Los rostros de los huelguistas que lo increparon, el pasado miércoles, con insultos y empujones en las afueras del Teatro Nacional le quedaron grabados en la mente.
Aún así, el presidente de la República, Carlos Alvarado, parece asumir este amargo episodio como parte del precio que le ha tocado pagar por impulsar la reforma fiscal.
“No recuerdo haber sentido miedo”, responde el mandatario durante una entrevista que le concedió a La Nación en un amplio salón del primer piso de la Casa Presidencial.
Son las 5:12 p.m. de un jueves pasado por lluvia. Alvarado luce tranquilo, aunque sabe que este viernes los diputados pretenden someter a votación de primer debate el proyecto tributario.
Es el mismo plan que desató una protesta de empleados públicos que ha generado bloqueos en carreteras, cierres de escuelas y colegios, cancelación de citas médicas y actos de sabotaje en instalaciones del Estado.
Alvarado admite que el texto no es la solución absoluta a los problemas fiscales del país, pero sostiene que representa un paso importantísimo para evitar una crisis y sentar las bases para un mejor futuro.
Confía en que la aprobación de la iniciativa permita, en el corto y mediano plazos, liberar la presión sobre las tasas de interés, reactivar la economía y enviar una señal positiva para desencadenar una mayor inversión.
También espera que, superado este trámite, su gobierno pueda enfocarse a atender otros temas prioritarios como la desigualdad entre área metropolitana y zonas costeras, pobreza, desempleo, seguridad y obra pública.
“Siento un gran optimismo de que estamos muy cerca de adoptar medidas de cambio valientes, estructurales y de fondo”, asegura el mandatario.
Respecto a la huelga, considera que el movimiento se ha ido debilitando con el paso de los días, pero reconoce que algunos de los manifestantes que quedan están tomando acciones más radicales para hacerse oír.
En ese sentido, sostiene que la línea de la Fuerza Pública seguirá siendo buscar primero el diálogo y actuar con prudencia, pero afirma que se garantizará la prestación de los servicios.
Aún así, considera posible llegar a un acuerdo con los sectores sindicales que quieren construir y ante la consulta sobre si se necesitará un proceso de reconciliaciónn nacional luego de la huelga, admite que su administración está preparando un plan de acción para “el momento después” de la reforma fiscal.
A continuación, un extracto de la conversación sostenida por el mandatario con este diario.
-- El pasado miércoles, en las afueras del Teatro Nacional, usted fue rodeado por un grupo de huelguistas que lo increparon con insultos y hasta empujones. ¿Cree usted que el movimiento contra la reforma fiscal se salió de control?
-- Yo creo que quienes lo originaron y quienes lo impulsaron sí perdieron el control de los extremos a que ha llegado.
-- ¿En qué momento percibe usted que ellos perdieron el control?
-- Como equipo lo empezamos a detectar en el proceso de negociación porque se notó muy claramente que había un grupo que tenía una intención válida de negociar, de llegar a acuerdos. Pero sí quedó claro que había otro grupo más radical que no tenía ninguna intención de que se materializara un acuerdo.
" Y después del diálogo con la Iglesia salió un documento, pero el grupo más radical hizo todo lo posible para traerse abajo el acuerdo de todos y esa tesis más radical extrema fue la que prevaleció. Y desde ahí vimos que perdió todo el sentido el movimiento sindical, perdió cualquier ruta posible. Ese fue el impase que se generó, a partir de una crisis de liderazgo.
"Pero, reconociendo la importancia que tiene el movimiento sindical en cualquier democracia, y en Costa Rica, por otra parte siento un gran optimismo de que estamos muy cerca de adoptar medidas de cambio valientes, estructurales y de fondo.
“Lo que están pronto a votar los diputados no es un proyecto cualquiera. Lo que estamos haciendo es abrir espacio al futuro y a futuras generaciones, garantizando que hay estabilidad y oportunidades para quienes estamos, para las instituciones actuales, pero también para que haya estabilidad en el futuro para todas las personas”.
“Entonces, eso no es un paso menor; es un paso valiente que tiene una trascendencia en el momento histórico de Costa Rica porque, además, es dejar de patear la bola y es tomar decisiones, que es lo que necesitamos”.
-- De vuelta al incidente del miércoles, ¿no le parece que fue muy arriesgado salir al encuentro de una turba que estaba claramente enardecida?
-- Yo creo que lo arriesgado fue aspirar a la Presidencia de la República porque desde entonces yo sabía que teníamos que ir con determinación a resolver el temas fiscal, entre otros.
