Caracas. El gobierno de Nicolás Maduro es un fenómeno telúrico continuo, pero el mandatario sigue en pie. Este jueves asumió un nuevo período de seis años al que no habría llegado sin su principal sostén: los militares.
Para no dejar duda de que el presidente y sus generales son uno, la investidura incluyó un "acto de reafirmación de lealtad" de la Fuerza Armada.
A la misma hora Juan Guaidó, presidente del Parlamento de mayoría opositora, le pedía a los militares "desconocer" a Maduro.
Sin embargo, al contrario el alto mando, junto a unos 4.900 efectivos y tanques militares, le juró fidelidad por enésima vez en la Academia Militar en Caracas, ratificando que la Fuerza Armada es "socialista, antiimperialista y profundamente chavista".
"Acatamos sin vacilación su mando único e indiscutible liderazgo para dirigir los destinos de la patria en los próximos seis años y lo reconocemos como nuestro comandante en jefe", señaló un pregón leído por el ministro de Defensa, Vladimir Padrino.
Maduro ha premiado esa lealtad otorgando a los militares vasto poder en el gobierno y la economía.
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La cuota castrense en el Ejecutivo fue de 25% en tiempos del fallecido líder y teniente coronel Hugo Chávez (1999-2013). Con Maduro llegó a 43,7% en el 2017 y hoy se ubica en 26,4%, según la organización Control Ciudadano.
De 32 ministros, nueve son militares y dirigen carteras como Defensa, Interior, Agricultura y Alimentación, además de la petrolera PDVSA –que aporta 96% de los ingresos del país– y el servicio de inteligencia.
"Los ministerios ya no representan fuentes de riqueza como antes. Los militares prefieren manejar" la importación y venta de alimentos subsidiados, dijo Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano, sobre la merma en el gabinete.
Un televisora, un banco, una ensambladora de vehículos, una constructora y una compañía minera, petrolífera y gasífera refuerzan la influencia de los militares, que según analistas creció a medida que Maduro se hacía más impopular.
No en vano el mandatario considera a la Fuerza Armada la "columna vertebral" del país, que pasó de ser uno de los más prósperos de América Latina a padecer la peor crisis económica de su historia moderna.
Además del respaldo militar, Maduro cuenta con amplio control político. El Parlamento es el único poder que el oficialismo no domina, pero fue sustituido en la práctica por una Asamblea Constituyente 100% chavista.
La cúpula militar ya había ignorado un reciente llamado del Legislativo a respaldar un "gobierno de transición" que sustituya al de Maduro, considerado ilegítimo por Estados Unidos, la Unión Europea y varios gobiernos latinoamericanos.
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“Maduro se apoya en los militares, y estos en Maduro, para beneficiarse económicamente y evitar ser objeto de medidas judiciales posteriores a una derrota del régimen”, comentó a AFP el politólogo Luis Salamanca.
Otros especialistas como Benigno Alarcón creen que el empoderamiento a los uniformados opera como un "chantaje" para hacerlos corresponsables de la crisis y vulnerables a juicios por corrupción y violaciones de derechos humanos.
Pese al empeño por mostrar una Fuerza Armada monolítica, el ministro de Defensa admite que el "diablo" ronda los cuarteles.
Dos generales figuran entre los 25 detenidos por un presunto atentado contra el mandatario el 4 de agosto, cuando dos drones cargados de explosivos estallaron cerca de una tarima donde encabezaba un acto militar.
Unos 180 efectivos fueron detenidos en el 2018 acusados de conspirar contra el gobierno, según San Miguel. “El gobierno venezolano ha arremetido brutalmente contra militares acusados de conspiración”, denuncia por su parte Human Rights Watch.
En setiembre último, The New York Times reveló que diplomáticos estadounidenses se reunieron con militares que tramaban un golpe de Estado finalmente abortado.
Posterior a ello, el presidente Donald Trump dijo que si los soldados quisieran podrían derrocar a Maduro, quien denuncia que la Casa Blanca tiene listos 120 millones para “comprar” oficiales.
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En un contexto en que pocos escapan a la escasez de alimentos y medicinas y a la hiperinflación, unos 4.309 efectivos abandonaron las filas de la Guardia Nacional en el 2018, según una lista filtrada desde el organismo y citada por Control Ciudadano.
La organización estima que unos 10.000 miembros de la Fuerza Armada pidieron la baja desde el 2015.
Para Salamanca, altos oficiales se debaten entre “seguir con Maduro a riesgo de hundirse con él” o “salvar el pellejo” sometiéndose a la justicia de países como Estados Unidos, que sancionó a varios militares con prohibición de ingreso a ese país y confiscación de bienes.
“Las sanciones van a apretar a los miembros de la familia, a los hijos, y les va a poner la vida dura, los van a obligar a volver a Venezuela o negociar con los países que están tras esto, a cambio de delaciones. Esto podría vencer la resistencia interna”, señala.