El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, prometió este martes en su discurso de investidura liberar al país de los males que, a sus ojos, lo sumieron en “la mayor crisis ética y moral de su historia”.
“Convoco a cada uno de los congresistas a ayudarme en la misión de restaurar y volver a erguir a nuestra patria, liberándola definitivamente del yugo de la corrupción, la criminalidad, la irresponsabilidad económica y la sumisión ideológica”, proclamó ante el Congreso el exmilitar, de 63 años, convertido en el 38.º presidente de la mayor potencia latinoamericana.
Bolsonaro propuso un “pacto nacional entre la sociedad y los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial”, para cumplir con un programa conservador en lo social y liberal en lo económico.
“Vamos a unir al pueblo, a valorar la familia, respetar las religiones y nuestras tradiciones judeo-cristianas, combatir la ideología de género, conservando nuestros valores”, proclamó.
“Brasil volverá a ser un país libre de amarras ideológicas”, sentenció y prometió grandes cambios en la nación más grande de América Latina.
Luego de la ceremonia, Bolsonaro leyó su primer discurso como presidente de la república. Dentro del recinto, el presidente pidió a los congresistas que lo ayuden a “rescatar Brasil de la corrupción, la criminalidad y la sumisión ideológica” .
El ultraderechista, que ganó en el segundo turno al izquierdista Partido de los Trabajadores en un escenario polarizado, dijo que intentará construir “una sociedad sin discriminación ni división”.
“Comenzamos un trabajo arduo para que Brasil inicie un nuevo capítulo de su historia y se convierta en la gran nación que todos queremos” , aseguró Bolsonaro.
A bordo de un rolls royce descapotable, Bolsonaro llegó al Congreso brasileño, donde fue recibido por el presidente del Senado, Eunicio Oliveira, y el presidente de la Cámara, Rodrigo Maia, quienes lo saludaron y acompañaron dentro del recinto para la ceremonia de investidura como presidente de Brasil.
El público que acompaña la ceremonia en las calles fue menos del esperado por el equipo de Bolsonaro. Se esperaba una concurrencia de cerca de medio millón de personas a la capital brasileña, aunque en las calles se vieron varios claros en las zonas preparadas para la gente.
Varios periodistas se quejaron de las condiciones precarias para cubrir la ceremonia de asunción como presidente de Brasil de Bolsonaro, quien ha sido abierto crítico de los medios de comunicación.
La organización del evento está limitando el acceso de la prensa a los edificios públicos. Además, los periodistas fueron obligados a presentarse siete horas antes de la ceremonia.
De acuerdo con varios relatos en Twitter, los agentes de seguridad requisaron alimentos y otros artículos que varios periodistas llevaron para alimentarse durante la espera, como manzanas y tenedores, alegando que representaban un riesgo para la seguridad.
Bolsonaro, seguidor del presidente norteamericano Donald Trump, ha prometido recortar fondos de propaganda oficial a algunos grupos de medios.
De hecho, Trump felicitó a Bolsonaro por lo que consideró un “gran discurso” de investidura. La felicitación la mandó el estadounidense a través de su cuenta oficial en Twitter.
El congresista subió al poder con una agenda anticorrupción y a favor de las armas que ha revitalizado a los conservadores y a los partidarios de la derecha, después de cuatro triunfos consecutivos en las elecciones presidenciales por parte del izquierdista Partido de los Trabajadores.
Bolsonaro es el más reciente de varios líderes de extrema derecha que han llegado al poder en todo el mundo gracias a las olas de resentimiento hacia el poder establecido y con la promesa de reformar el statu quo.
Las festividades del martes en la capital de Brasilia comenzaron con una caravana a lo largo de la vía principal que conduce al Congreso y a otros edificios gubernamentales.
Bolsonaro y su esposa, Michelle, se pararon en un Rolls-Royce descubierto y saludaron a miles de espectadores.
Estaban rodeados de decenas de guardias a caballo y de guardaespaldas vestidos de civil que corrían al lado del vehículo.
Bolsonaro fue considerado como ajeno a la política y sus propios compañeros legisladores se burlaban de él por sus posiciones de extrema derecha, por el uso constante de improperios e incluso por su vestimenta casual.
Brasilia fue blindada para el acto con 3.000 policías. Además se desplegaron tanques, aviones de combate e incluso misiles antiaéreos.
El incremento de la seguridad responde a un pedido de Bolsonaro. En setiembre, un hombre armado con un cuchillo lo apuñaló perforándole el intestino en un acto de campaña y desde entonces tiene que usar una bolsa de colostomía.
Sus hijos, que también son políticos, insisten en que su padre podría ser el objetivo de radicales, pero funcionarios de seguridad no han hablado de amenazas.
Bolsonaro no se ha moderado desde su elección en octubre, y progresistas y liberales critican posiciones que consideran antihomosexuales, sexistas y racistas.
El nuevo presidente, que pasó casi tres décadas en el Congreso, también recibió críticas desde el extranjero por sus planes para revocar legislación sobre el Amazonas y por su desinterés en los programas sociales en uno de los países más desiguales del mundo en cuanto a ingresos.
En el frente económico, se desconoce hacia dónde guiará Bolsonaro a la mayor economía de Latinoamérica ya que durante la campaña cambió el rumbo de las posturas de estadistas anteriores con promesas para emprender reformas favorables a los mercados.
También se comprometió a revisar el sistema nacional de pensiones y a privatizar varias empresas estatales, lo que le valió un amplio respaldo entre los actores financieros.
Bolsonaro informó que priorizará la lucha contra la delincuencia en una nación que lleva años registrando la mayor tasa anual de homicidios del mundo.
Más de 63.000 personas fueron asesinadas el año pasado. Los grupos de defensa de los derechos humanos temen que su defensa de la violencia policía pueda proteger a los agentes de investigaciones por mala conducta y provocar más muertes extrajudiciales.
Siete de los 22 ministros del gobierno de Bolsonaro formaron parte del ejército en el pasado, más que en cualquier otro gobierno de la dictadura brasileña (1964-1985).
Esto elevó el temor entre sus opositores a una vuelta a un gobierno autocrático, pero Bolsonaro insistió en que respetará la Constitución. El vicepresidente del país será el general retirado Hamilton Mourao.
El Partido Liberal y Social de Bolsonaro controlará 52 escaños de los 513 que conforman la cámara, el segundo mayor grupo tras el Partido de los Trabajadores.