarrollo de instrumentistas fue Alexander Sklioutovsky, pianista y pedagogo ruso. Desde los años noventa, un destacado grupo de profesores y él se dedicaron a formar una nueva generación de niños y jóvenes pianistas, que pronto comenzó a descollar en la escena musical costarricense.
Costa Rica también destaca en la región por su alto nivel musical, y prueba de ello es que muchos jóvenes vienen al país para cursar sus estudios superiores. Basta con echar una mirada a la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica (UCR) o a la facultad de Música de la Universidad Nacional (UNA) para enterarse de que los estudiantes centroamericanos optan por estos centros de enseñanza para profesionalizarse.
“Sin duda alguna, Costa Rica ofrece muchas más opciones para los jóvenes, y con niveles cada día más competitivos en el ámbito internacional. Desde el punto de vista humano, en toda Centroamérica y el Caribe abunda el talento, el potencial y la calidad para continuar visibilizándose como una rica cantera de producción musical hacia el mundo entero”, comentó el pianista Luis Monge.
Este sólido ambiente musical seduce tanto a los artistas consagrados como a los jóvenes en proceso de formación. Los pianistas profesionales viajan hasta Costa Rica por su turismo y al enterarse de que existe una oferta musical de alta calidad, más allá de Europa o Estados Unidos. Es decir, optan por vivir una experiencia de crecimiento profesional y personal, según manifestó Luconi.
Además, tener músicos con gran trayectoria nacional e internacional, y la activa participación de orquestas y agrupaciones de cámara costarricenses son también elementos importantes para atraer a pianistas extranjeros, a criterio de Vargas.
Contribución
Las competencias nacionales e internacionales contribuyen con el fortalecimiento del sector. En el caso de Concurso María Clara Vargas Cullell, uno de los aportes más importantes es la difusión del repertorio nacional, ya que, en cada edición, los participantes deben de interpretar una obra costarricense.
A lo largo de nueve ediciones, la competencia ha puesto en manos de intérpretes internacionales composiciones como Preludio en mi menor, de Alejandro Monestel; Preludio y danza de la pena negra, de Benjamín Gutiérrez; Tlanéhualt, de Alejandro Cardona; De bosquejos y diabluras, de Marvin Camacho, y Cortando caña, de William Porras.
El intercambio entre músicos nacionales y extranjeros favorece, asimismo, fortalecer y visibilizar el talento de nuevas figuras artísticas costarricenses después de las competencias.
En octubre de 2017, Warner Núñez fue finalista de la categoría avanzada del Concurso de Piano María Clara Cullell; a pesar de que el músico no obtuvo un premio, esta fue una plataforma para que el concertista Lei Weng conociera su trabajo y lo invitara a participar en la edición 2018 del Colorado International Piano Academy and Festival.
El Concurso Nacional Piano Latinoamericano, por ejemplo, impulsó a David Saravia hasta el Concurso Internacional de Piano Musicalia en Cuba. Tras su exitosa participación, Saravia obtuvo una pasantía en la Universidad de las Artes de Cuba y grabó el material discográfico Pura vida, con música de compositores costarricenses y cubanos, junto al sello discográfico Colibrí.
Aunque el país cuenta con una sólida oferta académica y un ambiente prolífico para las competencias nacionales e internacionales, los pianistas y los músicos en general enfrentan grandes retos. Algunos de ellos son poder vivir de la música, obtener remuneraciones justas y encontrar espacios con las condiciones más adecuadas para interpretar su música.
Otro desafío es incrementar el apoyo de diferentes sectores para empoderar a músicos y organizaciones artísticas. “El arte y la música son profesiones nobles, apasionadas, que fomentan la creatividad, la colaboración y la sana competencia, elementos indispensables para el desarrollo de cualquier país con grandes aspiraciones. Nos falta mucho, pero vamos por buen camino”, aseguró Luconi.