"Yo tengo una claridad de que esto hay que resolverlo. Ciertamente, hay turbulencia porque no es un sector sino que muchos sectores del status quo de Costa Rica tienen que contribuir con su parte en la reforma.
"Esto toca muchos sectores. Las cooperativas van a contribuir más de lo que contribuían, el sector solidarista, el sector empresarial; el sector profesional de altos salarios va a contribuir más. Se va a atacar la evasión, por medio del IVA (impuesto al valor agregado). Con el sector agropecuario también hubo diálogo.
“En fin, esto va a tocar a los diferentes estamentos de la sociedad, pero por un proyecto colectivo para construir un futuro compartido. Obviamente, esto incomoda a muchos porque nos toca a todos, pero hay un bien superior mayor. Por eso es importante hacerlo y por eso ha sido tan difícil hacerlo”.
-- ¿Sintió temor en algún momento ayer?
-- No. La verdad es que cuando recuerdo eso, lo recuerdo como si fuera una película vista desde mi cuerpo, pero por un tercero. Recuerdo muy claramente ver los rostros de las personas gritándome directamente, pero no recuerdo haber sentido miedo.
-- En lo personal, ¿cuál ha sido el costo político y popular de mantener una beligerancia tan activa en favor de la reforma fiscal?
-- El costo político creo que ha sido, por un lado, probablemente perder algunos respaldos de algunos sectores. Pero me siento muy tranquilo porque desde un principio, siendo precandidato y luego siendo candidato, luego como presidente electo y como presidente, siempre fui claro en decirle a la gente lo que iba a hacer.
“Yo no le oculté nada a nadie. Yo dije: ‘Hay que resolver el tema fiscal’. Ese es el principal tema y eso es lo que me he dedicado a hacer”. No he hecho algo diferente a lo que yo he dicho que iba a hacer.
"Entonces yo sé que ha habido un costo político, si lo pensamos desde el punto de vista tal vez electoral y eso me tiene muy sin cuidado. Mi mayor preocupación es resolver.
“Si usted me pregunta cuál ha sido el principal costo no es el político; puede ser un costo personal que es dedicar más tiempo a mi familia, principalmente a mi hijo”.
-- El Congreso anuncia para este viernes la votación en primer debate de la reforma fiscal. ¿Está usted satisfecho con el texto final?
-- Creo que el texto, en la esencia, cuenta con lo necesario. No es para mi gusto el texto perfecto, pero es el texto posible. Y yo soy más amigo de lo posible que de lo perfecto.
“Y creo que el texto ayuda de manera consistente a resolver el problema fiscal. No es la solución absoluta, pero sí un avance muy considerable. Ni es la solución absoluta pero tampoco es, como muchos han dicho, una curita. Sí es un paso en firme en la dirección correcta que tendrá que ser consistente con presupuestos de la República responsables y otras acciones responsables durante los cuatro años”.
-- Con la reforma fiscal, ¿cuáles son los primeros beneficios que los costarricenses van a percibir?
-- Veo varias cosas. Uno, se liberará la presión de las tasas de interés y esos va a ayudar mucho a la reactivación de la economía. Dos, hay mucha inversión importante que hoy está contenida esperando ver qué pasa con esto. Una vez que tengamos ya un texto como ley de la República, con segundo debate, habrá mucha mayor certeza y seguridad jurídica, y eso desencadenará un proceso de mayor inversión.
“Hay gente hoy que no está ampliando plazas, o que no está ampliando operaciones o que no está iniciando operaciones, o no está haciendo inversiones, o incluso hay gente que no se ha ido de vacaciones, o no ha comprando equis o ye cosa a la espera de ver qué pasa. Cuando ya hay certeza, eso nos va a expandir esa demanda. Además, creo que entraremos en una etapa de mayor optimismo, porque lo habremos logrado. Eso va a mejorar los indicadores económicos.
"También tenemos que empujar esa bola con una reactivación económica, como la que hemos anunciado en materia de digitalización, reducción de trámites y también tenemos que profundizar la generación de empleo territorial.
“Otra cosa que ha quedado muy clara con los acontecimientos recientes es que, por postergar tantas decisiones durante tanto tiempo, hemos generado una polarización muy importante en varios temas en Costa Rica. Una muy grave es la diferencia entre el área metropolitana y las costas y como Gobierno y como sociedad tenemos que potenciar radicalmente el desarrollo en las provincias costeras, que es una prioridad de mi gobierno.
