Muchas generaciones han nacido, vivido y dejado sus cenizas desde que el volcán Arenal despertó hace cinco décadas. Su despertar cobró 60 víctimas mortales el primer día, unas ocho se perdieron en los tres días posteriores, durante las labores de rescate, y tres personas murieron al acercarse indebidamente a las zonas más riesgo. A la fecha, se estima que el 80 % de las muertes por vulcanismo en Costa Rica (103 personas) corresponden al Arenal.
Contrario a lo que se pregona, ya en los textos antiguos, pero de poca divulgación nacional, se le asociaba con un volcán desde 1852, al menos, aunque comenzó a ser explorado en 1937. Su nombre proviene de sus productos eruptivos, los cuales desarrollan arenas que se depositan al pie del cono.
Se dice que el Arenal estuvo inactivo por espacio de 450 años; sin embargo, hay indicios, que no han sido comprobados, de que quizás pudo tener actividad explosiva menor en 1915 y en 1922. Existen varias leyendas, en las que los indígenas guatusos decían que allí residía el Dios Fuego.
Actividad eruptiva
Con asombro, los amerindios vieron nacer al Arenal hace 7.000 años (es el volcán más joven de Costa Rica). Muchas veces debieron de sufrir los embates de erupciones de hasta 23 km de altura, seis veces más altas que las del Turrialba en el 2014, que cubrían decenas de kilómetros cuadrados.
Antes de 1968, varios expedicionarios habían acampado en su cráter, al cobijo de sus fumarolas, cuando reportaron que su número se incrementaba: 8 en 1937, 15 en 1951 y 30 para 1959.
Con el paso de los años, el agua de la quebrada Platanillo se volvió no apta para consumo humano, algunas cabezas de ganado morían a causa de los gases emanados de una grieta, se producían los enjambres sísmicos en 1961 y 1964, y se secó la laguna Cedeño.
En 1967 se informó de un aumento considerable en la temperatura del río Tabacón, mientras que, en mayo de 1968, empezaron los temblores y el ganado bajaba asustado de los potreros en las faldas del Arenal. El mensaje era claro, pero ininteligible para los pobladores: más de 10 millones de metros cúbicos de magma iban en ascenso.
El despertar
El 29 de julio de 1968, a las 7:30 a. m., el infierno tocó la superficie. El magma emergió violentamente y se formaron tres nuevos cráteres en el lado oeste.
Del cráter inferior salieron nubes ardientes acompañadas de un bombardeo de bloques que cayeron sobre dos pueblos al pie del volcán y mataron a aquellos pobladores que decidieron esperar al amanecer para escapar de aquello que movía la tierra pero no comprendían.
Murieron por el impacto de los bloques, así como por temperaturas superiores a los 400°C al inhalar cenizas ardientes (se pierde la conciencia al cabo de unas pocas inhalaciones y se producen graves quemaduras en el tracto respiratorio).
El volcán lanzó piedras a 5,5 km con una velocidad de 1350 km/h, lo cual provocó cráteres de impacto de hasta 25 m de diámetro y 4 m de profundidad.
En algunos sectores, más de un 100% del área fue bombardeada por bombas volcánicas, lo cual labró una especie de paisaje cratérico lunar. Incluso, un área total de 15 km2 fue devastada; era una especie de desierto volcánico desolador.
Activo durante más cuatro décadas
Desde 1968 y hasta el 2010, el Arenal eruptó continuamente más de dos centenas de coladas de lava, las cuales cubrieron 7,5 km2 y tuvo explosiones que lanzaron rocas a velocidades de hasta 720 km/h.
Con los materiales que expulsó el volcán en ese tiempo se podría construir una carretera de lastre para dar cuatro veces la vuelta a la Tierra.
La sismicidad actual es baja y no se han vuelto a reportar explosiones desde finales del 2010. El volcán lleva más de siete años durmiendo, pero ¿cuándo volverá a despertar?
Riqueza natural y escénica
En la actualidad, solamente existen los cráteres C (activo entre 1968 y 2010) y D (inactivo) con solo salida leve de gases.
Después de 40 años de no faltar en el listado, el Arenal salió del ranking como uno de los 16 volcanes más activos del mundo; su belleza escénica se mantiene.
Posee dos caras, dos paisajes antagónicos. Uno, que se observa desde La Fortuna, está tapizado por una lujuriosa vegetación y habitado por una abundante fauna. El otro, que se ve desde el parque nacional, es el agreste de lavas.
Desde 1990, La Fortuna creció alrededor con un turismo sin precedentes. La variedad de paisajes, servicios y de infraestructura hacen que, independientemente del dormitar del coloso, su turismo se mantenga.
Sin embargo, no se debe olvidar que el Arenal, aunque aparentemente apacible, sigue siendo indómito y no fácilmente predecible.
Estos años son una oportunidad única para la economía local de reinventarse y continuar ofreciendo servicios turísticos de alta variedad y calidad, pero siempre apegados a los cánones de seguridad para el cliente. Los datos detallan que el número de visitantes al volcán ha ido aumentando, aunque los lugareños sienten que el turismo ha bajado, quizá por la enorme oferta de lugares para pernoctar.
¿Estamos preparados para una erupción similar o mayor?
Mucho ha aprendido el país desde las dos emergencias nacionales por actividad volcánica (Irazú en 1963 - 1965) y Arenal (1968). Se ha avanzado en la capacitación de personal científico y técnico, en la utilización de herramientas avanzadas de vigilancia volcánica, en educación, en estudios vulcanológicos y en gestión del riesgo.
La reciente catástrofe en Guatemala, donde el número de muertes y desaparecidos duplica en un día a los cinco siglos de muertes por vulcanismo en Costa Rica, ha traído de nuevo el tema a colación. El Arenal es uno de los pocos en el mundo con reglamentación para su desarrollo territorial en sus alrededores debido a su riesgo.
Deben seguirse respetando los niveles de restricción de uso de la tierra, en previsión ante eventual despertar.
La hoja de vida del Arenal nos dice que es un volcán peligroso y esta situación no va a cambiar en el futuro. Lo mismo deberíamos de aplicar con otros volcanes. Se tiene una adecuada capacidad de respuesta, aunque todavía falta mucho que trabajar con las municipalidades, en especial en temas como gestión del riesgo y educación sobre peligros naturales desde la enseñanza primaria.
Todas las instituciones del Estado, incluyendo las municipalidades, están en la obligación de generar una partida del presupuesto anual para prevención y atención de emergencias. Sin embargo, a la fecha, solo 11 de las 82 Municipalidades han creado las Oficinas Municipales del Riesgo.
En los últimos 4.000 años, nueve volcanes en Costa Rica produjeron erupciones mucho más violentas que las históricas, por lo que la planificación territorial y medidas que se tomen ahora, servirán para definir las medidas de prevención para las generaciones venideras, aunque todavía no hayan nacido.
*El autor es doctor en vulcanología, colaborador de la Red Sismológica Nacional y de la Comisión Nacional de Emergencias. Miembro de la Academia de Ciencias y de la Academia de Geografía e Historia.