Andrés Caballero Atencio y Lina Atencio Sánchez descansaban la mañana de este jueves en las gradas del kínder de Alto Carona, en Punta Burica.
Viven ahí desde que nacieron y ocupan una de las 30 o 40 casas del lugar, en una montaña cerrada rodeada de mar, en el territorio más alejado del país después de la Isla del Coco.
Sentados, tranquilos, junto a sus dos hijos, Ashley de nueve años, y Andrés de seis. Recién los habían atendido varios médicos, en una oportunidad que ellos saben que hay que aprovechar cada tres meses, cuando se presenta.
En esta ocasión, el equipo de salud de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) bajó del cielo en un helicóptero militar junto a colegas del comando sur del ejército de los Estados Unidos.
Las enormes aspas de la aeronave capturaron la atención de todos, y espantaron con su ruido y ventolero a los chanchos y gallinas que abundan por estas tierras.
En Punta Burica viven unos 2.000 indígenas de la etnia guaymí, y 780 no indígenas, quienes enfrentan serios problemas de acceso a todos los servicios, pues desde Costa Rica solamente se puede ingresar por aire. Si se quiere ingresar por tierra hay que hacerlo por Panamá.
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Durante los últimos cuatro días, un importante grupo de profesionales en Medicina, Farmacia, Odontología, Promoción de la Salud y Enfermería atendieron a 685 indígenas de la etnia guaymí, entre ellos a la familia de Andrés y Lina.
“Han estado con catarro y aprovechamos que vinieron porque aquí llegan cada tres meses, si no más”, contó Andrés, quien se dedica a la agricultura de subsistencia como la mayoría de las casi 3.000 almas que habitan estos territorios.
Esta vez vinieron más. Y bajaron de un enorme helicóptero militar Chinook, del gobierno de los EE. UU.
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Personal de la CCSS los visita regularmente y les deja medicamentos, pero cuando alguno de los pequeños Caballero Atencio se enferma, papá y mamá los deben sacar a caballo por la montaña varias horas de camino hasta Puerto Argüelles, en Panamá.
Esa es la única vía para llegar hasta el viejo hospital de Golfito, al sur de Puntarenas. Es casi un día de viaje, con el riesgo de que algún animal los ataque o las inclemencias del tiempo empeoren todavía más su salud.
En Alto Carona hay escuela y puesto de salud. Pero no hay ni agua potable, ni electricidad, al menos en la casa de los Caballero Atencio. Tampoco hay buses, carros o motos. Todo ahí, contaron, se hace a pie o a caballo.
Estas poblaciones padecen mucho de problemas gastrointestinales que ya han sido superados en las ciudades. También hay mucha infección respiratoria y de la piel, y las mujeres enfrentan embarazos a muy temprana edad.
La farmacéutica norteamericana Natasha Hermis revisó cuidadosamente todos los medicamentos que se dieron y, en su muy buen español, se sentó junto a decenas de familias a explicarles el uso de cada uno de los fármacos.
Las misiones médicas humanitarias del gobierno de los Estados Unidos han visitado diferentes comunidades indígenas del país, especialmente en el cantón de Talamanca, en Limón.
Esta visita a Burica forma parte de un programa de varios días con un equipo multidisciplinario que no solo atendió, sino que también donó medicamentos a los pobladores.
Hicieron lavados de oídos, nebulizaron enfermos asmáticos, curaron heridas y dieron primeros auxilios, entre varias atenciones que dieron a los indígenas, quienes respondieron con una asistencia importante al llamado.