Washington. “¡Un asalto a nuestro país!”: el presidente Donald Trump aprovecha la caravana de miles de migrantes centroamericanos que se dirige a Estados Unidos para agitar a sus bases, dos semanas antes de las elecciones en las que su mayoría en el Congreso corre peligro.
El tema migratorio ha sido protagonista en el discurso político del republicano desde que era candidato. Y luego de un verano polémico con la política de separación de familias, el asunto vuelve a la palestra.
Y a medida que los electores se preparan para votar el 6 de noviembre, Trump aprovecha para sacar el tema una y otra vez buscando movilizar a los republicanos y evitar que los demócratas tomen, según la intención de voto que recogen las encuestas, por lo menos el control de la Cámara de Representantes.
La caravana de miles de inmigrantes, la mayoría hondureños, con dirección a la frontera de México con Estados Unidos es la excusa perfecta para retomar el tema.
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“El Partido Demócrata está animando a millones de extranjeros ilegales a romper nuestras leyes y violar nuestras fronteras y abrumar a nuestra nación”, dijo Trump el lunes en Texas, acusando sin pruebas a sus opositores de estar detrás de esta movilización de unas 7.000 personas.
"Los demócratas lanzaron un ataque a la soberanía de nuestro país".
¿La respuesta del partido azul? Silencio total.
El recurso del miedo
En su exitosa campaña para la Casa Blanca en el 2016, Trump aprovechó los temores de los estadounidenses de una crisis migratoria, acusando a los extranjeros de traer violencia y drogas al país, y así galvanizar a sus partidarios.
Ahora, ha amenazado con formalmente declarar la situación de la caravana como una “emergencia nacional”, una medida que está en línea con sus esfuerzos de poner a los indocumentados en el centro de su discurso.
Y para deleite de su base, afirmó que cerrará la frontera sur de Estados Unidos con México, y que va a cortar la ayuda internacional a Guatemala, Honduras y El Salvador por no detener la marea migratoria.
La caravana“es un regalo que no pudo llegar en mejor momento”, manifestó Muzaffar Chishti, abogado y director del Migration Policy Institute (MPI) en la Universidad de Nueva York.
La movilización le permitió al presidente reescribir el discurso antimigratorio, luego de que tuvo que echar atrás una política de separación de familias tachada por sus detractores de inhumana y antiestadounidense.
“Para mejorar su base, (la caravana) ha resultado ser extremadamente oportuna”, añadió Chishti. “Ahora, que cambie alguna opinión entre demócratas o independientes, eso aún está por verse”.
El vicepresidente Mike Pence, quien ha seguido la línea de Trump, dijo que el Gobierno de Honduras le informó de que la caravana fue organizada por grupos izquierdistas financiados por Venezuela.
Demócratas en silencio
Una crítica de los demócratas puede colocarlos como débiles sobre seguridad nacional.
Pero ponerse del lado del presidente, por otro lado, probablemente les costaría el voto hispano, que representa una buena porción de su base.
Para Manuel Orozco, director de la organización Inter-American Dialogue, la situación creada por la caravana puede tener repercusiones en las elecciones.
"Dado el nivel de polarización en el ámbito político de Estados Unidos, cualquier cambio repentino puede inclinar la balanza", indicó.
Según el instituto Pew Research Center, 75% de los republicanos consideran que la inmigración ilegal es el principal problema del país, en contraste con 19% de los demócratas encuestados.
Por eso, el partido azul se concentra en abordar el tema de salud, haciendo hincapié en que Trump busca desmantelar el Obamacare, como se conoce a la ley de asistencia sanitaria impulsada por Barack Obama.
Pero de lo migratorio, ni una palabra. Un ejemplo es que la jefa del grupo hispano en el Congreso, Michelle Lujan Grisham, tuiteó tres veces el martes sobre los derechos transgénero y el miércoles por su cumpleaños.
De la caravana, nada.