Buenos Aires. En un clima de tensión social, los sindicatos argentinos realizaban el martes una huelga nacional de 24 horas, la cuarta contra las políticas de ajuste del presidente Mauricio Macri, que mantiene inactivos el transporte público, aéreo y naviero, la educación y los bancos y comercios.
El paro convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT) y al que se suman los combativos gremios de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA) era acompañada desde primeras horas del día por cortes de calles y bloqueos en los accesos a la capital realizados por organizaciones sociales y partidos de izquierda.
Los huelguistas y manifestantes son contrarios a las últimas medidas de ajuste aplicadas por el gobierno en el marco de las negociaciones para concretar un nuevo acuerdo financiero con el Fondo Monetario Internacional (FMI), al que Argentina ha recurrido en otras crisis y que genera gran desconfianza por su exigencia de recortes del gasto público.
Los sindicatos reclaman el fin de los despidos y aumentos salariales en un contexto de recesión económica, incremento del desempleo y una inflación estimada en al menos 40% para todo el año.
La huelga apunta a tener una gran incidencia ya que se plegaron todos los gremios del transporte público: los autobuses de corta y larga distancia, los trenes que unen Buenos Aires con las populosas localidades del cinturón urbano y el metro capitalino, que transporta a un millón de personas diariamente. Sin embargo muchos taxistas no se plegaron a la medida y circulaban por las calles de la capital.
También cerraron sus puertas las escuelas del sector público y las gasolineras, mientras que la medida era seguida de forma dispar por los comercios. Asimismo permanecían inactivos los puertos desde los cuales se exportan productos agropecuarios al resto del mundo.
Miles de vuelos fueron cancelados en los dos aeropuertos de Buenos Aires por la adhesión al paro de todos los gremios aeronáuticos.
También se paralizaron la distribución de mercaderías y la recolección de residuos debido a que el gremio de los camioneros se unió a la protesta.
Varios dirigentes sindicales calificaron la huelga de “contundente” y cuestionaron al presidente conservador Macri por aplicar medidas de ajuste que exige el FMI para llegar a un déficit fiscal cero en el 2019.
“El paro es un mensaje para el presidente, que escuche al pueblo porque le está diciendo algo, que no escuche solamente a (la titular del FMI) Christine Lagarde y a (el presidente de Estados Unidos) Donald Trump , dijo a periodistas Hugo Yasky, dirigente de una de las dos ramas de la CTA.
El sindicalista advirtió de que las protestas seguirán “hasta que no se nos escuche” para que no haya “más despidos estatales” y se destinen fondos para sectores que están sufriendo el recorte del gasto público como la educación.
Pablo Micheli, titular de otro sector de la CTA, rechazó que busque la caída del gobierno. “Defender a los trabajadores no tiene nada que ver con desestabilización; la única desestabilización es la del gobierno cuando va a pedir plata (al Fondo)”, manifestó.
Mientras se cumple la medida de fuerza, Macri se encuentra en Nueva York, donde el martes participará en la Asamblea General de las Naciones Unidas. El mandatario aprovechó su viaje para intentar recuperar la confianza de los inversores en Argentina y acordar con el FMI el adelantamiento de fondos para cubrir las necesidades financieras del 2019.
Los dirigentes gremiales criticaron la buena sintonía que mostraron Macri y Lagarde durante un acto celebrado anoche en Nueva York en el que el mandatario recibió el premio Ciudadano Global 2018, entregado por la organización Atlantic Council.
El gobierno criticó la huelga. El ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, afirmó que la medida no es “oportuna” en momentos en que “ todos estamos haciendo un esfuerzo colectivo, empresarios, trabajadores, gobierno nacional y gobiernos provinciales, para superar esta crisis”.
El secretario de Trabajo, Jorge Triaca, aseveró que “hay algunos con intereses políticos que creen que lo mejor que les puede pasar es que se vaya este gobierno”.
Argentina busca un adelantamiento de los fondos del acuerdo crediticio suscrito en junio, por el cual obtuvo un préstamo de $50.000 millones con el fin de afrontar la crisis cambiaria iniciada un mes antes. Desde comienzos de año la moneda acumula una devaluación de más de 50% que ha incidido a su vez en el recalentamiento de la inflación.
El acuerdo con el FMI supone un fuerte ajuste de cinturón en un país con un tercio de la población viviendo en la pobreza.
En medio de las decisivas negociaciones con el FMI, el economista Luis Caputo renunció el martes como titular del Banco Central de Argentina aduciendo motivos personales. La dimisión tuvo un impacto inmediato en el mercado de cambios y el dólar se ubicaba a las 15.15 GMT a 39,70 pesos por unidad desde los 37,90 de la víspera.
El gobierno viene aplicando desde hace tiempo impopulares ajustes que incluyeron fuertes subas del transporte y de servicios como la luz y el gas, que sumadas a la imparable inflación han incrementado las protestas callejeras.