“Los proyectos en los que han trabajado los hermanos Alejandro y José Luis Mora Fernández, son como una enciclopedia de las misiones espaciales más exitosas de la NASA de las últimas décadas”, dicen los escritores Bruce James Callow y Ana Luisa Monge-Naranjo, en su libro ‘Hacia las estrellas: Costa Rica en la NASA’.
La extensa lista de proyectos en los que han participado estos ticos, incluye: la sonda espacial Cassini, la cual orbita alrededor de Saturno; los telescopios espaciales Chandra y James Webb; la sonda espacial Dawn, que orbita alrededor del planeta enano Cers; y los famosos vehículos Mars Exploration Rovers.
“Por lo tanto, se puede decir, sin temor a exagerar, que hay huellas costarricenses en todo el sistema solar", concluyen los autores en la obra, publicada este año por la editorial del Tecnológico de Costa Rica.
Con su libro, Callow y Naranjo-Monge buscan dar a conocer las historias de 11 costarricenses que han laborado en la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) durante sus 60 años de existencia y el aporte que han brindado con su trabajo y esfuerzo, a la exploración y comprensión del universo.
Si bien, para muchos costarricenses el descubrir los vastos secretos y enigmas del espacio exterior, dejó de ser un imposible desde que el 12 de enero de 1986, el científico Franklin Ramón Chang Díaz, emprendió un viaje afuera de los límites del planeta Tierra, abordo del transbordador Columbia, lo cierto es que el josefino no fue el primer tico en laborar para esta agencia espacial.
Según señalan los autores en su libro, el primer costarricense en trabajar para la Nasa sería el ingeniero Ernesto Rodríguez, quien se desempeñó entre los años 80 y 90 en el Centro de Vuelo Goddard, un laboratorio de investigación de esta entidad estadounidense, ubicado en Greenbelt, Maryland.
“A pesar de nuestros mejores esfuerzos, no pudimos localizarlo a él ni a ninguno de los miembros de su familia. No hemos perdido la esperanza de que algún día obtengamos información sobre ese pionero espacial costarricense, quien pareciera haber sido el primero en trabajar para la NASA”, menciona la obra.
El libro se sustenta en entrevistas, anécdotas y datos de la carrera en la agencia espacial de: Franklin Chang, Sandra Cauffman, Jeannette Benavides Gamboa, Víctor Daniel Mora Amador, los hermanos Alejandro y José Luis Mora Fernández, Joaquín Chaves Cedeño, Fernando Zumbado Vega, Andrés Mora Vargas, Jonathan Kolbeck Wong y Alfredo Valverde Salazar.
Además, dedica un capítulo al ingeniero aeroespacial Marco Gómez Jenkins, quien si bien no labora en la NASA, destaca por su labor como director del Laboratorio de Sistemas Espaciales (SETEC-Lab), del Tecnológico de Costa Rica (TEC).
El joven de 30 años tuvo a su cargo la coordinación del Proyecto Irazú, que diseñó y puso en órbita el primer satélite centroamericano hecho en Costa Rica. La iniciativa se desarrolló en conjunto entre el centro universitario y la Asociación Centroamericana de Aeronáutica y del Espacio (ACAE).
Las piezas del rompecabezas
Fue hace ocho años cuando de manera inadvertida se comenzó a gestar el libro, en el momento en que el canadiense, Bruce Callow conoció a Franklin Chang.
“Cuando estuve en la embajada británica (en Costa Rica), hicimos una película sobre cambio climático para jóvenes, entonces, a raíz de esto, empecé a tener contactos con Sandra Cauffman, Jeannette Benavides y se abrió un poco de este mundo”, expresó el escritor durante una entrevista con La Nación.
El largometraje de animación digital, producido en Costa Rica, se titulaba Odyssey 2050 y fue dirigido por los realizadores peruanos Daniel y Miguel Bermejo, de la empresa Synchro Films.
“Después por una serie de casualidades en investigación, empecé a encontrar más personas que trabajan en la NASA y que son desconocidas”, agregó.
Pero la idea de crear el libro se concretaría luego de una serie de artículos que Callow publicó en el Tico Times, sobre quienes se convertirían en los protagonistas de la historia que escribiría junto a su esposa de 25 años, la psicóloga y traductora, Ana Luisa Monge-Naranjo.
La sugerencia llegó de parte del ingeniero Andrés Mora, quien tras leer el trabajo del canadiense, le preguntó que por qué no hacía un libro al respecto, una recomendación que no cayó en oídos sordos, sino más bien, encendió la llama del interés de los creadores de la obra.
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“Hubo un trabajo primero de contactos, inicia con Franklin Chang, luego con doña Sandra, luego Jeannette y Andrés, de ahí ellos refieren a otras personas”, indicó Monge-Naranjo.
