Las calles de París y de múltiples ciudades de Francia arden cada sábado desde el pasado 17 de noviembre. El movimiento de los “chalecos amarillos” provocó el primer doblez de brazo del presidente Emmanuel Macron desde que asumió el poder, en 2017, y hay señales para pensar que el final de esta ola de descontento no está cerca.
La crisis ha cobrado cuatro vidas, miles de heridos y miles de detenidos. Aquí te damos las claves para que entendás la gravedad de lo que ocurre en el país más turístico del mundo, el mismo que hace solo cinco meses celebró con éxtasis generalizado su segunda Copa del Mundo de fútbol.
¿Qué está pasando?
Hay protestas multitudinarias en todo el país contra estos tres puntos:
--Contra una subida en los precios de los combustibles promulgada por el Gobierno para que la gente, a la larga, elija medios de transporte más amigables con el medio ambiente, como vehículos eléctricos. El alza estaba prevista para el 1 de enero 2019. El precio que más iba a subir era el del diésel, el combustible más usado en Francia. El litro de este último pasaría a costar 1,48 euros*, es decir, por encima de 23 países de la Unión Europea. Además, este combustible ha subido un 23% en el último año.
Esto afecta directamente a pequeños empresarios, asalariados y agricultores que ocupan sus vehículos todos los días para trabajar, y también toca el bolsillo de los franceses de ciudad que a duras penas pueden con los gastos mensuales.
--Contra una reducción significativa del poder adquisitivo de los franceses por la cual, según los manifestantes, el Gobierno no hace nada.
Si entendés francés o te interesa aprofundizar en el tema, te invitamos a ver estos gráficos de Le Monde, del periódico más grande de Francia, que muestran el malestar económico del que se quejan miles de franceses: Los 10 gráficos de la rabia
--Contra el presidente Emmanuel Macron, al que ven como un líder desconectado de su pueblo que “gobierna para los ricos” y que tiene apenas un 30% de popularidad en todo Francia; un récord de antipatía.
Desde hace tres semanas, cada sábado, centenares de miles de franceses se manifiestan en todo el país y con dosis extra de violencia en París. La característica que los une es que visten chalecos amarillos (gilets jaunes) para salir a las calles.
Estos chalecos fluorescentes los tienen todos los dueños de automóviles, pues es obligatorio llevarlos en el carro en caso de accidente.
El sábado 17 de noviembre, primer día de reunión de los “chalecos amarillos”, el movimiento convocó a 287.710 personas, según el Ministerio del Interior galo. Las demás fechas clave fueron el sábado 24 de noviembre, el sábado 1 de diciembre (el día más violento) y el sábado 8 de diciembre.
En el corazón turístico de la capital, las protestaciones han sido un caldero protagonizado por la violencia civil, plasmada en saqueos, quema de llantas, automóviles y motos, en la construcción de barricadas y en el lanzamiento de lo que sea contra las fuerzas del orden; y también protagonizada por la respuesta de la Policía, con cañones de agua y granadas de gas lacrimógeno o de aturdimiento. Las hostilidades han resultado en más de 1.000 personas heridas (800 manifestantes y 200 policías) y 3.600 detenidos.
Macron desfiló la semana pasada entre los destrozos, acompañado de su gabinete y autoridades. Han quedado imágenes para los anales del 2018 con pintas de grafiti en el Arco del Triunfo que rezaban: “Los chalecos amarillos triunfarán”.
*Comparación con Costa Rica:
1,48 euros, el precio por litro de diésel que el gobierno de Macron quería establecer, equivale a ¢1.008. En Costa Rica, el precio del litro de diésel es de ¢587 a inicios de diciembre.
En Francia, el salario mínimo es de 1.498,47 euros mensuales, equivalente a ¢1.020.570 mensuales. En Costa Rica es, en promedio, es de ¢261.000.
¿Quiénes son los chalecos amarillos?
La mayoría son franceses de clase media o baja a los que un alza en los precios de los carburantes afectaría sobremanera.
El movimiento se creó más o menos en un mes, desde inicios de octubre, a través de redes sociales (principalmente Facebook). De ahí a que sea tan complicado para el Gobierno negociar con ellos, porque es un movimiento horizontal, sin jerarquías ni origen claro.
La idea inicial era una demostración nacional de bloqueos de carreteras en todo el país. Se pretendía que fuera pacífico, pero al bloquear las vías los manifestantes se encontraron en algunos puntos con conductores furiosos que los burlaron y hasta embistieron.
