Adriana Barboza Villalta estuvo hospitalizada este año por una alergia. Cuando los médicos le midieron el azúcar con el nuevo glucómetro que tiene la CCSS, el aparato arrojó un registro de más de 300.
“Ya me iban a inyectar insulina (para bajar el nivel de glucosa en la sangre). Yo les dije que no. Les advertí que el aparato daba falsos resultados. Usé el mío, personal, y registró 100”, comentó Adriana citando un ejemplo más de las múltiples malas experiencias que ha tenido como paciente diabética con el nuevo glucómetro facilitado por la CCSS.
Barboza tiene diabetes tipo 1. A sus 33 años, lleva 24 conviviendo con la enfermedad, que la obliga a realizarse hasta 8 mediciones diarias para definir cuánta insulina se inyecta según los resultados que le dé el glucómetro.
Esta administradora de profesión asegura que esta es la primera vez en todo ese tiempo en que la CCSS le suministra un glucómetro que no funciona para pacientes como ella.
El aparato lo tiene hace más de un año, pero los falsos resultados la obligaron a comprar otro por su propia cuenta. porque no confía en los datos que le da el de la Caja.
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“Si voy manejando y me siento mal, el aparato no da resultados rápidos. Tarda hasta 20 segundos cuando el glucómetro anterior lo daba en mucho menos. Esto, en momentos de urgencia, no ayuda”, agregó.
Situaciones así, que se han multiplicado en los últimos meses, motivaron a la Asociación prodiabéticos Día Vida a exigir a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) cambiar el glucómetro.
La Asociación ha realizado múltiples gestiones en los últimos meses por estos problemas, incluida una ante la Defensoría de los Habitantes, entidad que emitió un informe recomendando a la Caja incorporar a las organizaciones de pacientes en los procesos de compras como esta.
“A nosotros no nos interesa de cuál marca sea. Eso es lo de menos. Lo que pedimos es que funcione. Este glucómetro no está hecho para ser manejado por pacientes en el día a día”, dijo Ana Ortega, presidenta de esa asociación.
Dificultades con nuevo aparato
La Caja acaba de empezar a ejecutar un contrato por medio del cual compra las tiras reactivas que utilizan los diabéticos para poner su muestra de sangre y medir la glucosa.
En una información publicada por este diario, la institución aclaró que ellos no compran el glucómetro. El aparato lo pone la empresa proveedora a cambio de la compra de esas tiras reactivas.
En total, la CCSS adquirió 150.000 cajas de cien unidades de tiras. Ese contrato rige desde el 3 de abril del 2017 y finaliza el 2 de abril del 2021. Es por $1,8 millones por esos cuatro años.
En total, el contratista facilitó 12.000 glucómetros a los pacientes de la Caja.
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Según Ana Ortega, el aparato es “poco práctico”. El tiempo para dar resultados no solo es mayor.
A ella le han comentado otros pacientes que abrir el empaque de las tiras reactivas es muy difícil y esto complica su uso, además de que la toma de la muestra de sangre se debe hacer en condiciones que solo son posibles en ambientes controlados, como el de un hospital.
“Los 20 segundos que dura para tirar el resultado se hacen eternos para los padres que están con un hijo en crisis. Además, la CCSS solo da, en los mejores casos, tres cajas de tiras reactivas por mes por paciente. Son 150 cintas reactivas en total. Solo mi hija gasta una caja en una semana”, agregó Ortega, quien es mamá de una paciente diabética tipo 1.
Esto último conlleva otra dificultad porque las nuevas tiras reactivas no se venden en farmacias privadas, una de las vías a las que recurrían usualmente los pacientes cuando se les agotaban.
Esta Asociación ha tenido reporte de enfermos que, por seguir los resultados que arroja el nuevo glucómetro, han variado el tratamiento y esto les ha desencadenado crisis.
Ortega comentó el caso de un joven con diabetes tipo 1 que ha tenido que ser hospitalizado dos veces este año porque un examen conocido como hemoglobina glicosilada supera el nivel de 12, cuando lo máximo permitido es 7.
Esa prueba de laboratorio revela, entre otras cosas, la magnitud del daño renal que pueda sufrir el enfermo. Esta es una de las complicaciones más frecuentes y peligrosas entre la población diabética.
Ortega lo atribuye al desbalance en los tratamientos al depender de los resultados que lanza el glucómetro para inyectarse insulina y para manejar la dieta.
“Estas situaciones, si las dejamos acumularse a lo largo de los años, provocarán complicaciones que luego serán más costosas de manejar para la misma CCSS”, aseguró la vocera de la Asociación.
La gerenta de Logística a. i. de la CCSS, Gabriela Murillo Jenkins, manifestó hace una semana a La Nación que solicitará información al área de laboratorios para ver si han recibido reportes de efectos adversos por el uso de este aparato.
“Pienso que es un tema que hay que revisar desde el punto de vista de la seguridad del paciente. Para las personas (el glucómetro) debe ser fácil de usar y de interpretar”, afirmó Murillo el 10 de julio. La gerenta aclaró que este tipo de compras se hacen a través de comisiones, conformadas por la Gerencia Médica.
Esta queja por los glucómetros se une a una investigación que ordenó la Gerencia de Logística por supuestos fallos en las jeringas que utilizan los diabéticos para inyectarse insulina.