Reconocer el rol vital que tienen las abejas para la seguridad alimentaria del país y la preservación de los ecosistemas, es el objetivo de un proyecto de ley presentado por representantes del sector apícola, quienes piden declarar de interés público y de conveniencia nacional la “protección y conservación” de estos insectos.
Las organizaciones Apicultores de Costa Rica y la Cámara Nacional de Fomento de la Apicultura, idearon la propuesta como una forma de crear desde el Estado, los instrumentos jurídicos que permitan afrontar muchas de las graves amenazas que ponen en riesgo la existencia de las abejas.
Según la Organización de Naciones Unidas (ONU) estos insectos corren peligro por el cambio climático (que puede interrumpir las temporadas de floración), la agricultura intensiva, los plaguicidas, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
“El proyecto (de ley) surge hace seis u ocho meses, nosotros empezamos a hacer un diagnóstico de la situación del país y determinamos que es urgente que el gobierno declare o emita políticas públicas para proteger a las abejas y otros polinizadores”, explicó Juan Bautista Alvarado, director de Apicultores de Costa Rica
“Necesitamos una ley marco, para que el gobierno tenga el sustento necesario y emita esas políticas; por ejemplo en el campo de la reforestación, que se haga con especies nativas y de interés apícola, de forma tal que le den alimento a las abejas y otros polinizadores”, añadió.
Más del 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización para obtener rendimientos y calidad, de acuerdo con la ONU.
Sin embargo, el número de estos polinizadores, como las abejas, y su diversidad, han disminuido alrededor del mundo en las últimas décadas, como consecuencia, especialmente, de las actividades humanas; una peligrosa situación de la cual no escapa Costa Rica, según los proponentes de la normativa.
“Se ha notado una disminución en los campos (de Costa Rica), hace 15 o 20 años atrás, usted iba a los campos y se encontraba muchos nidos de abejas nativas, estamos hablando de que hay unas 800 especies en Costa Rica, pero ya hoy no es tan fácil encontrar esos nidos”, expresó Alvarado.
El café, las manzanas, almendras, tomates y el cacao, son algunos de los cultivos que podrían desaparecer de la mesa de muchas personas sin las abejas y otras especies polinizadoras.
De acuerdo con la ONU, estos insectos son de vital importancia, no solo porque ayudan a asegurar la abundancia de frutas, frutos secos y semillas, sino también la variedad y calidad de estos, los cuales son considerados como cruciales para la alimentación humana. Además, contribuyen directamente a la obtención de medicamentos, biocombustibles, fibras, como el algodón y el lino, y materiales de construcción.
Lo que plantea el proyecto
La propuesta desarrollada por los apicultores plantea que el Estado, por medio de sus instituciones, establezca políticas públicas “que garanticen un ambiente sano para las abejas, la siembra, protección y conservación de especies vegetales típicas del país que brinden alimento y hábitat a los polinizadores".
Además, que estas líneas de acción permitan "consolidar al sector apícola como un componente estratégico, para la seguridad y soberanía alimentaria del país y la conservación de los ecosistemas”.
Sumado a esto, el documento pretende que las municipalidades y el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA) ajusten toda reglamentación de construcción, planificación urbana y el Plan de Uso de Suelos, para que cumplan con la política pública dispuesta en esta Ley.
Esto por medio del uso de “flora nativa melífera, propolífera polinífera o de alta producción de polen y árboles frutales, además de lineamientos de construcción que consideren el desarrollo y la proliferación de polinizadores”.
“Dicho proceso deberá ser asistido por un planificador ambiental debidamente certificado y por un especialista en el tema de los polinizadores. Todo lo anterior se realizará tomando en consideración la gran problemática existente con la disminución mundial de la población de abejas, donde la producción urbana ha pasado a ser una real esperanza para su conservación”, indica el texto.
Para Luis Zamora Chacón, presidente de la Cámara Nacional de Fomento de la Apicultura, incentivar la presencia de las abejas en las zonas urbanas, no representa, necesariamente, un peligro para las personas.
“El hábito de forrajeo de las abejas es completamente distinto a una colonia, es decir, las que andan en las flores pecoreando no van a atacar, porque su hábito defensivo se da cuando hay una agresión o se invade su colmena, ahí sí hay una respuesta defensiva hacia lo que está atentando contra la vida de su colonia”, aseguró.
