El Reino Unido y la Unión Europea insistieron el lunes en que todavía se puede alcanzar un acuerdo sobre el Brexit, pese al fracaso la víspera de las conversaciones destinadas a desbloquear el principal escollo, la cuestión de la frontera irlandesa.
“No podemos permitir que este desacuerdo (...) nos deje con el resultado de un no acuerdo que nadie quiere”, afirmó la primera ministra británica, Theresa May, en una intervención ante la Cámara de los Comunes para informar sobre el estado de las negociaciones a dos días del inicio de una cumbre crucial en Bruselas.
“Sigo creyendo que un acuerdo negociado es el mejor resultado tanto para Reino Unido como para la Unión Europea. Sigo creyendo que tal acuerdo se puede alcanzar y ese será el espíritu con el que continuaré trabajando con nuestros socios europeos”, agregó.
La UE veía en la cumbre de esta semana la “hora de la verdad” para alcanzar un compromiso, pero el domingo una nueva ronda de negociaciones se cerró sin resultado y no se prevén nuevas conversaciones antes del miércoles, cuando está prevista una cena de mandatarios.
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El presidente francés Emmanuel Macron, cuyo país es considerado uno de los que más presionan a May, se mostró tranquilizador y aseguró creer “que podemos avanzar” gracias a “la inteligencia colectiva”.
Varios de los ministros de Relaciones Exteriores europeos reunidos en Luxemburgo, entre ellos el español Josep Borrell, insistieron en que todavía hay tiempo para llegar a un entendimiento.
Pero, por si acaso, la UE está acelerando los preparativos de cara a una separación sin él, explicó en Bruselas el portavoz de la Comisión Europea Margaritis Schinas.
“Desgraciadamente, debemos prepararnos para diversos escenarios (...) No debemos meter la cabeza en la arena y decir ‘todo acabará arreglándose’”, advirtió la canciller alemana Angela Merkel durante un encuentro con empresarios en Berlín.
La cuestión de Irlanda sigue siendo el principal escollo.
Ambas partes quieren evitar el retorno de una frontera clásica entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda para no debilitar el acuerdo de paz de 1998, pero no logran un método pactado sobre cómo hacerlo.
A falta de una solución mejor, Bruselas aboga por mantener a Irlanda del Norte en la unión aduanera y el mercado único europeo. Esta propuesta, conocida como “backstop” (“red de seguridad”), figura en el acuerdo provisional de diciembre, pero Londres la rechaza ahora.
Afirma que comprometería la integridad territorial de Reino Unido, al crear una barrera administrativa entre Irlanda del Norte y el resto del país, y propone un “arreglo aduanero temporal” con la UE hasta que se alcance una solución permanente.
Los europeos se oponen por su parte a dar a los británicos un “acceso a la carta” al mercado único y al espacio aduanero sin asumir al mismo tiempo las obligaciones, máxime cuando el rechazo a la libre circulación de personas fue uno de los catalizadores del referendo del Brexit en 2016.
La primera ministra británica está bajo una fuerte presión interna del ala euroescéptica de su Partido Conservador, encabezada por el excanciller Boris Johnson que definió las propuestas de la UE como “elegir entre romper el Reino Unido o someterlo a vasallaje”.
May debe lidiar también con la firme oposición del partido ultraconservador norirlandés DUP, cuyos diez diputados en la Cámara de los Comunes sustentan su mayoría parlamentaria, a que Irlanda del Norte tenga un trato diferente al del resto de Reino Unido.
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Sammy Wilson, responsable del DUP para el Brexit, consideró este lunes que una salida sin acuerdo es “probablemente inevitable”.
Los europeos no pierden la esperanza de alcanzar un compromiso en noviembre, para dejar tiempo a su ratificación y evitar el escenario de una retirada no negociada contra la que ya advirtieron instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) por su impacto en la economía.
Todo apunta a que, en la cena del miércoles, los líderes de la UE podrían dar su visto bueno a una cumbre extraordinaria a mediados del mes que viene.
E incluso algunos apuntan ya más allá, como el primer ministro irlandés, Leo Varadkar. “Creo que noviembre o diciembre tienen mejores posibilidades (...) aunque esta es una situación que evoluciona”, dijo a la prensa en Dublín