Una aplicación llamada Moment mide la cantidad de tiempo que un usuario pasa en el teléfono, desde el momento en que desbloquea la pantalla y empieza a usar Facebook, Whatsapp, Twitter o incluso cuando está revisando las fotos almacenadas en el aparato.
Los resultados que revela esta aplicación podrían ser no muy gratos. Un usuario promedio invierte (o desperdicia) cuatro horas frente a su celular. ¿Es esto bueno o malo?
Es innecesario condenar el uso del teléfono móvil, pues se reconoce su utilidad en la comunicación, acceso a la innovación y el alcance a la información que tiene. Sin embargo, a la vez, es bueno tomar en cuenta sus efectos negativos cuando su uso es excesivo.
Camila Delgado, psicóloga clínica de la Vicerrectoría de vida estudiantil y servicios académicos VIESA, del TEC, asegura que el uso constante de los celulares ha generado un cambio en la convivencia social, especialmente entre la gente joven.
“En el plano médico se han evidenciado daños en el cerebro y el oído, así como en la parte psicológica, donde se observa inclusive la desconexión de la persona del entorno físico en el que se encuentra por prestar atención al celular, lo que afecta sus relaciones interpersonales”, comenta.
Por este comportamiento, la actividad neurológica del cerebro se ve afectada de la misma manera en que se puede perjudicar con el consumo descontrolado de sustancias psicoactivas como las drogas, fármacos o alcohol. En este otro caso, sin embargo, entra dentro de las adicciones no convencionales, llamadas también conductuales o tecnológicas.
¿Pero cómo se detecta un uso poco saludable de los dispositivos móviles? Estas son algunas de las señales mencionadas por la especialista:
-Hay un cambio en el comportamiento ante la imposibilidad de usar el celular. Se manifiesta irritabilidad, frustración o dificultad para concentrarse.
-Se presenta miedo a salir de la casa sin portar el celular, así como temor descontrolado por la descarga de batería del celular o por estar en un lugar donde no hay buena cobertura de red.
-La revisión constante del celular genera problemas con las personas alrededor, ya sea pareja, amigos, colegas o familiares.
- Se genera un distanciamiento de otras personas por la preferencia a usar el celular.
-Hay una preocupación por las reacciones de otras personas a las publicaciones hechas en redes sociales, especialmente si no hay likes o si se quedan mensajes en visto sin recibir respuesta. Los problemas del uso excesivo pueden tener consecuencias en los planos de estrés, sueño y síntomas de depresión.
Blanco fácil
“La población más vulnerable es la juventud temprana, entre los 14 y 20 años es en quienes se presentan más casos de adicción, porque el autocontrol todavía no está tan desarrollado en ellos. Es con esta población con la que hay que hacer un trabajo de prevención muy importante”, explica Delgado.
Además, asegura que los niños menores de dos años de edad no deberían ni tan siquiera tener a su alcance un celular o una tablet, mientras que el contacto debería ser mínimo en niños de menos de ocho años. ¿Cómo frenar el uso excesivo? Delgado menciona la relevancia de que exista una red de apoyo donde las personas alrededor también funcionen como modelo para quien tiene la tendencia de adicción al celular. El ejemplo se da, al no caer en un uso excesivo como el que se quiere reducir.
La especialista también recomienda definir ratos específicos de uso del teléfono, tal vez antes o después de hacer otras tareas del día, así como prohibirse su uso en momentos como la comida y otras actividades.
En el proceso progresivo de reducir el uso del celular es bueno preguntarse: ¿Qué otras actividades placenteras de esparcimiento puedo explorar?¿Qué alternativa puedo encontrar para sustituir el rato en el teléfono?¿Qué me da mi familia o mis círculos sociales que me dé disposición para dejar el teléfono? Por último, la recomendación es acudir a ayuda profesional que les facilite a las personas retomar su autonomía e independencia.