Los cocodrilos tienen típicamente una actitud esquiva, huidiza y evitan el contacto con las personas, pero el mal manejo que se les ha dado a ciertas poblaciones de estos animales en cuanto a su alimentación condujo a una modificación en su comportamiento normal.
“Las malas prácticas enseñaron a los cocodrilos que la presencia humana significa comida”, afirmóel biólogo de la Universidad Nacional (UNA) Iván Sandoval, sobre algunos de los especímenes que habitan en el Pacífico central.
“La brecha entre nosotros humanos y ellos se hizo más pequeña; ahora, en vez de que un cocodrilo se vaya y huya, o evita el contacto, más bien se acerca curiosamente para ver si yo le voy a dar comida. Entonces, cada vez más, nosotros tenemos una probabilidad relativamente alta de que un cocodrilo se acerque, por ejemplo, en la zona de Tárcoles”, agregó.
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Sandoval explicó que cerca de 1990 empezaron los tours de avistamiento de cocodrilos en el Tárcoles; en esa época todavía era común ver a personas bañándose en las aguas de este río, mientras que los cocodrilos se alejaban para evitar el contacto.
“Desde 1990 comenzaron a alimentarlos (a los cocodrilos) y esta situación generó una modificación en el comportamiento normal”, dijo el experto.
En la zona de Tárcoles es típico que las personas se acerquen y los cocodrilos se aproximen, lo que no ocurre en otras localidades, como por ejemplo, en el Caribe, donde estos animales huyen ante la presencia humana.
Malas costumbres
Para muchos de los pobladores de las zonas costeras, es común observar cocodrilos deambular por distintas partes, por lo que se han acostumbrado e incluso son capaces de reconocer las áreas que pueden ser más o menos problemáticas.
Pero al tener una gran población fluctuante de turistas nacionales y extranjeros en el Pacífico central, el riesgo de que se produzca un accidente mayor se puede incrementar.
“La gente ingresa al agua, y el cocodrilo la puede ver como una presa. El 99% de accidentes que se dan con cocodrilos ocurren en el agua”, advirtió.
¿Qué significa eso?, que muchas veces, sabiendo que hay cocodrilos, la gente desestima el riesgo que corre y cuando sucede algún incidente se tiende a “satanizar” al animal.
“Es como que yo vaya al Parque Nacional Carara o a Tortuguero descalzo, sabiendo que hay una población importante de serpientes terciopelo. Aun así, uno ve turistas que van con sandalias a zonas boscosas, o sea, es una actitud de asumir el riesgo. La educación y la información han faltado mucho en nuestro sistema educativo”, explicó.
El mito de la sobrepoblación
Si bien la mayor cantidad de interacciones entre humanos y cocodrilos ha motivado la especulación respecto a una posible sobrepoblación de estos reptiles, Sandoval rechaza esta apreciación.
“La gente dice que hay una sobrepoblación, pero no hay datos que lo confirmen. Podemos decir que hay un crecimiento de la población”, indicó.
“No hay un dato que me diga que hay tantos cocodrilos en tal río, entonces, el problema está en que tan pronto la gente ve una noticia de cocodrilo, dice que hay una sobrepoblación”, acotó.
El biólogo dijo que en el país no se dan los indicios característicos de una situación de estas dimensiones como: encontrar animales muertos por peleas entre ellos, debido a la falta de comida, de hábitat o sitios de anidamiento.
“Todos los indicativos que nosotros esperaríamos que ocurran cuando hay una sobrepoblación no se están dando en el país, inclusive las densidades poblacionales, por ejemplo en la zona sur, pueden ser de un individuo por kilómetro, o cuatro en zonas más alejadas", manifestó.
Mientras que en las zonas del Pacífico central y norte, donde están las poblaciones más numerosas, se pueden tener 10 o menos por kilómetro en Tárcoles o 12 por kilómetro en el Tempisque.
Sí hay una zona específica donde se dan algunos indicios, pero el investigador asegura que es por una cuestión meramente artificial.
Bajo el puente del Tárcoles, hay momentos en que se ven animales en muy mala condición física, pero esto es porque se acostumbraron a comer lo que les tiraban las personas, por lo que casi perdieron su instinto de cacería.
“Cuando llegan animales más grandes y fuertes, ellos se quedan esperando a comer lo que sobre, y algunas veces no sobra mucho, justo en esa parte uno podría ver que hay síntomas de mala nutrición y mal estado físico, pero no se repite eso en el resto del país”, indicó.
Las redes sociales también han ayudado a alimentar esta percepción de una sobrepoblación de cocodrilos.
“Comparto una foto y eso, en cinco minutos, tiene 5.000 compartidos, un incidente se magnifica como si fueran 5.000, pero es el mismo, y genera un estado de alarma en la gente”, mencionó Sandoval.
El investigador afirma que entre las personas que habitan en las zonas rurales, hay preocupación porque las poblaciones han aumentado, por lo que están claros de la situación, pero no lo ven como un problema tan grande como si lo hacen los habitantes de la zona urbana.
“Muchas de las principales críticas y comentarios se dan de personas de zonas urbanas”, puntualizó.