Luego de semanas de comer en abundancia tamales, pierna de cerdo, queque navideño y otros platillos habituales de las fiestas de fin y principio de año, es común que la báscula marque un aumento de peso.
Preocupados por la situación, hay quienes se trazan como meta el “desaparecer” esos kilos de más (y posiblemente otro exceso de peso que vengan arrastrando desde hace tiempo) en poco tiempo con una “dieta rápida”, de esas que están a distancia de un click en portales de Internet, se ven en revistas o las recomiendan “los amigos”.
Estas dietas “milagrosas” vienen en distintas presentaciones: están las que recomiendan recortar el consumo de calorías a la mitad, comer alimentos de un solo tipo, saltarse tiempos de alimentación o sustituir comidas por “batidos”. A estas estrategias se le debe sumar el que algunas personas hacen más ejercicio del necesario, mientras que otras recurren a tomar pastillas para adelgazar o quemar grasa.
El Colegio de Profesionales en Nutrición advierte del peligro de estas prácticas. Las consecuencias pueden ir desde que la dieta no funcione, o que sí lo haga pero luego viene el “efecto rebote”, que es cuando la persona aumenta más kilos de los que perdió. Asimismo podrían darse secuelas graves para la salud, como desequilibrios metabólicos, problemas hormonales, fallas renales y daños cerebrales.
Según los profesionales, no se puede esperar borrar en poco tiempo las consecuencias de la mala alimentación (más si los hábitos se arrastran durante años).
“Cada organismo es diferente, un mismo plan de alimentación no puede funcionar para todas las personas”, aclaró Norma Meza, presidenta del Colegio.
Juan Arias, director ejecutivo de esta agrupación, enfatizó que el cuerpo humano está diseñado para funcionar en equilibrio, es decir, debe existir un balance entre el consumo y gasto de energía, así como en el tipo y cantidad de nutrientes que se ingieren para garantizar que el cuerpo se mantenga saludable.
“Si se tienen buenos hábitos alimentarios y un estilo de vida saludable, el peso se mantendrá”, destacó el especialista.
Resultados rápidos, consecuencias a largo plazo
La evidencia científica respalda los daños que pueden ocasionar estas “dietas rápidas”.
En el 2016, una investigación de la Universidad de Exeter, Reino Unido, halló que los patrones de alimentación que recortan la cantidad de calorías de forma dramática y no son balanceados, llevan a un aumento de peso posterior. Esto ocurre porque el cerebro interpreta que hay escasez de alimentos e insta al organismo a almacenar más grasa para subsistir durante la escasez.
Dicha situación sucede con las personas que siguen una alimentación normal y balanceada, pues como el cerebro no interpreta escasez, entonces no se almacena grasa de más.
El informe, publicado en la revista Evolution, Medicine and Public Health, evidenció que, si hay riesgo de inanición por falta de comida disponible, los animales responden con un aumento de peso.
Este no es el único estudio que indica por qué este tipo de dieta “milagrosa” no funciona. En octubre pasado, una investigación presentada en el Congreso de Enfermedades Cardiovasculares, Renales y Metabólicas, celebrado en Knoxville, Tennessee, Estados Unidos, indicó que estos regímenes alimentarios más bien aumentan la grasa abdominal y reducen el tejido muscular.
Para llegar a esta conclusión utilizaron ratones a los que se les sometió a un plan de alimentación y se les redujo el 60% de su ingesta de calorías (el equivalente de pasar de una dieta de 2.000 calorías diarias a una de 800 calorías en un ser humano).
Los investigadores de la Asociación Estadounidense de Fisiología vieron que en cuestión de tres días, esta forma de comer bajó el peso y causó que el ciclo menstrual de las hembras se frenara temporalmente. También decrecieron algunas funciones metabólicas, como el volumen de sangre, la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la función renal.
Una vez que se regresó a la dieta de costumbre todos estos valores volvieron a la normalidad. Sin embargo, los roedores del experimento tenían mayor acumulación de grasa que los ratones no sometidos a la dieta.
Otros estudios han mostrado que, a largo plazo, se producen fallas en órganos como los riñones, encargados de “limpiar” al cuerpo de toxinas, pero que, al encontrarse con estas dietas, entran en “modo reserva” y dejan de tener los nutrientes necesarios para funcionar de forma adecuada.
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Entonces, ¿cómo hacer realidad la meta de perder el peso que se ganó con los excesos de diciembre? Meza afirmó que la adopción de un estilo de vida saludable que incluya una dieta balanceada no es algo temporal, implica un compromiso permanente con la adquisición de buenos hábitos alimentarios.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) brindó, en diciembre pasado, cinco consejos básicos para quienes tienen como propósito de Año Nuevo mantener una alimentación más saludable:. Estos son: tener una alimentación variada, minimizar el consumo de sal, eliminar las grasas trans, limitar la ingesta de azúcar y moderar el consumo de licor.
No obstante, se debe recordar que cada persona tiene características diferentes y necesidades de salud distintas (ya sea por edad, peso, sexo, genética o enfermedades). Quienes tienen sobrepeso o alguna enfermedad que les restringe la alimentación sí deben consultar con un profesional en nutrición. También las personas saludables y de peso normal que desean saber si están comiendo como es debido o no.
“Un profesional en nutrición no recomienda ‘dietas’, realiza planes de alimentación diseñados especialmente para cada persona. Los organismos y las condiciones que determinan la realidad del individuo son distintas y, por tal motivo, no existen ‘dietas’ que funcionen para todos. La valoración del profesional es indispensable para garantizar que el plan de alimentación cubra las necesidades de la persona sin que se ocasione un efecto negativo en la salud producto de una restricción severa de nutrientes o energía. Esto pasa generalmente con lo que se encuentra en Internet o por ‘dietas’ que recomiendan conocidos”, aseveró Arias.
Lo mismo sucede si usted va a ejercitarse. En ese caso no pretenda “quemar” en poco tiempo los excesos de diciembre, mucho menos si usted no está acostumbrado a realizar actividad física. Hágase una revisión médica primero, y después busque asesoría con algún profesional en Educación Física.