"Pero en el corto y mediano plazo veo que, tras la reforma tenemos que seguir empujando nuestra economía porque se va a activar. Tenemos solo en la parte de obra pública vial, sin contar el tren eléctrico, estamos hablando de una inversión de $3.000 millones en los próximos cuatro años. Esa es una inyección muy importante para nuestra economía.
“Este año y el próximo tendremos el BID cantonal ya aprobado que ayudará a todas las municipalidades y los fondos de emergencia que están en este presupuesto para muchas obras cantonales. Pero para que esto se materialice tenemos que pasar este tránsito”.
-- ¿Cuáles aspectos resiente que se hayan eliminado del texto original de la reforma fiscal que su gobierno presentó?
-- Hay varios, pero esto no significa que se acabó la discusión aquí. Estamos llegando al mejor texto posible en este momento en un ejercicio democrático de las fuerzas electas con representación en el Congreso. En ese juego político y democrático que hemos aceptado, se acordará un texto, ahora eso no significa que muchas de esas cosas en el corto o mediano plazo no se puedan revisar, como ya ha quedado patente en diversos temas.
-- ¿Cuál es el riesgo de no aprobar la reforma fiscal en este momento?
-- La crisis y una crisis que nos puede impactar la pobreza. En los ochentas, la pobreza pasó del 20 por ciento al 50 por ciento. En el caso actual, de cinco millones de habitantes y dos millones y medio de ellos serían pobres. Eso sería gravísimo, sería una situación terrible y de dolor para el país. Por eso es que impulsamos el proyecto con tanta determinación.
-- En caso de que el texto sea aprobado, el texto podría ser enviado a consulta a la Sala IV. La Corte emitió un pronunciamiento tardío con respecto a la reforma fiscal que planteó la administración Solís Rivera, el cual plantea dudas sobre el impacto del proyecto en la estructura salarial del Poder Judicial. ¿Teme usted que ese pronunciamiento pueda incidir en las decisiones de los magistrados constitucionalistas sobre el nuevo texto?
-- Yo soy optimista también en eso. Hay dos escenarios: uno es la consulta de constitucionalidad y otro es la consulta institucional que se debe hacer a muchas instancias, en cuenta la Corte Plena. Creo que en ambas instancias hay conciencia, respetando los debidos procesos y la división de poderes, sobre la situación en que estamos y de que necesitamos ayudar a Costa Rica a salir adelante. Entonces, eso me da una gran confianza en que como sociedad también lograremos avanzar ese proceso.
Del archivo:
-- Con respecto a ese pronunciamiento de la Corte, el magistrado William Molinari consideró que para que se pudiera aprobar la reforma fiscal propuesta por el anterior gobierno se ocupaban 38 votos. ¿Se están haciendo esfuerzos en estas últimas horas para amarrar un mayor apoyo entre los diputados de oposición para alcanzar esa cifra de votos?
-- Por un lado, la consulta que respondió la Corte era sobre el expendiente anterior. Entonces, uno no podría adelantar que la misma respuesta se vaya a dar sobre este expediente.
"Pero, por otro lado, viendo la reiteración de varias de las votaciones en el plenario del Congreso, muchas han tenido votaciones de 37 a 16, o similares. Yo pensaría, además, que muchos diputados que tal vez no se sientan satisfechos con la totalidad del proyecto, pero que saben que aún así es lo mejor, apoyarían el texto. Entonces, igual yo en eso siento mucha esperanza y mucha confianza en nuestros legisladores.
“Todos, los que están a favor y en contra, han mostrado mucho valor en este tema y, a diferencia de otras Asambleas, se ha mostrado un espíritu cívico mayoritario. No ha habido esos voluminosos trámites de mociones, no ha habido obstruccionismo insensato. Ha habido discusión de fondo y yo rescato mucho de esta Asamblea; eso habla muy bien del primer poder de la República”.
-- ¿Será entonces este viernes un día de mucha negociación, de mucho control de cómo van las voluntades en el Congreso?
-- Sí, creo que sí, pero las principales lógicas de negociación iniciaron incluso poco antes de que arrancara la comisión dictaminadora. El trámite de comisión tuvo mucho diálogo y acercamiento. El trámite en el plenario ha tenido mucho diálogo y acercamiento. Entonces, ya hay un camino hecho; no es construir sobre cero, sino más bien coronar un proceso de mucho debate político sano.
“Entonces, si lo tienen a bien los diputados, votarlo el día de mañana (este viernes) será la culminación de un proceso democrático”.
-- ¿Tiene usted un número mágico de votos?
