El consumo excesivo de alcohol puede tener un impacto negativo en la alimentación de los jóvenes en edad universitaria. Aunque la regla podría aplicarse para cualquier persona.
Así lo concluyen investigadores de la Universidad de Buffalo, en Estados Unidos, quienes realizaron un estudio que se publicó recientemente en la revista académica Californian Journal of Health Promotion.
Según arroja la investigación, los jóvenes son más propensos a comer alimentos altos en carbohidratos y grasa durante y después de una borrachera.
“Sabemos que el consumo excesivo de alcohol puede tener efectos negativos en la salud. Ahora nuestro estudio destaca cómo algunas de las decisiones de alimentación que se toman durante y después de consumirlo pueden aumentar el riesgo de obesidad en los estudiantes universitarios”, dice al diario “El Mercurio” Jessica Kruger, autora principal del trabajo.
Junto a sus colegas, la investigadora encuestó a 286 estudiantes de una universidad pública de Estados Unidos, quienes informaron sobre sus hábitos de alimentación durante y después de consumir alcohol con amigos.
Los resultados indicaron que elegían pizzas, hamburguesas o tacos en lugar de cereales o frutas.
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Algo que preocupó de forma especial a los investigadores, fue el hecho de que los participantes informaron que no bebían líquidos libres de alcohol, como agua o jugos de fruta, después de consumir bebidas alcohólicas y antes de acostarse.
“Eso exacerba la deshidratación, lo que también puede provocar elecciones de alimentos no saludables”, dice Kruger.
Sobre las razones que conducen estas decisiones, la académica dice que podría ser el resultado de una alteración del metabolismo de la glucosa.
“Al consumir alcohol, a menudo se produce una hipoglucemia (disminución de glucosa en sangre). En términos simples, el cuerpo está tratando de regular la glucosa y eso provoca hambre”, explica.
Al excederse en el consumo de alcohol, agrega, se espera que estas sensaciones se exacerben, con lo que la persona elegiría comer más y peor.
.Ximena Martínez, nutricionista del Centro de Obesidad de la Red de Salud UC Christus, cree que los hallazgos sugieren la necesidad de incluir el consumo excesivo de alcohol como un factor de riesgo en las intervenciones que buscan reducir las tasas de obesidad.
Esto, en función del doble daño que produciría su consumo."Se deben reforzar las campañas preventivas porque más allá de que los jóvenes se divierten tomando y afectan directamente su salud, ahora vemos evidencia de su asociación con comida chatarra, lo que sin duda empeora las cifras de obesidad", comenta Martínez.
De acuerdo con los especialistas, al beber tres piscolas (cóctel chileno) se consumen 1.020 calorías. Al agregar una hamburguesa con carne y queso alta en grasa, la ingesta calórica aumenta a 2.520, lo cual equivale al consumo necesario para todo un día. El Mercurio/GDA