Amanda Rocha lleva la mitad de su vida viviendo con el diagnóstico de diabetes tipo 1. La niña tiene 12 años.
Su nivel de azúcar tiende a bajar y a producirle periódicamente desmayos por lo que para ella resulta vital que el glucómetro facilitado por la Caja funcione a la perfeccción.
Con una gota de su sangre, este aparato puede medir su nivel de azúcar. A partir del resultado, Amanda o quien la atienda cuando sufre una crisis, calcula la dosis adecuada de insulina para que su organismo reaccione bien.
En teoría, esto debería funcionar así siempre. Pero desde que le cambiaron el aparato en el Hospital de Niños, a principios de enero, Amanda y su familia pasan con miedo.
Aseguran que ya son varias las veces en que el nuevo glucómetro ha arrojado resultados que no coinciden con los síntomas que tiene. Además, dice la niña, tarda más tiempo en dar el nivel y cuesta mucho sacar del envoltorio las tiras reactivas donde se coloca la muestra de sangre.
Su preocupación la corrobora y comparte el jefe de Endocrinología del Hospital Nacional de Niños, Erick Richmond Padilla. En ese centro pediátrico de 250 menores tienen tratamiento por diabetes, principalmente tipo 1.
"Nosotros usábamos desde hace tiempo otro glucómetro que funcionaba bastante bien. La CCSS tiene una comisión de microbiología que, desgraciadamente, no tomó en cuenta ni el criterio de los endocrinólogos ni el de los pacientes. No sé cuáles criterios usaron para hacer esta nueva compra.
“Decidieron comprar uno que sí ha generado innumerables quejas de parte de los usuarios. Se hizo una reunión con la directora del hospital, explicamos el problema por escrito y elevamos la preocupación a la Gerencia Médica”, explicó Richmond.
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Eso fue el 24 de octubre del año pasado. Hasta ahora, no han recibido respuesta a su inquietud, aseguró el médico. Mientras tanto, las quejas de pacientes siguen llegando.
La familia de Amanda Rocha interpuso la suya en la Contraloría de Servicios, el pasado 20 de junio.
Argumento de la CCSS
La gerenta interina de Logística, Gabriela Murillo Jenkins, aclaró que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) solo compra las tiras reactivas (donde se coloca la muestra para determinar el nivel de azúcar). El proveedor de las tiras se encarga de suministrar el equipo; en este caso, el glucómetro.
“En este modelo de negocio lo que se paga es el consumible”, afirmó Murillo.
Ante consulta de este diario por los reportes, que no solo son del Nacional de Niños sino del Hospital México –centro con la red de servicios más grande en la CCSS–, Murillo pidió información y corroboró que han llegado algunas quejas.
“Si hay problemas de falsos negativos, con resultados no confiables que tienen que ser reportados a través de un formulario sobre eventos adversos que tiene el Ministerio de Salud. Ya se solicitó la información al área de laboratorios”, informó Murillo el 10 de julio, en entrevista con La Nación.
Miguel Salas Araya, jefe interino de la División de Medicamentos designado durante la intervención de la Dirección de Aprovisionamiento de Bienes y Servicios, informó de que la actual compra suple las necesidades de tiras reactivas por los próximos cuatro años.
Son 150.000 cajas de cien unidades de tiras. Ese contrato rige desde el 3 de abril del 2017 hasta el 2 de abril del 2021, y es por un monto total para esos cuatro años de $1,8 millones.
“Con la cantidad estimada de 150.000 cajas de cien tiras reactivas, el contratista proporciona 12.000 glucómetros. Como es según demanda, si se requieren más el contratista entrega adicionalmente un glucómetro por cada siete cajas de 100 tiras", agregó Salas.
Jorge Porras, asesor del área de Logística en la CCSS, confirmó que la Dirección de Equipamiento Institucional envió una circular sobre este asunto por la web, la primera semana de julio.
“(En la circular) se explica cómo debe interpretarse la lectura y cómo entrenar a la gente”, dijo Porras.
Murillo, por su parte, reconoce que aquí hay un “tema de usabilidad”.
“Pienso que es un tema que hay que revisar desde el punto de vista de la seguridad del paciente. Para las personas debe ser fácil de usar y de interpretar”, afirmó Murillo, quien aclaró que este tipo de compras se hacen a través de comisiones, conformadas por la Gerencia Médica.
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“Ellos son quienes definen la ficha técnica, la calidad del producto y cómo se va a utilizar”, agregó.
Hasta el momento, el uso del aparato y las tiras se encuentra ordenado de tal manera que sea el médico tratante quien escoja a quien necesita este aparato para llevar un control diario de su diabetes.
Los enfermos deben recibir capacitación sobre el uso del glucómetro y, periódicamente, calibrar el aparato para que lea adecuadamente los resultados que arrojan las tiras reactivas.
En el país, hay alrededor de 500.000 enfermos de diabetes.
Recientemente, trascendieron supuestos problemas con el uso de las jeringas para quienes necesitan inyectarse insulina varias veces al día.
Este asunto está siendo investigado por la Gerencia de Logística, que encontró en una investigación preliminar suficientes elementos para realizar un muestreo y confirmar o descartar problemas de calidad en estos dispositivos.
Las compras anuales de jeringas rondan los $1,8 millones anuales. La CCSS adquiere 38 millones de estos dispositivos.