
Nueva Deli. Los expertos piden a India que no intente recuperar el cuerpo de un joven estadounidense asesinado en una isla por una tribu aislada, a la que quería cristianizar, y al que una parte del mundo evangélico erigió en “mártir”.
Los sentineleses, comunidad de cazadores y recolectores de Sentinel del Norte, del archipiélago indio Andamán y Nicobar, mataron a John Allen Chau, de 27 años, cuando este intentó entrar ilegalmente en contacto con ellos.
En las últimas décadas, cualquier intento de contacto del mundo exterior ha terminado en hostilidades y en un rechazo violento por parte de esta comunidad, que contaría con 150 personas y que vive en autarquía desde hace siglos.
Survival International, una organización de protección de los pueblos autóctonos, exhortó a las autoridades indias que no intenten ninguna operación para recuperar los restos del estadounidense, quien se veía como “misionero” y quería “llevar a Jesús” a los sentineleses.
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“Cualquier intento de este tipo es sumamente peligroso, tanto para los funcionarios indios, como para el pueblo de los sentineleses que podría ser exterminado si se introducen enfermedades exteriores”, declaró el lunes en un comunicado Stephen Corry, director de Survival International.
Según esta ONG, los sentineleses descienden de las primeras poblaciones humanas que salieron de África y viven en Andamán desde hace 60.000 años.
Además de provocar un choque de civilizaciones, un contacto con el exterior podría ser fatal para los sentineleses, quienes al haber evolucionado al margen de la humanidad no cuentan con un sistema inmunitario adaptado a los agentes infecciosos que podrían aportar intrusos."El riesgo de una epidemia mortal de gripe, de sarampión o de otra enfermedad exterior es real y aumenta con cada contacto de este tipo", señaló Corry.
Una posición que reitera un grupo de antropólogos y autores indios en un comunicado común.
“Los derechos y deseos de los sentineleses debe respetarse y no se gana nada acentuando el conflicto y las tensiones, y aún peor, creando una situación donde se causa más daño”, declararon en un texto enviado a la prensa.
Las autoridades llevan a cabo su búsqueda observando la isla a distancia, para evitar provocar un contacto con los autóctonos.
La ley india prohíbe acercarse a Sentinel del Norte a menos de cinco kilómetros de distancia.
La Policía abrió una investigación y detuvo a siete personas, entre ellas seis pescadores, acusados de haber ayudado al viajero estadounidense en su proyecto.
Los expertos excluyen que se presenten sanciones contra la tribu.
Los funcionarios locales, aconsejados por antropólogos y especialistas en poblaciones tribales, afirmaron que una posible recuperación del cuerpo, si se produce, podría demorar semanas.
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Los pescadores que llevaron ilegalmente a John Chau a Sentinel del Norte, y que alertaron de su desaparición, cuentan que vieron a la tribu enterrar al cuerpo en la playa.
“Su familia merece que el cuerpo de John sea llevado a casa donde puede ser enterrado”, alegó la semana pasada Mat Staver, el presidente de la organización Covenant Journey, que organiza viajes a Israel para estudiantes cristianos y con la que John Chau viajó en el 2015.
Si bien este caso desencadenó una lluvia de críticas mundial, una parte del mundo evangélico estadounidense transformó al joven en “mártir”. Según ellos, su muerte lo inscribe en la larga línea de misioneros asesinados durante siglos durante sus proyectos de difundir el cristianismo.
“Mis héroes son gente como John Allen Chau que el 17 de noviembre fue asesinado como mártir por la tribu de los sentineleses”, escribía especialmente en las redes sociales el teleevangelista Tony Suárez.
My heroes are people like John Allen Chau who on November 17 was martyred by the Sentinelese tribal people on the island of North Sentinel. Great is your reward my brother. https://t.co/GelUoh80Hw pic.twitter.com/kasCvWTo8a
— Tony Suarez (@revtonysuarez) November 22, 2018
En su cuenta de Instagram, el viajero reflejaba sobre todo la imagen de un aventurero amante de las excursiones al aire libre. Pero su diario de a bordo, que mantuvo hasta sus últimas horas, reveló que su aventura estaba preparada desde hace tiempo y en secreto “en nombre de Dios”.
El año pasado se unió a la organización de misioneros All Nations que, según esta, le dio una formación.