Banderas de Costa Rica y de Nicaragua ondearon por igual en la avenida segunda de San José. Las llevaban ciudadanos ticos, nicaragüenses y familias mixtas que quisieron demostrar su acogida a los inmigrantes que huyen de la represión del orteguismo, en Nicaragua.
La marcha se realizó en contrapeso de la que protagonizaron una semana antes grupos xenófobos, los cuales se valieron de símbolos y elementos distintivos del país para denigrar a los nicaragüenses.
Manifestantes que participaron en el movimiento de este sábado quisieron asegurarse de que no fuera esa la imagen que quedara de Costa Rica.
“Lo que se hizo la semana pasada fue una completa vergüenza para Costa Rica. Decidí ponerme la camisa de la Selección porque me molestó que se venían usando símbolos que no tienen nada que ver con lo que ellos estaban marchando, y lo mismo las consignas que ellos estaban gritando. Eso es completamente ajeno y demuestra una completa ignorancia por parte de las personas que fueron el sábado anterior a la marcha”, dijo Pablo Valerín, quien cargaba en brazos a su hija.
Otros dedicaron sus signos externos a desmentir mitos sobre los nicaragüenses que residen en el país.
“Muchas veces la gente está desinformada, y cree que la gente que viene a Costa Rica de otros países, la Caja (Costarricense de Seguro Social, CCSS) los recibe sin ningún aporte, y en realidad hay un gran porcentaje de la población migrante que ellos aportan, tienen su seguro voluntario”, manifestó Gabriela Moreira, de la Red de Jóvenes sin Fronteras.
“Hombro con hombro, mano con mano, ticos y nicas somos iguales”, cantó en varios momentos el grupo que avanzó desde el parque de La Merced hasta la plaza de la Democracia, donde se unió con otro que llegó desde el pretil de la Universidad de Costa Rica (UCR), en San Pedro.
Asistieron a la actividad cientos de personas, quienes fueron resguardas por oficiales de la Fuerza Pública en todo el trayecto. No obstante, en ningún momento de la marcha fue necesaria la intervención de los policías.
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Muchos de quienes caminaron tienen raíces en ambos países. Es el caso de una joven de 31 años, quien prefirió ser identificada como María, para proteger a sus familiares, quienes aún están en Nicaragua.
Ella nació en Costa Rica, pero creció en Nicaragua y regresó hace apenas cuatro años.
“Estoy de acuerdo con que tienen que haber leyes migratorias para que venga la gente que quiera venir a ayudar y a respetar el país en el que estamos, pero igual a recibir ayuda humanitaria, porque estamos pasando situaciones muy difíciles allá. No es por gusto que uno viene acá, si no porque no hay de otra”, opinó la joven.
La muchacha cuenta que le sorprendieron las manifestaciones violentas y discriminatorias de la semana anterior.
“Haber visto eso fue un poco chocante, de saber que hay ticos que piensan así. Porque lo que gritaban era ‘fuera nicas’, no simplemente ‘fuera los delincuentes’ o lo que fuera, si no nicas en general, entonces fue difícil pero sé de verdad que no son todos así”, añadió.
Laura Sevilla, una joven estudiante de la UCR, expresó el mismo sentimiento.
“Siento la xenofobia en primera plana porque mis padres y mis hermanas son nicaragüenses, y en mi familia soy la única que es costarricense, entonces sentir todo este repudio que se está dando últimamente en mi hogar es muy difícil, por eso venir a esta marcha es muy importante para mí”, contó la muchacha.
Los nicaragüenses que marcharon agradecieron al país que los acogió e insistieron en que la mayoría de los migrantes son personas honradas.
“No todos somos iguales. Yo soy una persona que vivo en Costa Rica desde hace 25 años, le doy gracias a Dios y a este país, he podido trabajar y he escalado. Si hay muchos inmigrantes no es porque quieran, es por la situación que está viviendo el país de nosotros. En medio de esa gente migrante se meten delincuentes que hacen daño, pero tristemente generalizan”, dijo Gioconda Maltés.
Entre los participantes de la caminata estuvo también el ministro de Educación, Édgar Mora.
“Personalmente, he amado, amo y amaré nicaragüenses que han agregado alegría y color a mi vida, y como ministro vengo a confirmar que los valores de la educación costarricense tienen que ver con la inclusión, con la tolerancia y con el amor al prójimo, y esto significa que tenemos que convertir todos los preescolares, las escuelas y los colegios en santuarios de armonía y concordia, y no lo contrario”, manifestó el jerarca.
Al finalizar la marcha, en la plaza de la Democracia hubo discursos y música de activistas, migrantes y artistas que se pronunciaron a favor de la solidaridad y en contra de la xenofobia.