La cantidad de personas con algún tipo de demencia en el mundo subió más de dos veces entre 1990 y 2016 (último año para el cual hay datos disponibles).
Un análisis que tomó en cuenta 195 países encontró que en este período las personas con esta condición aumentaron en un 117%; es decir pasaron de 20,2 millones a 43,8 millones.
De esa cantidad, 27 millones corresponden a mujeres y 16,8 millones a hombres.
Los resultados son parte del Estudio de Límites de Enfermedades, Lesiones y Factores de Riesgo 2016 (GBD, por sus siglas en inglés) y fue publicado en la revista The Lancet Neurology. Esta investigación fue financiada por la Fundación Bill y Melinda Gates.
En términos relativos, el aumento no es tan grande, ya que se pasó de 701 casos por cada 100.000 personas a 712. No obstante, la elevación en el número de casos porcentuales sí significa un dolor de cabeza apara las autoridades de salud, especialistas e investigadores, quienes están convencidos de que no se puede bajar la guardia ya que sin una cura a la vista, las cifras seguirán engrosándose.
“Aunque muchos de estos casos pueden explicarse por el aumento de la población y la extensión de la esperanza de vida, este aumento no puede perderse de vista. Mientras no se hagan descubrimientos en cuanto a prevención o tratamiento curativo, la demencia seguirá siendo un reto creciente para los sistemas de salud en todo el mundo”, recalca el documento.
Las naciones con mayores tasas de afectados son Rusia (allí hay entre 1.100 y 1.200 personas con demencia por cada 100.000 habitantes) y Brasil (entre 1.000 y 1.100 pacientes por cada 100.000 habitantes).
¿Qué pasa con Costa Rica? Según el análisis estaríamos en un nivel intermedio, de 700 a 800 casos por cada 100.000 habitantes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la demencia es una “sombrilla” de enfermedades progresivas. Se trata de un síndrome, usualmente crónico, causado por una variedad de males en el cerebro que afectan la memoria, la comprensión, el pensamiento y la habilidad para realizar actividades cotidianas.
La forma más común de demencia es el alzhéimer (representa el 70% de los casos), pero existen otros tipos, como la demencia vascular, que se da por la llegada de poco flujo sanguíneo al cerebro y esto va “apagando” las funciones cerebrales.
Los accidentes cardiovasculares (también llamados derrames cerebrales) pueden ser otra causa de demencia.
Muertes subieron un 148%
¿Es la demencia como tal una causa de muerte o es más bien una condición que tienen las personas al morir pero que, en sí misma, no las mata? Aún no hay consenso en la comunidad científica y médica sobre este tema.
No obstante, el informe publicado en The Lancet Neurology sí toma en cuenta la demencia como una causa específica de muerte. La razón más importante es la misma que otros especialistas han señalado: la demencia mata neuronas y eso se traduce en otras complicaciones. En la etapa más avanzada de este trastorno las personas pierden la capacidad de tragar, lo que conduce a una nutrición deficiente y un alto riesgo de aspiración, es decir, que la comida “baje por el tubo equivocado”.
Esto, a su vez, aumenta el riesgo de neumonía (la principal causa final de defunción) pues la persona no puede toser para eliminar la comida y esta puede obstruir la respiración. Según el informe, si no hubiera existido la demencia como punto de partida, estas muertes no se habrían dado así.
El panorama con la mortalidad por las demencias no es alentador. El informe indica que, durante el lapso estudiado, los fallecimientos aumentaron un 148%. En el 2016, 2,4 millones de personas murieron por esta causa, lo que la convierte en la quinta causa de muerte a nivel mundial.
Aún más, cuando se toman en cuenta solo los fallecimientos en mayores de 70 años, la demencia se transforma en la segunda causa de muerte, después de los ataques cardíacos.
La mortalidad es mayor en las mujeres, pero esto es esperable según los investigadores, dado que este trastorno es más común en ellas.
El que no haya un tratamiento curativo eficaz y este se concentre en tratar los síntomas hace que no se vislumbren formas de bajar la mortalidad en el corto plazo.
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¿Qué se sabe del trastorno y qué se investiga?
Las demencias aún presentan más preguntas que respuestas para la ciencia. Una de las razones es porque, aunque sus manifestaciones son muy similares, no todas llegan a ese desenlace por el mismo camino, es decir, sus causas varían y esto complica posibles formas de prevención y cura.
Sin embargo, sí se han logrado detectar factores de riesgo que elevan las posibilidades de desarrollar estas condiciones: fumado, inactividad física, aislamiento social, depresión, diabetes, una alta ingesta de bebidas azucaradas y sobrepeso y obesidad.
La búsqueda de tratamientos curativos no rinde tanto éxito. Aunque sí hay ensayos clínicos para hallar algún fármaco, muchos no logran conseguir los resultados esperados para un nuevo medicamento. Solo uno de cada 100 intentos pasa de la fase I a la fase II de ensayos clínicos, mientras que el promedio de todos los medicamentos estudiados para todas las enfermedades es que de uno de cada 14,6 alcanza la fase II.
Sin tratamientos potenciales, el número creciente de casos pone un reto mayor en los pacientes, sus cuidadores y los sistemas de salud.
Para complicar aún más el panorama, la mayoría de los casos son detectados tardíamente y esto resta calidad de vida a quienes viven el trastorno. El principal problema es que cuando se dan los primeros síntomas el mal lleva ya varios años de avance.
Empero, los investigadores señalan que mientras se siga estudiando el tema se estará más cerca de obtener respuestas.
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