Los beneficios del sueño para nuestra salud y calidad de vida ya se han mencionado en numerosos estudios científicos: nos hace sentir más descansados, nuestro nivel de energía es mayor, potencia el sistema inmunitario y le da ese espacio al cerebro tan necesario como para mantenernos funcionales durante el día.
Pero en sí mismo, ¿qué es más importante para nuestra calidad de vida cuando nos vamos a dormir? ¿Es la cantidad de horas que dormimos, es el momento del día o la calidad del sueño?
Dos científicos de República Checa, se dieron a la tarea de averiguarlo; los resultados de sus pesquisas fueron publicados este 15 de marzo en la revista PLOS ONE, con motivo del Día Mundial del Sueño, que se conmemoró este 17 de marzo.
La conclusión resumida: la calidad de sueño es el componente más importante sobre nuestra calidad de vida, sin importar nuestra edad o sexo. Sin embargo, veamos poco a poco cómo se llegó a estas conclusiones.
Michaela Kudrnáčová, de la Universidad Carlos, en Praga y Aleš Kudrnáč, de la Academia Checa de las Ciencias, estudiaron las respuestas que dieron, durante tres años (2018, 2019 y 2020) hasta 4.523 adultos que vivían en 2.155 casas. Su idea era estudiar familias para ver cómo un mismo ritmo de vida podría afectar diferente a distintas personas.
Los autores analizaron respuestas relacionadas con la satisfacción con su vida: bienestar, felicidad, percepción de su propia salud, estrés laboral. También se estudiaron respuestas sobre cuánto reportaban los participantes dormir, la calidad del sueño percibida y el “jetlag social”. Este último término se refiere a cuando las personas, por cuestiones laborales, biológicas o de costumbre no duermen de noche ―como la mayoría de la sociedad― y lo hacen durante el día.
Estas respuestas se compararon, pero el estudio fue más allá; como se tenían respuestas de varios años, se pudieron ver cambios a lo largo del tiempo en las personas.
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Los resultados
Las conclusiones de los cuestionarios se vieron a nivel individual y también se compararon las respuestas entre los participantes. A nivel individual, la calidad de sueño estaba estrechamente relacionada para todas las variables de calidad de vida estudiadas, salvo para el estrés laboral. Sin embargo, ni la duración del sueño ni el “jetlag social” tenían algún tipo de correlación.
“Mejor sueño significa mejor calidad de vida. Aunque sí es importante cuándo dormimos y durante cuánto tiempo lo hagamos, los individuos que tenían mejor calidad de sueño tenían mejor calidad de vida, sin importar la hora de dormir o cuántas horas lo hagan. Como dimos seguimiento a tres años, también pudimos ver que los que mejoraron su calidad de sueño mejoraron también su calidad de vida”, manifestaron los autores en un comunicado conjunto.
Su conclusión coincidió con lo señalado en una entrevista anterior por la psicóloga tica Paola Vargas. Usualmente se habla de 7 a 9 horas de sueño, pero esta no es la única métrica.
“A veces se vuelve algo obsesivo decir ‘tengo que dormir ocho horas, o por lo menos, siete’. Y hay personas a las que les angustia poner la alarma porque piensan ‘no me va alcanzar las horas. Y se despiertan a cada rato pensando en ‘ya debe ser tal hora’. Eso no es bueno”, recalcó Vargas.
Cuando se compararon las respuestas de los participantes y se vio el nivel colectivo, la duración del sueño sí estaba relacionada con una percepción de mejor salud y de felicidad, mientras que el “jetlag social” estaba asociado, a su vez, con mayor satisfacción de vida, pero, también, mayor estrés laboral.
En niños
Cuando se trata de menores de 12 años, la cantidad de horas de sueño sí puede tener más peso en la salud y la calidad de vida. Otro estudio publicado este 15 de marzo en la revista JAMA Network Open dio cuentas de una investigación internacional en la que se puso a 100 niños saludables de entre 8 y 12 años a una privación ligera de sueño durante una semana.
Este es parte de el estudio “Descanso diario, comida y monitoreo de actividad” (DREAM, por sus siglas en inglés, acrónimo que significa sueño). Se les pidió a los padres de estos menores que, durante siete días, se durmieran 64 minutos después y se levantaran 18 minutos después, es decir, en total dormirían 39 minutos menos por día.
Como las recomendaciones de sueño son variables según la edad y según quién haga dichas pautas (varían de 7 a 12 horas diarias), los investigadores pidieron a los padres llevar el control, según los hábitos de sueño de cada niño. El rango de horas de sueño reportado por las familias oscilaba entre 8 y 11 horas al día.
Participaron 52 mujeres y 48 hombres, con una edad promedio de 10,3 años.
A los menores se les dividió por sexo y por grupos de edad (de 8 a 10 años) y 11 y 12 años.
Los menores reportaron pocas interrupciones en el sueño, y de hecho fue más profundo y consolidado que en las oportunidades en las que dormían más horas. No obstante, tanto los padres como los niños reportaron tener menos concentración, peor humor, más cansancio y más estrés durante el día.
“Solo una semana de 39 minutos menos de sueño cada noche hizo que los niños tuvieran menor salud y calidad de vida, tanto en su salud física como en la escuela. Estos hallazgos subrayan la importancia de asegurarnos que los niños tengan suficiente tiempo de calidad de sueño, porque es una variable importante en su salud”, cita el estudio.
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