Berlín. La canciller alemana, Ángela Merkel, luego de días de polémica en el seno de su coalición, decidió el martes relevar de sus funciones al jefe del servicio de inteligencia, acusado de connivencia con la extrema derecha.
Al término del encuentro entre la jefa de Gobierno y sus socios de la Unión Social Cristiana (CSU) bávara y del Partido Socialdemócrata (SPD), el gobierno anunció que Hans-Geog Maassen ya no dirigiría esa dependencia.
Sin embargo, Maassen, quien tuvo siempre el apoyo del titular de Interior, Hors Seehofer, fue nombrado secretario de Estado en el ministerio.
Maassen, de 55 años, estaba en el centro de la polémica desde el 7 de setiembre cuando desmintió la existencia de “cacerías colectivas” de extranjeros, denunciadas poco antes por Merkel tras las manifestaciones antimigrantes convocadas por la extrema derecha en Chemnitz, en la antigua Alemania Oriental.
También aseguró que era falso un vídeo difundido en las redes sociales en el que se veía a varios hombres persiguiendo a un ciudadano, probablemente de origen extranjero. La grabación resultó ser verdadera.
El jefe de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV) suscita críticas por mantener presuntamente unos vínculos demasiado estrechos con el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que logró entrar en la Cámara de Diputados en el 2017, aprovechando el temor provocado por la llegada de más de un millón de demandantes de asilo al país desde 2015.
La prensa acusa a Maassen de haber transmitido informaciones confidenciales a la agrupación de extrema derecha, algo que él siempre negó.
El responsable de los servicios de inteligencia interior alegó que se había reunido con miembros de AfD, del mismo modo que se entrevista a menudo con personalidades de la política alemana.
El titular de Interior, Horst Seehofer, que se rebeló abiertamente contra la política migratoria de Merkel en junio, ha sido uno de los principales apoyos de Maassen.
Reproches a Maassen
El jefe de los servicios secretos recibió, empero, duros ataques por parte del otro miembro de la coalición gubernamental, el SPD. “Merkel debe ahora aclarar la situación del gobierno. Maassen deber marcharse, y les digo que se marchará”, dijo durante el fin de semana el jefe del SPD, Andrea Nahles, que participó en la reunión del martes.
Maassen dañó la confianza en los órganos de seguridad, lamentó Konstantin von Notz, de los Verdes. En estos momentos difíciles su “integridad no debería causar dudas”.
Un sondeo reciente realizado por el instituto Civey muestra, de hecho, que más de la mitad de los alemanes (el 58%) no confía en sus servicios de inteligencia para garantizar la seguridad del país.
Además de los problemas con la extrema derecha, los servicios secretos fueron acusados de cometer fallas en la vigilancia de los yihadistas en Alemania.
Para el AfD, Maassen era el blanco de los "grandes partidos" únicamente por haber criticado la política migratoria del gobierno.
La crisis abierta en torno a Maassen es una nueva señal de la pérdida de poder de la canciller. Merkel, quienlogró a duras penas formar una coalición de gobierno, afronta constantemente las críticas del SPD, que entró en el ejecutivo a regañadientes, y de la CSU, que no para de cuestionar su política migratoria.
Este último partido tiene la mirada puesta en las elecciones regionales del 14 de octubre en el poderoso estado de Baviera, donde la competencia de AfD podría hacerle perder su mayoría absoluta.
En su edición de Internet, el semanario Der Spiegel esperaba que el martes se tomase una decisión sobre Maassen, para sacar de la “parálisis” a un gobierno cuyo poder “se evapora cada vez más”.