Las narraciones sobre las experiencias traumáticas que sufren las mujeres en las salas de parto y en las calles ticas dejan en evidencia la gravedad de la violencia obstétrica y el acoso sexual callejero en Costa Rica.
A continuación, un recuento de testimonios recogidos por la Defensoría de los Habitantes sobre la violación de los derechos humanos de las mujeres embarazadas con ocasión del parto y un conjunto de casos de acoso sexual callejero vividos por las seguidoras de Facebook, Instagram y Twitter de La Nación.
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Violencia obstétrica
"El año pasado quedé embarazada y a las ocho semanas perdí a mi bebé. Soy vecina de Cartago y fue en ese centro médico donde me atendieron, jamás pensé que al dolor tan grande de haber perdido a mi primer hijo, le tenía que sumar el terrible trato que sufrí en ese hospital. Ese día que mi esposo me internó en el Max Peralta era de noche... me pasaron a una sala en la que estaban tres enfermeras y el supuesto médico, una de ellas me dijo que me subiera en la camilla, yo les consulté que si no iban a usar anestesia o algo porque ya una doctora de emergencias me había recomendado que no permitiera que me hicieran el procedimiento sin anestesia porque era muy doloroso, y así fue. Me dijeron que no, y colocaron un aparato en mi vagina para sacar lo que quedaba de mi bebé, el dolor fue desgarrador porque es como si le estuvieran arrancando las entrañas a uno, definitivamente no lo aguanté, yo gritaba de dolor y el supuesto doctor lo que me dijo fue “ahora salada va a seguir sangrando por inútil y no aguantar”... cuando salí de ese lugar tres muchachas estaban ahí esperando el mismo procedimiento.
Toda la noche escuché los gritos desgarradores de ellas que tuvieron que pasar lo mismo que yo. Eso es una injusticia...Quedé con el dolor de no querer saber nada acerca de volver a tener esa experiencia. Eso que me hicieron se llama AMEU y me contaron otros doctores de ese mismo Hospital que ahí hacen ese procedimiento porque así no deben usar las salas de operaciones ni tener anestesiólogo para hacer el legrado...".
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“Tuve una experiencia traumática en el Hospital Max Peralta al momento de dar a luz a mi hijo, ya que recibí mal trato del cuerpo médico. Se me había indicado que me harían una cesárea el día 03 de noviembre de 2016 debido a que mi bebé estaba transverso, sin embargo me internaron el día 31 de octubre de 2016 me indicaron que el parto sería vaginal en razón de que el bebé para esa fecha estaba cefálico. Pasadas las 7:45 pm me pasaron a sala de parto donde el doctor se me subió en el estómago y empezó a hacerme maniobras supuestamente para bajar al bebé; el nacimiento fue a las 7:59 am. Al bebé se le fracturó la clavícula en el parto, se defecó dentro de ella y cuatro días después lo internaron porque estaba amarillo. 22 días después me encontraron un rollo de gasa dentro la vagina. Hasta la fecha ha tenido muchas infecciones y ha tenido mucha depresión…”.
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“El obstetra me indicó que me había quedado un pequeño desgarro...me cocieron durante unos 30 a 40 minutos, sin anestesia ya que me indicó en esa zona no hacia efecto, con el cambio de turno del personal el salón fue atendido por una enfermera la cual violentó mis derechos en todo momento, me trató en forma despectiva, burlesca, me dijo que era una mala madre porque no amamantaba a mi hijo y no es que yo no quisiera es que él no agarraba bien el pezón luego me di cuenta que a él le costaba hacerlo debido a que tiene frenillo en la lengua cosa que no detectaron en el hospital, y él lloraba mucho porque no podía succionar, me obligó a levantarme de la cama y cambiarle el pañal... El día que se suponía debía ser el más importante de mi vida se convirtió en un día de terror, en el que se me violentaron mis derechos como paciente, mi dignidad, fui víctima de maltrato emocional, abuso y crueldad, negligencia y mala práctica médica...nunca valoraron la posibilidad de que mi parto no podía ser natural”.
