Las rejas y mallas metálicas que cubren y rodean la antigua estación del ferrocarril de la provincia de Heredia pronto desaparecerán, para dejar lucir nuevamente la estructura original del edificio, hecho a base de bahareque y madera.
Por los próximos siete meses el inmueble, declarado patrimonio histórico-arquitectónico desde el 2003, será sometido a un proceso de restauración, financiado por la Municipalidad de Heredia, y cuya inversión estimada es de unos ¢348 millones.
“Solamente la restauración de la infraestructura existente es un proceso muy lento, porque requiere mucha mano de obra, porque estamos hablando de bahareque, restauración de piso, madera; que significa desinstalar, limpiar, lijar, y volver a instalar”, señaló Lorelly Marín, directora de Inversión Pública de la Municipalidad de Heredia.
Las obras, que ya están en marcha, buscan recobrar el brillo que una vez tuvo la fachada de la estación del tren y que se ha ido perdiendo con el paso de los años, debido principalmente a la falta de mantenimiento. Este deterioro provocaba que los pasajeros sufrieran por el hacinamiento, se mojaran cuando llovía y convivieran con malos olores y roedores.
“Realmente las condiciones eran paupérrimas, esto (la restauración) se amarra muy bien con la misión que tiene la Municipalidad de mejorar la calidad de vida de los habitantes, es una forma de darle a los usuarios del tren, heredianos y no heredianos, instalaciones dignas, con más capacidad y sobretodo, acondicionadas a la ley 7.600, siendo inclusiva para todas las personas”, comentó la funcionaria.
El inmueble fue construido originalmente en la década de 1870, sin embargo este fue alterado en 1905, cuando las paredes de bahareque fueron recubiertas con tablillas de madera y la estructura se expandió hacia el oeste, creando una nueva bodega metálica.
Por esta razón, el proceso de restauración buscará respetar la apariencia que tenía durante esta última etapa, a inicios del siglo XX.
“La parte interna se va a mantener de bahareque y afuera de madera. Lo que no sea propio de cómo estaba la estación originalmente se va a retirar y se va a recuperar como era. Esto incluye volver a habilitar puertas y ventanas, así como eliminar todo el cerramiento metálico y las cortinas de metal”, dijo la arquitecta Ileana Hernández, gestora del proyecto.
Las obras
El plan contempla ampliar nuevamente la estación del tren, aprovechando los terrenos que le rodean y que ya de por sí son propiedad del Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer), pero que no se estaban aprovechando o estaban destinados a otros usos.
“Cuando empezamos el proyecto nos dimos cuenta que toda la propiedad de Incofer era más de lo que se ve ahorita en la estación", indicó Hernández.
Una de estas secciones es la que se ubica al costado este del edificio. Esta porción de tierra está ociosa y se encuentra bordeada por cadenas, ahí se ubican dos placas: una correspondiente a la administración del presidente Rafael Ángel Calderón Fournier, por la inauguración del Intertren entre Heredia y San José (1992), y otra en honor al exmandatario Óscar Arias Sánchez, por la reactivación del tren a Heredia (2009).
En ese sitio se construirá un parqueo para bicicletas, el cual estará techado y contará con un sistema que permita colocar los vehículos en niveles, para dar mayor capacidad de almacenamiento.
También, se ampliarán las aceras en el costado norte, frente al Mercado Florense, para ocupar 3,35 metros más que actualmente son de calle.
“La idea es que la acera sea bastante amplia, porque además, ya no vamos a tener deterioro de canoas ni de sistemas de cubierta por el golpe de los buses que estacionan ahí, que es lo que se tiene ahorita, además de la falta de mantenimiento, por lo que se han ido desprendiendo”, señaló la experta.
En las aceras se colocarán baldosas podotáctiles (con relieve), para la señalización de personas con discapacidad visual y que constituyen un sistema de señalización horizontal capaz de guiar a los no videntes e indicarles cuándo se aproximan a un obstáculo, como puertas, escaleras o rampas.
Una vez que el edificio esté habilitado, albergará en total cuatro espacios para actividades comerciales, uno de estos se ubicará donde actualmente se encuentra la boletería, la cual será movida unos 30 metros al oeste para que esté más cerca del nuevo andén que se construirá donde estaba la parada de autobuses de Getsemaní.
Mientras que en el costado sur se creará otro andén más, techado, para que las personas puedan bajar del tren por cualquiera de los dos lados, con total comodidad.
El interior del edificio también será acondicionado con una nueva batería de sanitarios.
Los trabajos actualmente se enfocan en la limpieza del edificio y el retiro de desechos que se fueron amontonando en la estación, luego que en 1995 el Incofer tuviera un cierre técnico de sus operaciones, por lo que las instalaciones se concesionaron a particulares para el establecimiento de locales comerciales.