La ingeniera Sandra Cauffman, ingresó a la NASA en 1991. Ahí la tica se desempeña, desde mayo del 2016, como subdirectora de la División de Ciencias Terrestres, siendo responsable de investigar los cambios físicos del planeta Tierra con satélites.
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Poco antes de ese nombramiento, dirigió y participó en el diseño, construcción y lanzamiento del satélite MAVEN, responsable de recoger evidencia científica de posible vida en Marte.
Mientras que la científica Jeannette Benavides, inició su paso por la NASA en 1986, para finalmente jubilarse en el 2006. Durante su carrera formó parte del equipo del telescopio espacial Hubble y de la misión Cassini-Huygens, siendo su principal aporte la solución de problemas. Su trayectoria fue reconocida por la NASA con el premio Kerley y la Medalla de Honor.
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Cauffman y Benavides son las únicas dos ticas en trabajar en la NASA que los autores pudieron encontrar.
Las redes sociales también se convirtieron en un canal valioso, ya que fue por este medio que el ingeniero aeroespacial Víctor Mora Amador, contactó a Callow.
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Por otro lado, Cauffman logró ubicar a otro tico que trabaja en el Centro de vuelo espacial Goddard, un oceanógrafo de Hatillo, llamado Joaquín Chaves.
Casualidades y coincidencias
“A los hermanos Mora Fernández no los hubiéramos encontrado, sino fuera porque estábamos paseando en Punta Leona y el papá de Bruce tuvo un pequeño accidente con la rodilla”, recordó Monge-Naranjo.
Este desafortunado acontecimiento hizo que la familia se trasladara al pueblo de Quebrada Ganado, y cuando se encontraban en una soda, una mujer se acercó a Callow para preguntarle si trabajaba en la NASA.
“Bruce andaba una calcomanía de la NASA en el carro, la señora vio la calcomanía y le hizo la pregunta”, expresó la escritora.
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La mujer les comentó que sus hijos trabajaban en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, ubicado en Pasadena, California, se trataba nada más y nada menos que de los hermanos Mora Fernández.
“Los hermanos Mora son un caso muy especial porque son los únicos que no tienen un título universitario, ellos son técnicos. Ha llamado mucho la atención porque nos indica que no solamente es necesario poseer un doctorado para poder trabajar en la NASA”, expresó Monge-Naranjo.
Si bien nacieron en Nueva Jersey, Estados Unidos, provienen de una familia de San Antonio de Desamparados. Por un tiempo regresaron a vivir a Costa Rica, pero retornaron a suelo norteamericano, esta vez a California.
José trabajó 16 años en la industria de aviones comerciales como técnico de reparación estructural y Alejandro se enlistó en la Fuerza Aérea, donde aprendió a ser mecánico de motores de jet. Ambas carreras los llevarían a la Nasa
"Han participado en un montón de proyectos, casi todo lo que se ha mandado al sistema solar ha pasado por los hermanos Mora”, indicó la autora.
Lo curioso es que también otro tico se desempeñaba en el JPL, a un edificio de distancia, sin que se conocieran: Víctor Mora Amador, principal responsable de coordinar todo lo relacionado con el satélite que la India lanzará para estudiar los peligros naturales y el cambio ambiental en la Tierra.
Lecciones aprendidas
¿Qué tienen en común estos ticos?, según los autores, son muy disciplinados y luchadores; gente que de verdad creyó en sus sueños y en poder alcanzarlos, porque todos ellos vienen de diferentes estratos sociales y condiciones económicas.
Otro factor que llama la atención, es que “todos vienen del Valle Central, no hay ninguno que venga de zonas rurales.
“Yo soy Oriunda de la Zona de los Santos, de San Marcos de Tarrazú, y cuando terminé el libro sentí una deuda con la zona rural”, manifestó Monge-Naranjo.
“¿Qué pasa con la gente de otras áreas?, cuando hicimos la presentación oficial del libro con la viceministra de Ciencia y Tecnología, Paola Vega Castillo, yo se lo planteaba y bueno, es un reto que del Gobierno y las instituciones privadas para apoyar a los chicos y las chicas que tienen estas capacidades para las ciencias y que se pierden”, acotó.
Los escritores esperan que su libro sirva como fuente de inspiración y conocimientos para las nuevas generaciones, por ello, con el apoyo de la fundación del resort Los Sueños, desarrollan talleres con estudiantes de escuelas públicas en zonas rurales. Para el próximo 23 de noviembre tienen contemplado efectuar uno de estos eventos en el hotel Los Sueños Marriot, en Herradura, Puntarenas, con la participación de Sandra Cauffman, por medio de videoconferencia.
Tanto Callow como Monge-Naranjo, consideran muy probable que existan más historias de ticos que hayan trabajado en la NASA y esperan que este libro permita identificarlos, para sumar sus relatos en próximas ediciones.