Así se dio la primera víctima mortal, de hecho, cuando una conductora que llevaba a su hija en el coche aceleró el vehículo cuando los “chalecos amarillos” comenzaron a pegarle a su auto. Una manifestante murió atropellada en ese momento. Desde entonces tres personas más han muerto en accidentes conectados a las manifestaciones.
La violencia en las ciudades se ha traducido en delitos: saqueos y carbonización de veintenas de vehículos de otros franceses. Tanto para manifestantes como para las autoridades es difícil delimitar dónde terminan los “chalecos amarillos” que se convocan en Facebook, Twitter, Telegra o Signal, y dónde comienzan los “casseurs”, es decir, los ladrones o saqueadores que se esconden tras el chaleco ambarino.
Pese a todo, según Odoxa, una empresa francesa experta en sondeos de opinión, el 77% de Francia encuentra que el movimiento es justificado a comienzos de diciembre, y el mismo 77% desea que las manifestaciones prosigan su curso.
¿Cómo ha respondido el Gobierno?
Primero, subestimando al movimiento. La respuesta inmediata de Macron a la reunión del 17 de noviembre fue la misma que pronuncia desde que asumió el poder: “No voy a ceder, el aumento al combustible sí va, es bueno para Francia”.
No fue hasta después de las enardecidas protestas del 1 de diciembre que el Elíseo cedió y puso una prórroga de seis meses al alza de los carburantes. Pero podría ser muy tarde (o muy poco) para acabar con las manifestaciones. Esa misma semana los bloqueos se intensificaron y expandieron a gasolineras. Total, la petrolera francesa top 4 mundial reportó 75 gasolineras desabastecidas y ya se han visto largas colas de vehículos en las estaciones de servicio que sí tienen producto.
Este lunes 10 de diciembre Macron envió un mensaje a los “chalecos amarillos” y a toda Francia a las 8:00 pm hora de París. El presidente prometió lo siguiente:
--Aumento del salario mínimo de 100 euros en toda Francia.
--A partir de 2019 las horas extra en todos los trabajos estarán libres de impuestos y cargas.
--Prima excepcional de fin de año que los empleadores le pagarán a sus empleados (también libre de impuestos).
Queda por verse si el discurso de Macron convence a los franceses y calma las protestas. El sábado 15 de diciembre se conocerá si los “chalecos amarillos” prosiguen sus reuniones masivas o se contentan con estas medidas del Ejecutivo.
En todo caso, tiene que anunciarse de forma clara cómo será la prima que Macron ha dicho que los empleadores tendrán que pagar a sus colaboradores. “Le pido al Gobierno y al Parlamento que hagan lo necesario para ello”, dijo el presidente, pero no profundizó en ello durante su alocución del lunes.
¿Qué pasó el último sábado y qué se espera para el próximo?
El pasado sábado 8 de diciembre hubo más protestas y mucha más presencia de autoridades. En total, según cifras oficiales, 136.000 personas se manifestaron en toda Francia y hubo 2.000 arrestos (la mitad en París). Cientos de negocios cerraron sus puertas en París y otras ciudades, y algunos incluso protegieron sus vitrinas con placas de metal en los Campos Elíseos, zona fuerte de los “chalecos”. En cuanto a heridos no fue el fin de semana más violento, pero sí fue la jornada de protestas con más daños. Las autoridades aseguraron los Campos Elíseos y el Arco del Triunfo, pero esto dejó que miles de “chalecos amarillos” o pandillas de delincuentes oportunistas se dispersaran por todo París, llevando destrucción y caos en zonas menos protegidas.
El sistema de metro también cerró algunas líneas e incluso partidos de fútbol de la Ligue 1 se suspendieron. De 10 partidos solo se jugaron tres.
En cuanto al sábado 15 de diciembre, en redes sociales los “chalecos amarillos” se prometen un “V Acto”. Eric Drouet, conductor de camión y “chaleco amarillo” desde el día uno, propuso incluso “ir hasta el Elíseo”, el palacio presidencial en el corazón de París.
Drouet, por su grandísimo alcance en redes sociales, es por así decirlo un líder emergente en el movimiento sin líderes. Su publicación en Facebook tras escuchar las promesas de Macron fue: “Demasiado poco. Demasiado tarde. Depués de tanta violencia y desprecio. Nos vemos el sábado (15 de diciembre)”.