-- No, creo que lo importante es su aprobación. Y esto no es que ya terminó todo. En Costa Rica tenemos mil cosas. Ahora estamos viendo una onda tropical, tenemos que retomar los éxitos que hemos tenido en la lucha contra la delincuencia, tenemos que retomar la ruta de la mejora educativa.
"En fin, la reforma fiscal es un paso fuerte, y habrá que tomarse uno o dos minutos para reflexionar sobre su importancia y recordarla; acto seguido hay que seguir trabajando porque son muchas las decisiones que hemos postergado por mucho tiempo.
“A mi administración le va a tocar, principalmente ahora al inicio, arreglar muchas cosas que acumulan mucho malestar como el transporte público, la situación en las costas, de los pescadores, los temas de narcotráfico y la seguridad, los temas de las pensiones, el desempleo, y la gente que no logra terminar su bachillerato y por eso queda excluido de muchas oportunidades”.
-- ¿Está preparado el Gobierno en caso de que los sindicatos reaccionen con más violencia si se aprueba la reforma fiscal?
-- El movimiento, según nuestras cifras, ha venido mermando radicalmente. Los números vienen en franca reducción. Lo que sí ha cambiado es que los que siguen quedando son los más radicales y cada vez buscan más medidas para llamar la atención e incluso para incitar a una confrontación. En eso la Fuerza Pública ha sido muy disciplinada en evitar eso y actuar siempre con mucha prudencia y respeto a la ley, y de protección a todas las personas.
“Estamos hablando de que en los últimos días se manifiestan entre 3.000 y 5.000 personas en todo el país, cuando tenemos cinco millones de habitantes, cuando tenemos 350.000 empleados públicos. Es decir, es un grupo minoritario, pero que con ese tipo de acciones llama la atención pública y genera zozobra y preocupación”.
-- ¿Pero eso no les genera mayor preocupación?
-- Si claro, le estamos dando la atención debida: resguardo a la Asamblea Legislativa, abrir las rutas principales para no afectar el comercio. Hemos mantenido el servicio de elecricidad, de agua, de trenes, de combustibles. En fin, hemos tenido el control de la situación del avance del país.
“Esto no es una huelga general en la que todo se paró; es una huelga de un sector del sector público. Los hospitales están funcionando, sí hay una afectación en el curso lectivo, pero la mitad de las escuelas están en funcionamiento. Y eso es, en mucho, gracias el esfuerzo de muchos empleados públicos que sí han permanecido en sus puestos y también de un gobierno que se ha preocupado porque el país siga caminando”.
-- ¿Usted ordenó expresamente a la Policía tratar con guantes de seda este conflicto?
-- Lo que hablamos es que usáramos siempre el diálogo primero y que buscáramos las soluciones más prudentes en todos los casos, al tiempo que se mantenían los servicios, el orden y la paz. Esa es la línea que don Michael Soto (ministro de Seguridad) ha llevado con buen suceso.
-- ¿Cómo recibe usted las críticas de algunos sectores que esperaban una acción más contundente y enérgica de la Fuerza Pública en algunos momentos?
-- Creo que la contundencia que se ha utilizado es la adecuada. Hay que ponerlo en perspectiva: tenemos más de 20 días en esta situación y mucho dichosamente, y así queremos que permanezca, no tenemos ningún hecho que como país tengamos que lamentar. Y eso yo creo que habla bien de nuestro país, comparado con otros, incluso países desarrollados.
“Eso es mérito de la Fuerza Pública y de muchas personas que se han manifestado dentro de los rangos que da la ley y la Constitución. Nosotros no estamos en contra de que la gente se manifieste, pero sí estamos en contra de que la gente viole la ley y tenemos que hacer respetar la ley”.
-- Su administración dio plazo a la unión sindical hasta el lunes 8 de octubre para que respondiera si va a suscribir el acuerdo preliminar para abrir una mesa de diálogo. ¿Qué va a pasar si los sindicatos no contestan o rechazan la propuesta?
-- Mi lectura y por lo que me ha informado el ministro de Trabajo (Steven Nuñez), es que habrá avances con los sectores sindicales que quieren construir. Además por otra razón: hay un sindalismo muy sano en esto que, al ver la radicalización de otros líderes que han asumido un protagonismo, también se quieren distanciar de eso y plantear sus posiciones desde otro lugar.
-- ¿Entonces usted espera que algunos sindicatos sí suscriban el acuerdo?
