“El vínculo entre la diabetes y el riesgo de desarrollar cáncer ahora está firmemente establecido”, aseguró el doctor Toshiaki Ohkuma, miembro del instituto de investigación médica The George Institute for Global Health y autor principal de un estudio global que arrojó nuevas evidencias sobre esta relación ya sugerida por la ciencia.
Junto con un equipo internacional, Ohkuma realizó un análisis estadístico que involucró la revisión de 107 estudios y datos de casi 20 millones de personas de varios países. Así se estableció que la diabetes (tipo 1 y 2) es un factor de riesgo de desarrollar la mayoría de los tipos de cáncer.
El trabajo acaba de publicarse en la revista Diabetology.
“Ahora los médicos y los pacientes deben entender el mayor riesgo que tienen las personas diabéticas para así tratar de prevenir la aparición del síndrome y controlar su progresión”, dijo al diario chileno “El Mercurio” el doctor Ohkuma, quien añadió que los mecanismos que sustentan el vínculo entre la diabetes y el cáncer no se comprenden completamente.
“Sin embargo, se cree que el aumento de la glucosa en sangre (algo que sucede a la población diabética de tipo 1 y 2) puede tener efectos cancerígenos al provocar daño en el ADN”, explicó también a “El Mercurio” Sanne Peters, coautora de la investigación.
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Otro proceso involucrado podría ser la resistencia a la insulina, comentó la doctora Loreto Moreira, nutrióloga del Instituto Oncológico FALP.
“La hiperinsulinemia hace que exista un ambiente lleno de insulina en la sangre y esto podría estimular la proliferación o activación de células malignas”, explicó.
Ellas, más expuestas
El estudio también demostró, por primera vez, que las mujeres diabéticas tienen 6% más probabilidades de desarrollar cualquier tipo de cáncer, versus los hombres con diabetes.
El porcentaje de riesgo para ellas también es mayor en cánceres específicos: riñón (11%), estómago (14%) y las distintas formas de leucemia (15%). Además, se encontró que las mujeres diabéticas tienen 27% más de riesgo de padecer cáncer en comparación con sus pares sanas, versus los hombres diabéticos, cuyo riesgo es de 19% mayor, en comparación con hombres sin la enfermedad.
“Estas diferencias de género no son insignificantes y deben abordarse”, dijo la doctora Peters. Sobre las razones que las explicarían, afirmó: “En promedio, las mujeres pasan dos años más que los hombres en un estado prediabético sin tratamientos y muchas veces no reciben el adecuado cuando presentan síntomas”.
La doctora Carmen Gloria Aylwin, presidenta de la Sociedad Chilena de Endocrinología y Diabetes (Soched), también cree que otro factor detrás del menor riesgo masculino, podría ser el aparente efecto protector que tiene la diabetes para el desarrollo del cáncer de próstata. Está demostrado que los hombres con diabetes tienen menos cáncer prostático que sus pares sin la enfermedad.
“En la mujer no ejerce un papel protector, pero eso tampoco nos permite atribuir el mayor riesgo en ellas”, agregó.
Peso, dieta y cotaminación
Según el doctor Rodolfo Lahsen, jefe del centro de Diabetes de Clínica Las Condes, es posible que ambos sexos reduzcan el riesgo que plantea el estudio. “Cuidar el peso y mantener las glicemias controladas es una forma de prevenir”, afirmó el médico, quien agregó que el alto consumo de frutas y verduras también es un mecanismo protector.
Lo mismo opinó Aylwin. Según explicó, un estudio anterior también concluyó que los pacientes con diabetes tenían más riesgo de sufrir algunos tipos de cáncer, pero en aquellos que además eran obesos el riesgo fue mucho mayor.
“Esto es una oportunidad para decirles a las personas con diabetes que si están bien controladas no solo van a prevenir las complicaciones de su enfermedad, sino que también estarán alejando el desarrollo de cáncer”, puntualizó la especialista
Otra investigación enfocada en la diabetes concluyó que, en 2016, la polución contribuyó al desarrollo de 3,2 millones de casos de la enfermedad a nivel mundial, lo que representa el 14% de los nuevos pacientes que fueron diagnosticados en el mundo ese año.
El estudio, realizado por académicos de la Universidad de Washington, aparece en la edición más reciente de la revista The Lancet Planetary Health. La investigación sugiere que las nanopartículas inhaladas ingresan al torrente sanguíneo y alteran la producción de insulina.
“Creemos que la reducción de la contaminación del aire podría producir una mejora en los resultados generales de salud y disminuir la carga de diabetes en muchos países”, dijo a “El Mercurio” Ziyad Al-Aly, autor principal del estudio.