“El inmueble fue totalmente modificado en su parte frontal e interior por parte de estos concesionarios, alterando casi por completo el aspecto original de la estructura. Demolieron algunas paredes, sustituyeron la mayoría de los pisos de madera, eliminaron varias ventanas y barandas que bordeaban el edificio”, explicó la historiadora Sonia Gómez, del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (CICPC).
“Se conservó de mejor forma la fachada posterior (sur), opuesta al andén, aun así, es una estructura única en su entorno inmediato”, agregó.
Por su parte, la directora de Inversión Pública del municipio herediano, garantizó que los trabajos se realizan de forma coordinada para seguir prestando el servicio del tren y no afectar al usuario, así como asegurar que no se comprometa la seguridad de las personas.
Asimismo, el Consejo de Transporte Público (CTP), reubicó, a solicitud del ayuntamiento herediano, dos paradas de autobús que estaban cercanas a la estación del ferrocarril. Los cambios son temporales, mientras se desarrolla el proyecto.
Se trata de la ruta N.° 425 operada por la empresa Grupo Acuza Barveña, que hace el recorrido Heredia - Guararí - La Milpa - Bernardo Benavides - Miraflores. Pasó del costado norte de la estación a ubicarse entre las avenidas 10 y 14.
Mientras que la ruta N.° 423, a cargo de la empresa Filemón Villalobos e Hijos, S. A. cuya ruta es Heredia-Getsemaní (con extensión a barrio Santísima Trinidad), está ahora sobre calle 1.°, y no al costado oeste de la terminal.
Prueba de perseverancia... y corazón
La arquitecta Ileana Hernández no es solamente la mente detrás del proyecto de restauración de la estación del tren de Heredia, sino también el corazón.
Desde hace muchos años, esta herediana ha impulsado por distintos medios la propuesta para dotar a su ciudad de una terminal ferroviaria que cumpla los mayores estándares de calidad y que, a su vez, permitiera rescatar un edificio patrimonial.
“Yo me especialicé en conservación de patrimonio en España y cuando me vine la idea era participar con un proyecto que fuera necesario”, contó la docente e investigadora de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR).
“Me surgió la idea de hacer un proyecto para restaurar la estación que estaba en uso ya en aquel momento (2015). Hice un primer anteproyecto que era para presentarlo en el certamen Salvemos Nuestro Patrimonio Histórico Arquitectónico, entonces lo pulí pero no gané, el año siguiente lo mejoré un poco más y lo volví a presentar”, expresó.
Este certamen lo realiza el CICPC desde 1997 y consiste en la presentación de propuestas de rehabilitación de inmuebles con valor social, histórico o arquitectónico (sean públicos o privados), ubicados en cualquier lugar del territorio nacional.
Hernández lo presentó una tercera vez, pero como no ganaba y creía en el proyecto, lo que hizo fue ponerse en contacto con los respectivos presidentes ejecutivos de Incofer. El primero con quien tuvo un acercamiento fue con Luis Guillermo Santana, quien ejerció el cargo hasta julio del 2016, cuando renunció.
La posterior llegada al puesto de Christian Vargas, también coincidió con una resolución de la Sala Constitucional en la que ordena al Incofer a remodelar y adecuar la estación del tren de Heredia centro, tras resolver a favor un recurso de amparo planteado por usuarios de este servicio.
“Don Christian había pasado por el tema del recurso de amparo, se interesó mucho, conformó una comisión, Municipalidad, Ministerio de Salud, Centro de Patrimonio y parte del Tecnológico”, indicó Hernández.
Finalmente las cosas comenzaron a avanzar cuando la actual jerarca, Elizabeth Briceño, firmó un acuerdo entre el ITCR y el Incofer para hacer una consultoría a nivel de planos constructivos y de inversión, proceso en el que Hernández estuvo involucrada.
En julio de 2017, la municipalidad herediana y el Incofer firmaron un convenio por medio del cual se concede al gobierno local la estación del ferrocarril, en carácter de permiso temporal de uso, para que el ayuntamiento realice la restauración y administración del inmueble.
El proceso de licitación de las obras había quedado adjudicado desde el año pasado, pero en enero se presentó una apelación ante la Contraloría General de la República, lo que retrasó el inicio de los trabajos y fue hasta julio de este año cuando finalizó esa etapa y la municipalidad pudo otorgar la orden de inicio para setiembre. Esto permitió que finalmente se pusiera en marcha el proyecto, según explicó Lorelly Marín, directora de Inversión Pública de la Municipalidad de Heredia.
El inicio de los trabajos llena a Hernández de gran ilusión, de ver su sueño tan cerca de concretarse.