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“El día 22 de febrero de 2016 fue internada para el parto en el Hospital Monseñor Sanabria de Puntarenas. La obstetra la llevó a un cuarto en donde había una camilla pequeña en la que ella no cabía. Ella me metía la mano, los cuatro dedos y cada vez que ella hacía eso me bajaban chorros de agua y me decía ‘siga teniendo más carajillos, tenga hasta 5 porque usted es demasiado valiente’, luego cambió cuando yo le decía que no me hiciera eso, que me dolía entonces me decía que yo lo que quería era matar a mi bebé y en muchas ocasiones me quería decir que yo era una pendeja. En reiteradas ocasiones la obstetra me bajó de la camilla y me puso en el suelo, entonces yo no estaba cómoda ni en la camilla ni en el piso, tampoco yo le pedí que me pusiera en esa posición y ella me hacía de medio lado, me agarraba la pierna y me la empujaba para arriba lo que hasta ahorita me molesta. Le pedí que no me hiciera eso".
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“Su hijo ... nació el 16 de octubre de 2017 a las 11:50 p.m. en el Hospital Monseñor Sanabria. Su esposa ... de 25 años estaba en sala de partos junto con la enfermera quien determinó que tenía 3 cms de dilatación, por lo que se fue al baño dejándola sola. En ese momento parió y el bebé cayó al suelo, colgando del cordón umbilical que se reventó. Cuando él ingresó a acompañar a su esposa, estaban levantando del piso a su hijo y había mucha sangre. Posteriormente le dieron la salida sin complicaciones y unos días después le aparecieron al niños unas gotas de sangre en los ojos, lo llevó al centro médico y le mandaron unas gotas, no le dieron ningún seguimiento por lo que lo llevó a un médico privado quien indicó que en esos casos debe valorarse el bebé cada mes...”.
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“Deseo quejarme del área de maternidad y del profesional a cargo del área el cual posee funcionarios aquí en este hospital (Escalante Pradilla en Pérez Zeledón) que no tienen el más mínimo respeto por las embarazadas. Se les maltrata de palabra. Cuando las enfermeras las ven llorando le dicen: ¿Por qué está llorando? en tono burlesco y otro Dr. subalterno en tono sarcástico le dice: “Si le dan tanto miedo los aviones para que compró tiquete y se montó mamita!”.
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“Asistió al servicio de Emergencias del Hospital de Ciudad Neily, ya que estaba embarazada y tenía dolor en el vientre y un sangrado por lo que solicitó al citado médico le realizara un ultrasonido; sin embargo el médico le indicó que no era posible ya que su condición no era crítica, le hizo un tacto que le provocó mayor sangrado por lo que nuevamente solicitó el ultrasonido, respondiéndole el doctor de manera deshumanizada lo siguiente: ‘vea señora lo que se tiene que venir se viene y lo que se sostiene se sostiene’, y la remitió a hacerse un examen de orina sin acompañamiento. Al ingresar al elevador sintió que algo le bajó y resulta que había tenido un aborto espontáneo, por lo que se devolvió al consultorio y al indicarle al doctor lo que sucedió éste me indicó: ‘no le digo que lo siento mucho ya que nunca me ha pasado, pero usted debería de dejar de estar matando personas, no se embarace más y disfrute su hijo de 7 años', y me indicó que hasta el siguiente día me harían el legrado".
Acoso sexual callejero
“Tenía como 18 años, iba llegando a mi casa, era de día todavía e iba caminando por la calle, no por la acera, porque la acera estaba muy enmontada. De pronto escuché una moto que venía detrás mío pero no me subí a la acera porque pensé ‘es una moto, puede pasarme de lejos’. Pues no, el motociclista me pasó a la par y me pegó una nalgada que hasta me dejó la nalga ardiendo. Después de algo así una no puede hacer nada. Ahora siempre me subo a la acera cuando escucho una moto pasar”.
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"La peor creo que hasta el momento me ha pasado fue como a mis 12 años de edad que andaba en San José con una amiga por el bulevar y pasó un señor mayor, viejo verde y me tocó por delante mis partes íntimas. Hizo como si fuera pasando a mi lado, pero fue para pasarme toda su mano por mis partes. Solo lo puede madrear, pero para ese entonces no era como que se le daba tanta bola a ese tema. Vi unos policías, pero cero que hicieron nada".
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“Una vez caminando por San José centro un tipo me seguía, caminé más rápido y crucé de acera, el tipo cruzó. Cuando me alcanzó me dio una nalgada tan fuerte que me dejó un morete”.
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“En Alajuela iba caminando a tomar la buseta a mi trabajo y un tipo me empujó hacia una pared y me empezó a decir un montón de cosas y me enseñaba la foto de su pene, en el momento no supe cómo reaccionar, quedé en shock y más porque nadie me ayudó”.
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“Tenía 13 años, recuerdo un carro que se parquea a mi lado y el conductor comienza a masturbarse”.
