Nueve meses habían pasado desde que empezó la guerra civil del 48 en Costa Rica, cuya duración fue de 44 días, cuando José Figueres Ferrer decidió abolir el ejército, el 1.º de diciembre de 1948.
El entonces presidente de la Junta Fundadora de la Segunda República –un gobierno de facto que tuvo el país entre el 8 de mayo de 1948 y el 8 de noviembre de 1949– se aventuró a acabar con la carrera armamentista y, en su lugar, a apostar por la educación.
No imaginaba el país lo que le depararía erguirse como la primera nación del mundo en abolir el ejército.
A continuación, un recuento cronológico de los principales hechos históricos producto de esa decisión:
De cuartel a museo. Como un simbolismo, José Figueres Ferrer dio mazazos a una de las paredes del Cuartel Bellavista –hoy convertido en el Museo Nacional de Costa Rica– imagen que se quedó en el imaginario colectivo como referente de una vida política y social sin carrera armamentista.
En el acto de abolición del ejército de ese 1°. de diciembre de 1948, “don Pepe” entregó las llaves del recinto militar a la Universidad de Costa Rica (UCR), para convirtiera el edificio en un epicentro cultural.
Sellado en la Constitución Política. La Asamblea Nacional Constituyente de 1949 eleva a rango constitucional la decisión de abolir el ejército, acción que ponía punto final a una serie de acontecimientos que llevaron luto y dolor a muchas familias costarricenses.
Creación de la Fuerza Pública. Los militares se convierten en policías, quienes, desde entonces, intentarían velar por la seguridad ciudadana.
Así quedó estipulado en el artículo 12 de nuestra Constitución Política:
“Se proscribe el Ejército como institución permanente. Para la vigilancia y conservación del orden público, habrá las fuerzas de policía necesarias. Solo por convenio continental o para la defensa nacional podrán organizarse fuerzas militares; unas y otras estarán siempre subordinadas al poder civil: no podrán deliberar, ni hacer manifestaciones o declaraciones en forma individual o colectiva”.
Detonante de mejores condiciones sociales. Historiadores coinciden en que la abolición del ejército sentó las bases de una serie de decisiones trascendentales para el país durante la primera mitad del siglo XX.
Gabriela Villalobos, historiadora del Museo Nacional, comenta que una de esas repercusiones positivas es el fortalecimiento de una dinámica civilista, “donde los ciudadanos demuestran sus diferencias desde los espacios democráticos”.
Otra de esas secuelas benévolas de haberle puesto un punto final a la vida armamentista en Costa Rica, prosigue la experta, es que, gracias a la ausencia de un ejército, Costa Rica no resultó tan afectada por la Guerra Fría entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, como sí lo sufrieron otros países de la región.
“Aunque no estuvimos exentos de ese conflicto, no vivimos la represión de muchos países de América Latina y los centroamericanos, en parte, porque no tuvimos ejército”, asegura Villalobos.
Asimismo, otra de las consecuencias afirmativas para el país que dejó aquel 1°. de diciembre de 1948, amplía la historiadora, es el fortalecimiento del Estado y la expansión de instituciones como la Caja Costarricense del Seguro Social.
“Ya en los años 70 Costa Rica alcanza una esperanza de vida y una baja de la mortalidad infantil que, incluso, a veces está por encima de países desarrollados. Eso ha coincidido con un estado que se amplía con cierta efectividad en cuestiones sociales y económicas. Un sistema de salud más robusto y un sistema educativo que permite el ascenso social”, explica la especialista.
Sin embargo, la historiadora es elocuente al recordar que la paz no consiste solamente en la ausencia de fuerzas armadas.
“La abolición del ejército es una decisión histórica trascendental, con muchos resultados positivos, pero si nos seguimos enfrentando a una sociedad donde la desigualdad aumenta, eso no nos garantiza la paz social, porque esta no tiene que ver solo con la ausencia del ejército”, expresa Villalobos.
Siempre sobre las ventajas de la eliminación de las fuerzas armadas, un estudio de la Universidad de Costa Rica revelado el pasado jueves 29 de noviembre, dio a conocer que esa decisión permitió aumentar el crecimiento de la economía y la inversión estatal en sectores estratégicos, a partir de los años 50.
Según la investigación, si no se hubiera abolido el ejército, el ingreso per cápita de los habitantes de Costa Rica para el año 2010 habría sido un 40% menor del que se registró en la realidad: en vez de $15.800 anuales (¢9,5 millones), el indicador habría llegado apenas a $9.342 (¢5,7 millones).
Con esos ingresos, la situación económica del país en ese momento se habría asemejado mucho más a la de naciones como El Salvador y Guatemala.
Una efeméride desde hace 37 años. Por decreto del 24 de diciembre de 1986, se declara el 1.° de diciembre de cada año como el Día de la Abolición del Ejército. Desde entonces, el Ministerio de Educación Pública se le instruyó oficialmente en dicho documento para que emitiera las directrices de la celebración anual de dicha efeméride en todos los centros educativos del país. Se quería de esta manera que el acto de aquel 1 de diciembre pasara a formar parte de la memoria de larga duración de nuestro pueblo.
Fiesta nacional. El 29 noviembre de 2018, el Gobierno de la República emitió un decreto que incorpora el Día de la Abolición del Ejército como celebración patria obligatoria en las escuelas y colegios.
Desde entonces, durante la última semana de noviembre o en la primera semana de diciembre, los centros educativos del país deberán realizar un acto en conmemoración del Día de la Abolición del Ejército.
La celebración deberá incluir actividades que promuevan la paz, la libertad, la democracia, la no violencia, el diálogo y la defensa de los derechos humanos.
Además, se deberá entonar el Canto a la Abolición del Ejército en Costa Rica del compositor Carlos Guzmán Bermúdez.
Nota del editor: Este artículo lo publicó La Nación, originalmente, el 1.º de diciembre del 2018.