“Yo me siento súper bien, yo creo que cualquier persona que tenga interés, empeño y cariño por el patrimonio, lo que tiene que hacer es insistir. Yo creía sinceramente en el proyecto, yo creía que era necesario, usted puede ver cómo está la estación (deteriorada) y así está funcionando, y así está la gente abordando”, dijo emocionada.
“Para mí era como algo que le podía servir a la comunidad en la que yo vivo, también porque es un edificio que no es pomposo, tal vez se reconoce solo como valiosos los edificios que son atractivos visualmente, digamos que están muy decorados, como el Teatro Nacional, pero un edificio que sea tan modesto como este, normalmente no se le da mucho valor”, manifestó.
Justamente esta falta de “interés estético” del edificio motivaba cada vez más a Hernández, ante la preocupación de que ninguna otra persona se interesara en él para rescatarlo.
Registro histórico
Fue en 1871, cuando el Gobierno de Costa Rica suscribió un contrato con el norteamericano Henry Meiggs Keith para construir un ferrocarril al Atlántico con el objetivo de abrir una vía de comunicación permanente y directa con los mercados extranjeros para la exportación del café.
En este contrato se especificaba que, además de unir a la ciudad capital con el Atlántico, debía construirse un ferrocarril urbano que comunicara a las cuatro ciudades principales del Valle Central (Alajuela, Heredia, San José y Cartago), de acuerdo con la historiadora Sonia Gómez.
Es así como, en 1872, en cumplimiento de ese contrato se concreta la realización de la primera etapa de este proyecto ferroviario que abarcaba, además de la línea férrea, las estaciones de Alajuela, Ciruelas y Heredia, las cuales fueron diseñadas por el ingeniero Luis Matamoros (de la Dirección de Obras Públicas, del gobierno de Tomás Guardia).
Según el expediente histórico del Centro de Patrimonio Cultural, la primera estación de Heredia fue inaugurada el 6 de agosto de 1872. Sin embargo, al siguiente año los vecinos de Heredia solicitaron al presidente Tomás Guardia que "se construyera una estación para pasajeros, con oficina de despacho de billetes del telégrafo y de correos, a una distancia de cuatro cuadras del centro.”
Para hacer tal solicitud argumentaban que “debido a estar ubicada lejos de la estación existente “en el extremo de la ciudad” (estaba ubicada en el lugar que hoy ocupa el Hospital San Vicente de Paul), no se iba a lograr la concurrencia que se esperaba, a no ser que se construyese “un ferrocarril de sangre” (tranvía jalado por animales de carga) desde la plaza hasta dicho punto.”
Esto sugiere que la estación construida e inaugurada el año anterior era solo para carga, no para pasajeros, y por su lejanía con respecto al centro de Heredia, la hacía poco útil. Además, hace suponer que esta primera era de factura muy sencilla.
La petición de los heredianos fue atendida y dos años después la estación fue reubicada al sitio actual.
“Desde que fue suscrito el contrato entre el Gobierno costarricense y Henry Meiggs Keith, se estableció una especie de jerarquización en la construcción de las estaciones, así, por ejemplo, las estaciones de San José y Limón corresponden a las de primera, Cartago, Alajuela y Heredia a la de segunda categoría y otras como, Peralta, Paraíso, Estrada, Moin, etc., a la de tercera”, explicó Gómez.
Las estaciones de segunda categoría, a la que pertenece la de Heredia, debían contar con los mismos servicios que las de primera, pero más pequeñas, estos servicios incluían salones amueblados para pasajeros de primera y segunda clase, baños separados para hombres y mujeres, oficinas para recibir y entregar la carga y el equipaje y boletería.
De acuerdo con la arquitecta Verónica Solórzano, del CICPC, pese a las condiciones actuales de conservación, el inmueble cuenta con ciertos elementos arquitectónicos materiales y formales característicos de la arquitectura de finales del siglo XIX y principios del XX.
Algunos de ellos son las ventanas tipo guillotina, cielos de tablilla de madera (se conserva muy poca área), paredes con forro de tablillas de madera machimbrada y paredes de bahareque –predominantemente-, pisos de madera (se conserva muy poca área en un estado que permita su rescate), puertas sólidas con hendiduras y relieves, así como la estructura de hierro; lo que hace que el edificio figure como único dentro de la zona donde se ubica.
La estación del tren también tuvo un rol importante en el desarrollo urbano de Heredia, convirtiéndose en la puerta de entrada a la ciudad, un lugar de encuentro y socialización, así como de relaciones comerciales, etc.
“En términos generales, en aquella época, la construcción del ferrocarril significó el medio más eficiente y efectivo para el desarrollo y el progreso material, la inversión extrajera y la introducción de nuevos gustos, modas, conocimientos, materiales constructivos y decorativos, catálogos de casas, etc. al país, todo lo cual redundó en el desarrollo urbano de las ciudades”, precisó Gómez.