Durante la homilía de este jueves, en la misa con motivo de la conmemoración de la aparición de la Virgen de los Ángeles, en Cartago, la Iglesia Católica calificó de “vergonzosas” la promoción del aborto en la sociedad costarricense y la violencia contra las mujeres.
Monseñor José Manuel Garita, obispo de Ciudad Quesada, aseguró que ambas son "expresiones de la cultura de violencia y muerte” que, desde su perspectiva, imperan en Costa Rica.
Al enlistar las que la Iglesia considera manifestaciones vergonzosas, el cura denunció que la interrupción del embarazo “no es más que matar la vida del más indefenso que está en el vientre de su madre”.
De hecho, hizo un llamado especial a los “católicos que tienen responsabilidad legislativa, ejecutiva y judicial”, a trabajar en “el respeto irrestricto a la vida humana desde la concepción hasta su fin natural, descartando absolutamente el crimen del aborto, llámese como se llame, o como lo quieran llamar”.
Sus manifestaciones surgen pocos días después de que el mandatario Carlos Alvarado, en una entrevista con un medio guanacasteco, respondiera que él firmaría la norma técnica para la aplicación efectiva del aborto terapéutico cuando él considere que es el “momento oportuno”
De inmediato, Garita procedió a condenar también la violencia contra las mujeres.
“La ola creciente de violencia contra la mujer ha dejado ya 10 feminicidios en lo que va de este año; y que entre 2014 y 2017 se registraron entre 24 y 26 feminicidios por año", recordó el sacerdote.
El obispo de Ciudad Quesada, designado por la Conferencia Episcopal para dar el mensaje de la Iglesia durante la ceremonia que se efectuó en el templete de la basílica de los Ángeles, lanzó una homilía cargada de pronunciamientos políticos, dirigidos a los fieles, a las autoridades del gobierno y a los diputados del Congreso que acudieron a la ceremonia religiosa.
Así, se refirió a las situaciones que, en opinión de los religiosos, “atentan contra la dignidad de la persona humana”.
Entre ellas, mencionó “el odio y la división, la intolerancia y la discriminación, la corrupción, los privilegios escandalosos de unos pocos –llámense salarios y pensiones de lujo, pluses, anualidades o como sea–, el exceso o defecto de autoridad para desestimar o encubrir situaciones graves en el ejercicio de la función pública”.
A los miembros de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial los llamó especialmente a trabajar en “la conservación y fortalecimiento de la familia, tal y como Dios la ha concebido, basada en el matrimonio entre varón y mujer”.
Garita también dedicó palabras a criticar “la ideologización de la educación”, en referencia a los programas de estudios y los exámenes que aplica el Ministerio de Educación Pública (MEP), en los cuales La Nación encontró inexactitudes y afirmaciones erróneas sobre la historia costarricense, así como contenidos que adoctrinan ideológicamente a los estudiantes.
En el mismo tono, el prelado denunció los salarios altos en el sector público, las anualidades y demás pluses que reciben los funcionarios estatales, las pensiones de lujo, el desempleo y el rezago de la infraestructura vial hacia San Carlos.
Al hablar de otras “expresiones vergonzosas”, el obispo habló sobre el aumento de las muertes por accidentes de tránsito, así como de la alta cifra de homicidios.
“La tasa de asesinatos en 2017 superó los 12 por cada 100.000 habitantes, siendo considerada una epidemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, recordó el cura.
El obispo llamó a acabar con la pobreza extrema y la desigualdad, citando el último informe del Estado de La Nación, el cual concluye que que esa situación se ha agravado durante los últimos 10 años.
Por voz del obispo, la Iglesia urgió a una reforma fiscal “equitativa y solidaria”, así como a “acabar también con los privilegios escandalosos de unos pocos frente a las numerosas necesidades de una inmensa mayoría”.
Todos esos llamados fueron escuchados de cerca por el presidente de la República, Carlos Alvarado, quien tuvo oportunidad de referirse a la homilía hasta que concluyó la ceremonia.
