Materiales como bolas de diferentes tamaños, mecates, aros o los que la creatividad lo permita pasarán a formar parte de los recreos de seis escuelas en Heredia donde el sobrepeso y la obesidad son preocupantes. Lo que se quiere es que los alumnos se muevan más y dejen de lado prácticas como usar los teléfonos celulares o jugar de forma pasiva.
Esta propuesta se originó tras una investigación sobre sobrepeso, obesidad, sedentarismo y autoestima que se realizó en todos los países de Centroamérica y viene a ser como una segunda parte de todo el proyecto. El estudio base fue desarrollado por la Red Centroamericana de Investigación en Movimiento Humano para la niñez y adolescencia (Redcimovi).
Con esta iniciativa, y basados en los datos obtenidos, los investigadores buscan que los centros educativos, donde los niños pasan tantas horas, se conviertan en sitios que promuevan el moverse, no solo durante las clases de educación física, si no también en los recreos. La propuesta se llama “Escuelas en Movimiento”.
“Los educadores tienen que vigilar los recreos de los estudiantes. Una forma de que los niños aprovechen el tiempo para moverse es que esos profesores les proporcionen a los menores diferentes materiales para jugar. Así no pasarán todo el tiempo sentados o sin moverse”, comentó, durante la presentación de los primeros resultados, Emmanuel Herrera, uno de los investigadores y especialista de la Escuela de Ciencias del Movimiento Humano y Calidad de Vida de la Universidad Nacional (UNA).
De acuerdo con Herrera, este tipo de estrategias no solo promueven la actividad física de los alumnos, también se les ayuda en el manejo emocional (al tener que manejar la frustración si se pierde o a no ofender a quien perdió cuando se gana). Asimismo reducen los niveles de estrés y se mejora la convivencia.
¿Cómo son estos juegos? Según María Fernanda Herrera, otra de las investigadoras, no se trata de deportes competitivos, en donde se pueda excluir a algún menor por no tener cierto tipo de destreza o contextura. Por el contrario se trataría de juegos inclusivos, que permiten la participación de menores de todas las edades, con o sin discapacidad y con con sobrepeso o peso normal.
La idea, también es que la totalidad del estudiantado pueda utilizar todos los espacios del centro educativo y que estos no sean “acaparados” por los estudiantes de quinto y sexto grado, como suele ocurrir, mientras que los más pequeños quedan por fuera.
“Es algo en lo que se trabaja de la mano con el centro educativo para poder implementarlo”, destacó la especialista a La Nación.
Hannia León, presidenta de la organización Life Sciences Institute (Ilsi), ente que financió la investigación, agregó: “esto no es solo decir ‘compremos bolas’, no, la idea es aprender a tomar decisiones de cuáles son las mejores actividades que pueden realizarse con base en lo que la investigación ya nos dijo”.
Con todo esto, se busca que los menores alcancen los 60 minutos de actividad física diarios que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda para los niños en edad escolar.
Los resultados que se obtengan en estas seis escuelas participantes (no se suministraron los nombres por tratarse de una investigación), podrían servir para implementar la iniciativa en otras instituciones educativas.
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Paso a paso
La definición de esta estrategia no es antojadiza. Se basa en lo encontrado en la primera parte de la investigación. Estas pesquisas como tales nacen de una preocupación de la UNA por saber cómo están, no solo los niveles de sobrepeso y obesidad, si no también el sedentarismo y la autoestima de los menores.
Para que el impacto fuera mayor, se contactó con universidades públicas de todos los países de Centroamérica y Panamá para que se sumaran al proyecto. Todas estas casas de enseñanza debían tener carreras en áreas relacionadas con el movimiento humano, como Educación Física o Promoción de la Salud.
Una vez que se confirmó la participación de las instituciones, se hizo una reunión con todas ellas. En dicho encuentro, celebrado en Costa Rica, se dictaron las pautas para que los países investigaran lo mismo y con la misma metodología.
Se decidió utilizar la población entre los nueve y 13 años, que es decisiva, pues estos menores están en una etapa próxima al desarrollo hormonal. En total participaron más de 5.000 estudiantes de toda la región.
“Se hizo una sola compra de todo el equipo para que todas las naciones estuviéramos utilizando exactamente la misma clase de equipo, se capacitó en su uso a la gente que no sabía cómo utilizarlos, nos pusimos de acuerdo con los parámetros para que todos tuviéramos los mismos”, explicó María Fernanda Herrera.
En Costa Rica se seleccionó Heredia como lugar para realizar el estudio ya que, según el Censo de Peso y Talla, realizado por los ministerios de Salud y Educación Pública, esta provincia es la que registra mayores niveles de sobrepeso y obesidad en escolares.
Luego, se seleccionaron al azar las escuelas donde se harían las mediciones.
A todos los alumnos se les pesó y midió y se vieron sus niveles de grasa. Con base en una calculadora del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus cifras en inglés), se determinó si cada menor estaba en los percentiles de bajo peso, peso normal, sobrepeso u obesidad.
Además, a través de cuestionarios se midió cómo estaba su nivel de actividad física o sedentarismo y cómo andaba su autoestima.
En el primer cuestionario se les preguntaba por actividades en su vida cotidiana y tipo de juegos y en el segundo sobre la percepción de sí mismos y las relaciones que tenían con sus familiares, maestros, compañeros y vecinos.
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Los resultados
En Costa Rica, el estudio arrojó que el 34,2% de los menores presentaba sobrepeso u obesidad (cifra que está en concordancia con la vista en el Censo de Talla y Peso). Es el segundo país con mayores números, después de Guatemala, donde este rubro alcanza el 40%.
También estamos por encima del promedio de la totalidad del estudio, que fue del 25%.
“Nuestra propuesta viene a ver la parte de cómo el movimiento puede ayudar. Sí, ya otros programas entraron en las sodas y los comedores escolares y les enseñan a los padres cómo alimentar a los hijos, pero nuestro plan viene a complementar los esfuerzos”, apuntó María Fernanda Herrera.
Cuando se vio el sedentarismo en la investigación, Costa Rica se ubica por debajo del promedio, pues la media de todos los países es del 35,2%, y nuestra nación es del 29,4%. No obstante, esto tampoco resulta esperanzador, pues la cifra indica que casi uno de cada tres niños es sedentario y lo ideal sería que ningún menor lo fuera, aclararon los expertos.
En el rubro de autoestima, los niños ticos registraron menos problemas. Los resultados de la medición indicaron que solo el 26,7% de los menores costarricenses tiene autoestima en niveles bajos, lo que contrasta con un 44,4% de promedio total del estudio. Sin embargo, este dato, aunque podría verse como positivo, también preocupa a los científicos porque lo ideal es que sea menor. Ellos confían que “Escuelas en Movimiento” pueda se un gran aliado en este sentido.
“Vimos que los menores con mejor autoestima hacían más actividad física. Además, había más problemas de autoestima en quienes tenían sobrepeso u obesidad. Esta estrategia puede ayudarnos a tener niños con mayor salud física y emocional”, concluyó María Fernanda.
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