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“En buses hombres que deciden pasar sus partes por el hombro cuando una está sentada. Me han pegado dos nalgadas a los 13 años y a los 18 años en plena vía pública. Incontables las veces que me han gritado desde ‘mita venga para que sepa lo que es bueno’ hasta ‘está como para violarla’, sin mencionar las veces que creo piensan que somos perros porque solo nos llaman por psst psst”.
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“Siendo adolescente en las ruinas de Cartago pasó un hombre en bicicleta y me dio una nalgada, luego en un concierto había muchísima gente y un estúpido me agarró una nalga que hasta me dolió y me dejó llorando y con mucha furia en medio de la multitud y luego un montón más de miradas y vulgaridades que dan asco”.
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"En una ocasión caminando hacia la universidad estaba un hombre en su carro parqueado yo no le tomé importancia y crucé la calle, sin embargo, ese tipo me siguió en su carro, se puso junto a mí e iba muy despacio para ir a mi lado y comenzó a decirme muchísimas cosas, recuerdo que empecé a caminar más rápido, volvió a alcanzarme y siguió diciéndome cosas, yo le dije en varias ocasiones que se fuera, que no me interesaba, aunque a él no le importaba y seguía diciéndome cosas hasta que llegamos a un semáforo, en ese momento un señor que estaba esperando en la acera vió y escuchó lo que pasaba y comenzó a defenderme, a él se le unieron un señor en otro carro y uno en moto, incluso el tipo que venía acosándome huyó, casi atropellando a unas personas que iban a cruzar”.
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“Hace dos meses estaba cerca del parque central esperando a una amiga luego de que salí de la universidad, mientras esperaba a que ella llegara un hombre pasó a la par mía y tuvo la osadía de pasar sus manos por mi cuello y decir ‘mi amor que rica que estás’. Al notar esto no solo me asusté, mi reacción fue insultarlo y tratar de encararlo, sin embargo las personas que pasaban por ahí no hicieron más que reírse y pedirme que me fuera”.
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“Una noche salí de clases de la universidad iba caminando hacia el lugar donde me hospedo, estaba un hombre en su carro y me preguntó una dirección, yo me detuve rápidamente para decirle la dirección cuando capté que él no tenía los pantalones puestos y lo único que tapaba su parte íntima era un abrigo, cuando iba a quitarse el abrigo para mostrarme su parte íntima yo salí caminando rápido, cuando volví a ver hacia atrás vi que el carro retrocede y da la vuelta hacia mí persiguiéndome, cuando me alcanzó, me empezó a decir muchas cosas que por qué estaba tan sola, que me subiera en su carro, que a dónde iba, que lo volteara a ver, que me gustaría ver su pene, estaba asustada de que me hiciera algo pero en ese momento venían unas personas caminando y el hombre salió huyendo en su carro. Después de esto me da miedo caminar sola en las noches”.
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“A los 14 años me gustaba andar en bicicleta por el barrio, un motociclista me pegó una nalgada, justo cuando iba pasando por un reductor de velocidad, de lo duro de la nalgada me movió del asiento caí sobre la barra, quise perseguirlo, pero solo lo oí reírse y tirarme besos”.
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“Desafortunadamente me ha ocurrido más de una vez, pero la más clara y traumática que recuerdo fue a mis 13 años, iba camino a la parada de autobús no había acera por lo que caminaba a la orilla de la calle y pasó un tipo en moto, cuando pasó junto a mí metió su mano entre mis piernas, me hizo prácticamente levantada, con el susto y la adrenalina de la reacción cuando intenté sacar su mano me lastimó y como sino fuera suficiente siguiendo su camino como nada me hizo señas con la lengua hasta perderse de mi vista. Hace 20 años cuando eso ocurrió ninguna persona salió a mi defensa, al contrario, cuando las piernas dejaron de temblarme y al fin llegué a la parada los que estaban ahí no dejaban de mirarme señalatoriamente y murmurar cosas como: ‘quién la tiene’, ‘nadie la manda’ y cosas de ese tipo y a ver yo tenía 13 años, era una niña, dudo que sea algo que alguna mujer busque y menos aún disfrute”.
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“Hace alrededor de tres años (en este momento tengo 18 años) se me ocurrió salir a correr en la mañana alrededor de mi casa (vivo en Lindora) y mientras iba corriendo con mis audífonos pasó una motocicleta y me dejo arrodillada y se puede decir que golpeada en el piso por pegarme una nalgada a una alta velocidad mientras conducía. Nunca más volví a salir a la calle”.