También estuvieron presentes diputados de distintos partidos políticos de la Asamblea Legislativa, donde se tramita el proyecto para el Fortalecimiento de las Finanzas Públicas. Entre los legisladores estaba la presidenta del Congreso, Carolina Hidalgo, el jefe de la fracción del Partido Acción Ciudadana, Víctor Morales Mora; los liberacionistas Luis Fernando Chacón y Paola Valladares, y el socialcristiano Pablo Heriberto Abarca.
Al presidente Alvarado lo acompañaron su esposa, Claudia Dobles, sus familiares y varios de los ministros del gobierno, así como la vicepresidenta y Canciller Epsy Campbell y el vicepresidente Marvin Rodríguez.
Casa Presidencial informó de que antes de la eucaristía, el gobernante participó en un desayuno con varios miembros de la cúpula de la Iglesia.
Presidente y diputados, sobre condena de la Iglesia al aborto
Al finalizar la misa, en la plazoleta de la basílica, el presidente Alvarado se refirió a la condena que hizo la Iglesia hacia el aborto terapéutico, un procedimiento médico que se podría implementar cuando el embarazo pone en peligro la vida de la madre.
“Yo celebro que Costa Rica sea un país democrático, donde las personas puedan expresar sus puntos de vista de manera libre y eso lo respeto y lo celebro”, dijo Alvarado.
El presidente no especificó cuál será el momento oportuno para firmar la norma técnica, pero sí insistió en que su prioridad, por el momento, es evitar una crisis económica.
“Estoy trabajando para que no haya una crisis en Costa Rica relacionada con el déficit fiscal, y esa es mi prioridad absoluta. Tenemos que ver cuál es el desarrollo en la solución a la situación fiscal, esa es mi prioridad, que si llega a ocurrir aquejará a todas y todos los costarricenses y yo procuro resolver ese problema para todas y todos los costarricenses”, aseguró el presidente.
Consultada sobre el llamado de la Iglesia a que se evite a toda costa que el aborto se pueda practicar en Costa Rica, la diputada Laura Guido opinó que las situaciones que viven las mujeres que requieren interrumpir su embarazo son tan complicadas, que no se debe cerrar la posibilidad de que accedan al procedimiento.
“Hay situaciones en las vidas de las mujeres que escapan de blanco y negro, como a veces nos quieren poner. Hay mujeres que enfrentan situaciones muy difíciles donde les dicen que su vida está en riesgo ante un embarazo. En ese contexto, el cristianismo no nos dice cuál vida tiene prioridad, pero sí sabemos que las mujeres son las únicas que tienen la potestad, por sus condiciones, porque pueden evaluar su contexto, para poder tomar una decisión”, manifestó la legisladora cartaginesa, del PAC.
Pablo Heriberto Abarca, por su parte, opinó que el mensaje de la Iglesia es consecuente con la posición que ha mantenido históricamente, pero considera que ante todo se debe de salvar la vida de las mujeres cuyos embarazos las ponen en riesgo.
“Yo desde la campaña fui muy claro en que yo estaba en contra del aborto en cualquiera de sus concepciones, a menos que esté en peligro la vida de la madre (...) más que por un tema religioso es un tema de humanidad, es un tema de protección de la vida y al ser humano, y sobre eso no hay ninguna discusión en mi criterio”, dijo Abarca.
Pedido por Nicaragua
Tanto en la homilía como en un mensaje de los obispos leído al final de la misa, la Conferencia Episcopal rezó por el fin de la crisis política y de violencia en las calles que enfrenta Nicaragua, y expresó su solidaridad con sus homólogos de ese país, quienes han intentado mediar en el conflicto.
“Una vez más y de manera enfática, manifestamos nuestra solidaridad y cercanía a nuestros hermanos en el Episcopado con la valentía con que han afrontado esta crisis social y política, y rogamos al Señor Pastor Supremo de su Pueblo, para que les asista con su gracia y puedan seguir dando testimonio de ser constructores de la verdadera paz, a la que nos lleva Jesucristo, el príncipe de paz”, manifestaron los obispos.
La Conferencia Episcopal pidió a la población “acoger con amor a los hermanos nicaragüenses que huyen de la violencia”.
A las autoridades, Garita les solicitó idear una estrategia migratoria para atender a los nicaragüenses que huyen de la crisis, la cual inició en abril, por la represión generada por el gobierno de Daniel Ortega contra quienes exigen su salida.