“Asumimos el riesgo de ejercer el periodismo con independencia, sabemos lo que esto significa”.
Lo dice con determinación, decidido a denunciar las peripecias que enfrentan hoy quienes informan de una verdad incómoda para el gobierno del presidente Daniel Ortega. Álvaro Montalván, fundador y propietario de la radio Mi Voz, que transmite desde la ciudad de León, vino a Costa Rica a participar en una actividad sobre derehos humanos y migración de sus compatriotas al país vecino del sur, organizada por una organización no gubernamental (ONG), cuyo nombre prefirió reservarse.
Y volverá a Nicaragua, decidido a mantenerse en su trinchera, aunque consciente del peligro que ello representa.
En su emisora, que fundó hace 12 años, contaba hasta antes del 18 de abril con 10 empleados, entre personal periodístico, técnico y administrativo. Pero las protestas que comenzaron como un rechazo a una reforma impuesta al sistema de jubilaciones y que han derivado en una exigencia para que Ortega deje el poder, complicaron la situación para ese periodista y empresario. La publicidad se vino a pique y ahora solo cuenta con tres trabajadores.
En Mi Voz, Montalván -de 48 años- dirige dos espacios de noticias y uno de opinión.
“Es lo peor que podemos estar experimentando”, manifiesta sobre el panorama actual del periodismo en su país.
"El periodista perdió, desde hace 12 años, el derecho de informar con independencia. Pensar distinto del criterio del gobierno es comprarse una enemistad. El Estado se ha constituido en un enemigo. Hablar mal del andamiaje del Estado, cuestionar la Justicia, cuestionar el sistema electoral, cuestionar proyectos, hablar de corrupción, de falta de libertades públicas, de falta de democracia es someterse a un riesgo.
"Nos ha tocado vivir, desde el 18 de abril, amenazas de muerte, amenazas de quemar nuestra empresa radial. Ya nos quemaron un vehículo, atentaron contra mi esposa y mi hija, disparándoles, mataron a un sobrino de una balazo en la espalda, secuestraron a otro sobrino y lo torturan en la Policía. A diario recibimos amenazas de muerte por teléfono, por Whatsapp y otras redes sociale.
“El trabajo del periodista en este momento es demasiado riesgoso. Usted no puede andar con alguna identificación que lo ligue a un medio independiente: es atentar contra su vida”.
Múltiples presiones
Montalván, quien afirma haber sido entrenado como militar para combatir a los contras en los años 80, señala que no solo son las amenazas de muerte las que hostigan y dificultan el ejercicio de un periodismo que cuente versiones diferentes a las que difunden los medios afectos al oficialismo.
“Asumimos el riesgo de ejercer el periodismo con independencia, sabemos lo que esto significa”, reitera una y otra vez, y enumera otras formas de acoso:
"Han comenzado (las autoridades) a invadirnos la frecuencia, para meter inteferencia, todo el tiempo. Nos hemos quejado ante el órgano regulador de las telecomunicaciones (Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos, Telcor ), hemos enviado cinco cartas… de nada ha servido.
“Después utilizaron el sistema de recaudación tributaria para amenazarnos con cerrar la emisora, también nos quitaron una propiedad para colocar una antena y no han faltado las propuestas económicas, como ofrecernos dinero para que no critiquemos, que nos callemos y les hemos dicho que tenemos un compromiso con las libertades públicas, con la independencia, con el derecho de informar. Hemos recibido citas de la primera dama (Rosario Murillo) para reuniones con ella con ese propósito, para ofrecernos dinero.
“Les hemos dicho que no necesitamos dinero ni para hablar ni para callar. La independencia de información nuestra es un principio, es un baluarte”.
Pero allí no terminan los obstáculos que deben sortear Montalván y su pequeño equipo de colaboradores. Con la propagación de las protestas contra el gobierno también a León, escenario de enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas progubernamentales, la actividad económica -particularmente el turismo, una de las principales- ha sufrido una notoria contracción.
Con hoteles y hostales cerrados y otros comercios que han visto disminuir sus ventas, vienen los recortes de empleados y la caída de la publicidad. O sea, un golpe directo a la supervivencia de los medios, que -según el periodista- enfrentan más dificultades que los capitalinos para captar pauta publicitaria.
“Nos está afectando (la crisis) al extremo de que se nos fue entre el 80% y 85% de la publicidad. Además, desde que comenzó este gobierno (en el 2007), la pauta de publicidad del Estado no existe para los medios independientes. Hay un castigo. Además, la coyuntura sociopolítica no permite al comercio vender. Están en quiebra muchas empresas, despidiendo trabajadores. La subsistencia de los medios de comunicación fuera de la capital es mucho más difícil.
Ante esta situación nos vimos en la necesidad de mandar a la casa al 70% del personal, tanto periodistas como administrativos. Teníamos 10 empleados, ahora solo tres. La situación es crítica porque, aparte de eso, el personal es amenazado de muerte”.
Montalván tiene planeado volver a Nicaragua sin ninguna esperanza de que haya una salida pronta al conflicto. “No veo ninguna voluntad del gobierno del presidente Ortega de buscar una salida por medio del diálogo”, manifiesta.