El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) incurrió en distintas omisiones, debilidades e inconsistencias financieras durante las etapas previas a la construcción de la planta hidroeléctrica Reventazón, cuyo valor total se duplicó de $757 millones a $1.567 millones.
En esos términos se refiere la Contraloría General de la República (CGR) a problemas descubiertos en las fases anteriores a la edificación de lo que el ICE presentó como “la segunda obra de infraestructura más grande de Centroamérica, después de la ampliación del Canal de Panamá”.
Estas conclusiones, presentes en un informe de auditoría, reflejan una serie de hechos que hoy explicarían el crecimiento en el costo final del proyecto respecto a las previsiones hechas hace casi una década.
La auditoría analizó si la formulación y ejecución de la obra en Siquirres (Limón) se apegó a buenas prácticas en evaluación y gestión de proyectos.
La CGR calificó como una debilidad que el ICE no incluyó en los flujos de caja del proyecto los costos financieros, y en los flujos de caja del inversionista también omitió los costos financieros de los recursos aportados como capital, en los cuales incurriría durante la ejecución de las obras. Esos fondos son necesarios para estimar el monto total de las inversiones.
De haberlos incluido, la rentabilidad calculada de todo el proyecto hubiese sido menor, precisa el informe DFOE-AE-IF-00009-2018 del 21 de setiembre pasado.
Inaugurada el 16 de setiembre del 2016, otra pifia descubierta en el proceso de esta hidroeléctrica (la mayor del país con 306 megavatios de capacidad instalada), fue una inconsistencia en la evaluación del inversionista: calculó los ingresos que produciría la planta en términos nominales y los costos de operación en términos reales.
En esencia, el ICE subestimó sus gastos en la obra o, puesto de otro modo, sobreestimó los ingresos futuros de la infraestructura cuando ni siquiera se había empezado a construir.
“De haberse tratado solamente nominal o real, conforme a las buenas prácticas en evaluación de proyectos, también hubiera reducido la rentabilidad”, explica el informe.
El ICE tampoco elaboró un análisis de riesgos de la factibilidad financiera del proyecto, ni de la rentabilidad del Instituto en su papel como inversionista.
En esa evaluación de la rentabilidad del ICE como inversionista, la CGR halló que no se evidencia sensibilización alguna de variables clave, como por ejemplo el tipo de cambio y la tasa de crecimiento de la tarifa de generación eléctrica, que pueden influir en los indicadores de rentabilidad, explica el texto.
La CGR agrega que, por ejemplo, un aumento de 10% en el tipo de cambio del colón respecto al dólar supuesto por el ICE para todo el periodo de evaluación, reduce en más de $100 millones el valor actual neto calculado para la estructura.
Ese tipo de sensibilización era esencial en el proceso previo, porque cambios en las variables citadas podrían haber creado escenarios no rentables o escenarios de rentabilidad menor al costo de oportunidad de invertir; explicó el ente contralor.
Este diario consultó al Instituto sobre los señalamientos del informe. El área de prensa de la entidad anunció que iba a elaborar un comunicado de prensa.
La Contraloría también anota una falta de planes de contingencia para gestión de riesgos, lo cual “puede incrementar eventuales impactos negativos sobre la rentabilidad
Por otra parte, existieron inconsistencias en la información relativa a costos según muestran solicitudes de reprogramación del proyecto y los respectivos oficios de aprobación a estas; así como entre secciones de un mismo documento de solicitud de reprogramación.
Además, hubo incongruencias en los datos acerca del plazo de obras y fechas de inicio y finalización del proceso constructivo.
"Esto resta precisión y exactitud a la información de costo y tiempo, necesaria para la toma de decisiones acerca del proyecto”, se lee en el documento.
Menos energía y problemas
Los hallazgos de la CGR parecen corresponder con la realidad operativa de la planta que, en su primer año, produjo un tercio menos de la energía que previó el Instituto.
En vez de los 1.560 Gigavatios (GW) proyectados por el Instituto, aportó 1.016 GW, como se desprende de las estadísticas de generación del Centro Nacional de Control de Energía (Cence) para los 12 meses comprendidos entre el 1.° de agosto del 2016, mes en el cual entró en operación, y el 31 de julio del 2017.
La planta aparece valorada en $1.567 millones, según el plan de inversiones del ICE publicado en mayo del 2017; cifra $810 millones superior al estimado en 2008, según información que el ICE aportó a la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena) en aquel año al gestionar sus permisos ambientales.
Eso pudo deberse a otro problema que el propio Instituto conocía incluso antes de inaugurarla: una “fuerte filtración” de agua en el macizo rocoso donde se construyó el vertedero de la represa, que durante este año 2018 mantuvo apagadas las turbinas de la planta mientras se hacían reparaciones.
La grieta se localizaba frente a las compuertas del vertedero de excedentes de agua del lado del embalse. Cuanto más subía el nivel del reservorio, más líquido se filtraba e ingresaba luego al macizo rocoso debido a la presión que ejerce el peso del agua.
El costo total provisional de las obras que supuestamente ya devolvieron la normalidad de la represa ronda los $15,5 millones, según dio a conocer ante la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep), el gerente de Electricidad del ICE, Luis Pacheco Morgan, en un escrito enviado el 24 de agosto anterior.
Represa en detalle
La construcción de la hídrica arrancó en marzo de 2010 y en ella participaron 4.300 trabajadores a lo largo de seis años.
La obra requirió 29.000 toneladas de acero y 760.000 metros cúbicos de concreto. La planta posee 306 megavatios de capacidad de generación instalada y una presa de 130 metros de altura que forma embalse de siete kilómetros cuadrados de área.
Con esta enorme obra, el ICE está en capacidad de generar electricidad equivalente a la que consumen 525.000 hogares.