‘¡Dios! ¡Estoy perdiendo mi vida en presas!”. Este es el pensamiento de Nancy López, vecina de San José de la Montaña, en Barva de Heredia, cada vez que por un choque menor o por la cantidad de vehículos en carretera, permanece más minutos de su día dentro de un bus, en un embotellamiento.
Sale de su casa a las 5:55 a. m. para llegar a tiempo a su lugar de trabajo, en La Uruca, donde la hora de ingreso es a las 7:30 a.m.
Cuenta que el recorrido de Barva al centro de Heredia (de 13 kilómetros) puede extenderse por media hora y a eso de las 6:30 a. m. toma el bus hacia La Uruca. Pero este último viaje, el más corto, de solo 8 kilómetros, es el que puede tardar una hora o más.
Recuerda que hay días en los que salir con 95 minutos de anticipación de la casa no le ha valido, pues ha llegado hasta media hora tarde al trabajo.
“Me llama la atención que con muy poco se hace una gran presa, tal vez un mínimo choque genera una hora de presa y eso a mí me parece un poco insensato: que yo salga a las 5:55 a. m. y llegue tarde, por un pequeño golpe a un carro o algo que no fue de tanta importancia”, criticó López.
LEA MÁS: Tiempo perdido en las presas le cuesta hasta $5.000 cada año a los trabajadores que viven en la GAM
Según el Plan Nacional de Transporte 2011-2035, en el país se realizan cerca de 2,2 millones de viajes diarios en transporte público. En la Gran Área Metropolitana (GAM) más de tres cuartas partes de las movilizaciones se llevan cabo por este medio.
La joven, que labora como profesora de Arte, contó que lo más complicado en su trayectoria es el paso entre La Uruca y La Valencia. Ese recorrido generalmente debe hacerlo de pie en el bus, especialmente a la hora de la salida, a las 5 p. m. pues las unidades casi siempre van llenas.
“Los espacios (en los buses) son pésimos, generalmente la gente va de pie desde La Uruca hasta Heredia. Además, dicen que tienen wifi y es mentira, es publicidad engañosa. No me siento segura por tanta aglomeración de personas, de hecho, cuando empecé a trabajar ahí me compré un bolso con zíper mejor, porque me da miedo que me saquen cosas”, confesó López.
Para López, es necesario que las empresas autobuseras implementen medidas para mejorar el servicio que ofrecen. Por ejemplo, poner en marcha servicios directos y tener disponibles más unidades para así poder cumplir con los horarios.
Según el Informe del Estado de la Nación 2018, el año anterior el sistema de transporte público del país estaba conformado por 4.758 unidades, el 70% de ellas ubicadas en la Región Central.
Dentro de la GAM hay 252 rutas distribuidas en ocho sectores, y son operadas por 41 empresas que cuentan con 1.842 unidades. En 2017 la antigüedad promedio de la flota autobusera total era de 6,7 años.