-- Tengo la esperanza de encontrar entendimientos con grupos sindicales. Hay que entender que la vida democrática sigue y el Gobierno tiene que seguir su diálogo y su trabajo con todos las organizaciones y con los sindicatos. Esto no tiene que convertirse en una fractura del diálogo con los sindicatos ni del diálogo social. Sería un error quien interprete este momento como el momento para golpear al movimiento sindical. Lo inteligente en este momento, más bien, es profundizar en el diálogo para entender qué pasó en este contexto y cómo podemos seguir construyendo una Costa Rica con ese sector y con los otros.
-- ¿Usted considera que pasado este episodio se debe entrar en un proceso de reconciliación nacional?
-- Sí, pero no solo por este tema. Costa Rica viene de varios eventos. Uno de ellos es un caso que tocó a los tres poderes de la República con personas señaladas por temas de corrupción y que generó cierta tensión social. Luego pasó un proceso en el que temas religiosos o de creencias sobre el matrimonio igualitario separaron a la sociedad y luego pasamos a un proceso donde el tema de la migración, e incluso de la xenofobia, también volvió a generar otra configuración social. Inmediatamente pasamos a un tema donde una reforma fiscal recompone también las posiciones en el país.
“Ciertamente eso ha generado una sensación de zozobra y creo que sobre eso, como sociedad sociedad que aspira no solo a ser educada sino moderna, tenemos que comprender que esa es la realidad del siglo XXI y que en vez de enfrentarla con miedo, tenemos que enfrentarla con entendimiento".
-- ¿Cuál sería su primer paso para buscar esa reconciliación?
-- Con el equipo de gobierno estamos discutiendo, al tiempo que atendemos esto, lo que llamamos “el momento después” de la reforma fiscal con medidas para direccionar al país en la ruta que creemos más oportuno. Pero eso será el momento después, por ahora lo importante es que ojalá llegue esa votación tan importante para el país.
-- ¿Qué le dice el presidente de la República a los 90.000 asegurados que en las últimas cuatro semana perdieron su cita o su cirugía por la huelga, a los 79.000 alumnos de escasos recursos que no pudieron ir al comedor escolar y a los miles de colegiales de quinto año que han estado en vilo por las pruebas de bachillerato?
-- Les digo que como presidente me duele muchísimo y que comparto esa preocupación. Pero, cuando hago el balance, también tengo que decirles que esto hay que hacerlo por un bien superior y que como país podremos recuperar esas citas, podremos compensar esos procesos educativos y también podremos salir adelante.
“Pero no hacer este esfuerzo haría que a futuro se pierda, no 90.000 citas, sino todo un sistema de seguridad. No es que se pierdan unos días de comedor, sino todo el financiamiento educativo”.
-- Este movimiento de protesta también ha generado pérdidas al país. Se habla de, al menos ¢32.000 millones. ¿Qué medidas se han evaluado para lograr una recuperación de la economía?
-- Con mejorar el tema de las tasas de interés y liberar la expectativa de la inversión eso nos va a ayudar bastante a mejorar el clima económico. Y, obviamente, también tendremos que trabajar en los planes remediales para atender rezagos en diferentes campos.
-- ¿La imagen del país cómo la recuperamos?
-- Con nuevos logros y nuevos resultados. Costa Rica tiene una imagen fuerte. La temporada turística alta de noviembre se mantiene con una fuerte expectativa, los inversionistas siguen viendo a Costa Rica como un país ejemplo para instalarse por su recurso humano y sus condiciones. En el campo ambiental, el mundo está esperando el mensaje de Costa Rica en materia de cambio climático, porque se sabe que el país es uno de los líderes mundiales en esa materia.
“Este hecho de darnos una base sólida en lo fiscal lo que hace es que nos dé una plataforma muchísimo más fuerte para que potenciemos no solo lo que somos, sino también lo que podemos ser”.
-- En caso de que la protesta continúe y se ratifiquen las declaratorias de ilegalidad emitidas por los tribunales laborales, ¿el Gobierno va a rebajar salarios y realizar despidos?
-- Se procederá de conformidad con la ley. Se procederá a los rebajos que corresponden. Eventualmente se puede estudiar hacer algún tipo de prorrateo para no afectar tanto las economías y una mezcla de los rebajos con algún grado de compensación con otro tipo de actividades. Pero eso lo tendrá que determinar cada institución según su actividad con cada uno de sus jerarcas. Despidos habrá, si hay desacato. Si la gente no vuelve 24 horas después de declarada la ilegalidad de la huelga, ahí se actuará conforme a la ley.
“Igual, quien se haya manifestado en paz y desde hoy puede volver a su puesto de trabajo, no hay ninguna limitación real para hacerlo ni tampoco será sujeto de que se le vea mal o se le maltrate”.