Bayardo José Siles Rodríguez, un activista político de 28 años, sabe lo que es dormir desnudo y de pie en una celda tan pequeña que no le permitía ni moverse para cambiar de posición. Ese es el precio que se paga en Nicaragua por expresarse en contra del régimen de Daniel Ortega, dice.
Pese a que estuvo detenido en varias ocasiones en un lapso de tres meses, como parte del conflicto que vive el país vecino desde abril, la última ocasión dejó en él huellas profundas.
Estuvo preso en la cárcel El Chipote, un reclusorio de máxima seguridad en Managua donde se han reportado denuncias por torturas. Ahí, asegura, no solo fue víctima de violencia física, sino también de abusos verbales, psicológicos y hasta de amenazas de violación.
“Por mis preferencias sexuales, me molestaron mucho en la prisión. Casualmente, los policías utilizan la homofobia y la discriminación como un acto de tortura, porque hay tortura de todos los niveles”, contó el muchacho este lunes a La Nación en una conferencia de prensa con exiliados nicaragüenses organizada por la Fundación Arias para la Paz.
Fue en ese centro penal donde tuvo que dormir desnudo y de pie. Y era así, sin ropa, como los custodios carcelarios lo obligaban a realizar distintas acciones.
“Me ponían a hacer sentadillas desnudo, no sé para qué, para cansarme, seguramente. Cada media hora, o cuando a ellos se les ocurría, me ponían a hacer las sentadillas sin ropa”.
Siles, quien es sociólogo y estudiante de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), recuerda la denigrante forma en que los oficiales de la cárcel lo trataban.
“Los toqueteos a las nalgas, los intentos de penetrarme con un dedo, amenazándome siempre… No me lo hicieron, pero me amenazaban como para recordarme que era el próximo”, rememoró.
“En las celdas de al lado sí se escuchaban gritos de tortura, llantos, mujeres gritando… Y yo siempre sentí que era el próximo”, agregó.
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Reconocido principalmente por ser un influenciador social en el municipio de Matagalpa, Siles hereda la vena del activismo de su madre, Rosa María Rodríguez, quien formó parte de las filas del Frente Sandinista.
Fue ella quien no se separó de los portones de la cárcel de El Chipote durante los días en que su hijo estuvo ahí detenido. Ese fue el segundo de los tres centros penales donde fue privado de libertad por 10 días.
Al ser detenido, lo llevaron a Rivas, desde donde fue enviado a El Chipote. Y de esta cárcel, lo trasladaron a Matagalpa.
“En los días que estuve en El Chipote, mi mamá no se movió de los portones porque, si no, yo desaparecía”, afirmó.
Detenido en la frontera con Costa Rica
A Siles lo capturó el ejército nicaragüense el 9 de agosto en la frontera con Costa Rica, luego de haber ayudado a escapar a unos 120 jóvenes quienes, como él, venían huyendo del régimen de Daniel Ortega.
“Solo me faltaban tres (personas) para poder pasar legalmente hacia Costa Rica. Todos pasaron en forma legal. En ese momento, yo me confié. Como mis otros amigos activistas habían pasado, pensé que también yo pasaría, pero subestimé mi propia realidad. Me bajaron del bus y me llevaron preso”, explicó.
“Sabían a quién habían arrestado y era a un chavalo defensor de los derecho humanos y reconocido en el país”, prosiguió el joven.
En la última cárcel donde estuvo cautivo, en Matagalpa, lo interrogaron y, después de eso, lo dejaron libre.
“Me preguntaron quiénes, supuestamente, metieron armas (en Matagalpa), cuál era la participación de las organizaciones no gubernamentales (ONG’s) en la guerra en este momento, quiénes eran esas personas de esos organismos… o sea, preguntas directas”, afirmó.
Tras haber sorteado el interrogatorio, el muchacho viajó a Costa Rica, desde donde intenta continuar con el activismo que ejerce desde que tenía 14 años.