“Singapur no tiene recursos naturales, solo tenemos a nuestra gente”. Con ese argumento, el viceministro de Educación de Singapur, Chee Hong Tat, explica por qué ese gobierno le concede tal importancia a la formación educativa de niños y jóvenes, la cual financia prácticamente en su totalidad hasta el final de la secundaria.
Con esa premisa clara, decidieron hace al menos tres décadas apostar fuertemente por la excelencia en sus escuelas, colegios, universidades e institutos de formación técnica, como una fórmula para salir del subdesarrollo.
No es casual que en el Informe Mundial de Competitividad 2018, Singapur resultara la segunda economía más competitiva del planeta (se analizaron 140 países), solo por debajo de Estados Unidos. Los resultados de este estudio, hecho por el Foro Económico Global, fueron publicados este 16 de octubre y constituyen una evaluación de áreas consideradas claves como calidad de las instituciones, infraestructura, adopción de nuevas tecnologías, estabilidad macroeconómica, salud, mercados, dinamismo de los negocios, sistema financiero, capacidad de innovar, entre otros.
En un encuentro reciente con periodistas latinoamericanos, Chee Hong Tat, quien también tiene a cargo el Viceministerio de Industria y Comercio de esa isla-Estado, explicó cuáles son, a su juicio, los tres factores clave por los cuales el sistema educativo de Singapur es tan exitoso.
De hecho, el método de enseñanza de las Matemáticas usado en esa nación, con énfasis en la resolución de problemas y el desarrollo de la lógica-matemática, es internacionalmente reconocido y ya lo utilizan centros educativos de Colombia, Brasil y Chile.
En el 2015 Singapur ocupó el primer puesto en las pruebas internacionales del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés). En la medición de ese año, de los 70 países evaluados, Costa Rica quedó en el lugar 55.
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Calidad docente
La base de todo este éxito, manifestó el jerarca, es la calidad del personal docente, pues sin buenas maestras y profesores, ningún niño ni joven puede aprender bien.
Explicó que se hace una selección en extremo meticulosa de quiénes ocuparán el cargo de maestros en todos los niveles, empezando por el nivel más básico: preescolar. Luego, los estandáres de exigencia para el profesorado se mantienen constantes a lo largo de toda la educación primaria y secundaria.
Los elegidos son aquellos que no solo demuestren tener un claro dominio de la materia que impartirán sino, además, los que muestren habilidades indiscutibles para explicar, motivar, evaluar, generar sentido crítico en los alumnos, exigirles y estimularlos a rendir más.
Después de graduarse de la universidad, los futuros maestros deben realizar un año de capacitación y entrenamiento en un ambiente sumamente competitivo, pues todos saben que están siendo observados y que solo los mejores pasarán las pruebas y serán contratados.
Las evaluaciones y las capacitaciones seguirán siendo parte de su vida profesional, pues el Ministerio de Educación las considera herramientas vitales para que, con los años, logren mantenerse actualizados en conocimientos y suficientemente motivados.
Añadió que hay una correspondencia entre el nivel de exigencia con que deben lidiar a diario los docentes y la remuneración salarial que perciben en ese país. Detalló que el salario inicial, para un profesor que acaba de terminar su capacitación posuniversitaria, ronda los 3.000 dólares singapurenses (cerca de $2.250 o ¢1.350.000 mensuales). Empero, un maestro con varios títulos, experiencia y carisma puede llegar a ganar hasta cuatro veces ese monto.
Capacidad del alumno
En criterio del funcionario, el segundo factor que incide en los buenos resultados de la educación en Singapur, es un sistema que reconoce que no todos los estudiantes tienen el mismo desempeño académico y que, por tanto, no son los padres quienes deben decidir a qué tipo de colegio deben asistir sus hijos, sino la capacidad del alumno.
“En quinto grado de primaria, esto es, aproximadamente a los 11 años de edad, a todos los estudiantes se les aplica un examen cuyo resultado es el que define si van a una secundaria académica o a una secundaria técnica”, explicó.
Según Chee Hong Tat, graduado de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos, con una maestría en Administración de Negocios de la Universidad de Adelaide, en Australia, esta directriz, lejos de ocasionar frustración en los alumnos, ha contribuido grandemente a reducir la deserción del estudiantado, porque le permite a cada uno desarrollarse más plenamente en las áreas de sus fortalezas.
Además, agregó, existen mecanismos para que aquellos jóvenes que debieron ir a un colegio técnico pero desean pasarse a uno académico, tengan acceso a esa posibilidad si sus profesores comprueban que presentan una mejoría en el dominio de materias como matemática, idiomas y las diversas ciencias, y mediciones objetivas respaldan esa percepción.
No todos irán a la 'U'
El tercer punto que citó se refiere, nuevamente, a un asunto que involucra a los padres de familia, quienes a menudo tienen la expectativa de que sus hijos obtengan un título universitario. “Por años, se ha tenido la visión de que es determinante ir a la universidad para tener éxito en la vida. Sin embargo, muchos de quienes siguen esta senda luego lidian con la frustración de que nadie los quiere contratar. Si estas instituciones gradúan a demasiados estudiantes en todas las carreras, se elevan las tasas de desempleo de profesionales graduados”.
Por eso, continuó, en Singapur se ha concedido a la educación técnica especializada una atención tan grande como la que se les presta a las universidades, y también se trabaja desde hace mucho tiempo en el establecimiento de alianzas con potenciales empleadores para ofrecer buenas oportunidades laborales a jóvenes que no obtendrán un título universitario.
“Mucho de nuestro esfuerzo, desde la primaria, se enfoca en procurar que los estudiantes tengan una mayor resiliencia; que no le teman al fracaso y que sepan que pueden ser muy exitosos aun si su fortaleza no es la formación académica. Continuamente, el cuerpo docente trata de motivar a cada alumno para que busque nuevos caminos, sus propios caminos”, manifestó.
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Unidos en el inglés
Otra singularidad del sistema educativo de esta isla-Estado del sudeste asiático fuertemente marcada por la multietnicidad y la multiculturalidad fue la decisión tomada desde su creación como país (en 1965) de establecer el inglés como idioma de aprendizaje obligatorio en todo el territorio.
De esta forma, los niños aprenden en casa su idioma materno –generalmente, chino (el 70% de los pobladores son descendientes de chinos), malayo (15%) o tamil (10% de la población es de ascendencia india)–, pero al entrar a preescolar, añadirán a su lengua local el dominio de un idioma de carácter universal. Fue una decisión visionaria, sin duda, no solo porque les dio unidad, sino porque evitó fricciones por el idioma entre los grupos predominantes.
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