El representa del sector apícola, también descarta que al declarar estos insectos como de interés público, se vaya a entorpecer el accionar de los cuerpos de rescate, en caso de que alguna colmena se convierta en una amenaza para la integridad de las personas.
“No en todos los casos se van a poder reubicar, porque incluso yo a veces he tenido que eliminar una colmena, pero es porque identifico que el riesgo que hay con respecto a las personas es mayor, porque obviamente la vida de los seres humanos está por encima de las abejas y si está en un lugar inseguro, ya con una valoración uno puede determinar cuál es la mejor opción", dijo.
Finalmente, la iniciativa propone una reforma en el inciso K del artículo 3 de la Ley Forestal Número 7575 del 13 de febrero de 1996, para que se incluya “la polinización de las plantas mediante vectores bióticos (transporte por organismos vivos)", dentro de las definiciones de servicios ambientales.
El documento fue entregado el pasado 14 de agosto al diputado diputado Erwen Masís Castro, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), en su condición de presidente de la Comisión de Ambiente, de la Asamblea Legislativa.
“Nosotros estamos revisando esta propuesta, haciéndole mejoras y también socializándola con algunos sectores para poder presentar un proyecto de ley que realmente tenga posibilidad de ser aprobado, además de evitar que cause algún impacto en otro sector”, indicó el legislador.
“De entrada el proyecto nos parece bien, tiene muy buena intención y yo diría que sería importante no solo para el sector, sino también para el ambiente y armonía del mismo. Vamos a esperar el tiempo oportuno para poder presentarlo”, acotó.
Un problema global
En el 2017 la Asamblea General de la ONU, aprobó una resolución impulsada por la República de Eslovenia, apoyada por la Federación Internacional de Asociaciones de Apicultores (Apimondia) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), para celebrar el 20 de mayo de cada año, el Día Mundial de las Abejas.
La iniciativa tiene como fin llamar la atención sobre el papel esencial que desempeñan las abejas y otros polinizadores para mantener sanas a las personas y al planeta.
“Es una oportunidad para que gobiernos, organizaciones, la sociedad civil y los ciudadanos interesados en cualquier lugar promuevan acciones que protejan y ayuden a los polinizadores y sus hábitats, incrementen su abundancia y diversidad, y apoyen el desarrollo sostenible de la apicultura", indicó la FAO en un comunicado divulgado en mayo del presente año en el marco de la primera celebración del Día Mundial de las Abejas.
De acuerdo con el organismo internacional, los polinizadores, como las abejas, encajan en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, ya que contribuyen a la alimentación y a la nutrición.
“Los polinizadores desempeñan un papel esencial para ayudar a alimentar a una creciente población mundial de manera sostenible y permitir mantener la biodiversidad y unos ecosistemas dinámicos. Contribuyen a lograr medios de vida resilientes y crear nuevos empleos, en particular para los pequeños agricultores pobres, cubriendo la creciente demanda de alimentos saludables y nutritivos, así como de productos no alimentarios”, señaló.
A la vez que expresó su preocupación por la disminución en el número de polinizadores, situación que es provocada, en gran parte, por prácticas agrícolas intensivas, cambios en el uso de la tierra, empleo de plaguicidas y por eventos meteorológicos más extremos.
Por ejemplo, el Bombus affinis se convirtió en el 2017 en el primer insecto de la familia de las abejas, que ingresa a la lista de animales en peligro de extinción en el territorio continental de Estados Unidos. La población de esta especie se ha visto reducida en un 87% desde finales de los años 90, producto de la pérdida de hábitat, enfermedades y parásitos, el uso de pesticidas, el cambio climático, entre otros factores.
Si bien siete especies de abejas hawaianas pasaron a formar parte de la lista de animales en peligro de extinción desde el 2016, esta es la primera ocasión que la designación la recibe un espécimen de la familia de las abejas que se encuentra en suelo continental estadounidense.
Por otro lado, la Unión Europea (UE) anunció el pasado mes de abril la prohibición de tres pesticidas neonicotinoides que perjudican a las abejas y su labor polinizadora.
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Según informó la agencia de noticias AP, en los últimos años ha habido un alarmante declive en la población de abejas en el Viejo Continente y se temía que esto comenzara a afectar gravemente la producción de cosechas. El bloque europeo tomó la determinación luego que un análisis científico identificó que los pesticidas eran una de las causas de este declive, al igual que otros factores.