Son 2.500 las adolescentes que se se han colocado implantes anticonceptivos en el primer año de aplicación del dispositivo por parte de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Este proyecto se inició en julio de 2017 en cuatro regiones del país, dirigido a jóvenes con hasta 20 años, que tuvieran una vida sexual activa. El método les ayuda a evitar embarazos hasta por tres años.
El producto es un implante que se coloca debajo de la piel de un brazo; es una pequeña barra de 4 centímetros por 2 milímetros que contiene etonogestrel, una hormona que evita la ovulación y que, según registros, tiene un 99,9% de efectividad en evitar el embarazo.
Cuando se anunció su inclusión en la Lista Oficial de Medicamentos de la Caja, estaba disponible en la región Brunca, en la Atlántica y en La Cruz de Guanacaste. Ahora está también en el Pacífico Central y en la Huetar Norte. El plan es que al 2020 esté disponible en todo el territorio nacional.
LEA MÁS: Mujeres adolescentes con actividad sexual tendrán acceso a anticonceptivo bajo la piel
Las candidatas
Angélica Vargas del Programa Mesoamérica de la CCSS, detalló que las pacientes deben solicitarlo en los centros de salud, en la consulta de atención a adolescentes, o bien, en el internamiento posparto o posaborto.
El método está indicado para las jóvenes que estén en riesgo de embarazo o aquellas que hayan tenido un hijo y elijan el implante. Además, no pueden tener contraindicación alguna para utilizarlo, deben someterse a una valoración médica y psicosocial, y acudir a una consejería sobre la oferta anticonceptiva que tiene la CCSS para ellas.
“En el 50% de los embarazos no planificados las mujeres estaban utilizando un método anticonceptivo de corta duración. Este, al ser de larga duración, garantiza adherencia, porque no es lo mismo que usted tenga que ir cada tres meses a recoger la pastilla que debe tomarse todos los días, que saber que se lo puso y es totalmente indicado, con mínimos efectos secundarios y que garantiza que al menos en tres años no se va a embarazar”, explicó Vargas.
Vargas recalcó que las adolescentes embarazadas tienen hasta cuatro veces más riesgo de muerte materna que las adultas, y sus hijos, mayor riesgo de mortalidad neonatal por parto prematuro.
En el 2017, el porcentaje de mujeres menores de 19 años que tuvo un hijo bajó de 17% a 14,7% del total (10.150 nacimientos). De ese total, 301 tenía 15 años o menos.
La CCSS está detrás de las jóvenes que ya tuvieron un parto, pues entre el 30% y 35% de ellas, repiten antes del año con un nuevo embarazo.
“La prevención de ese segundo embarazo se convierte para la institución en una gran responsabilidad”, aseguró Vargas.
LEA MÁS: Anticonceptivo da esperanza a cantón con alto embarazo adolescente
Capacitación a funcionarios
Para ofrecer este método cada centro médico debe someter a su personal a un programa de capacitación integral intensivo, que es impartido por un equipo interdisciplinario. Actualmente están capacitando a la región Chorotega.
Cumplir con este proceso es requisito para el despacho del implante del almacén central, ya que los prescriptores deben estar certificados para el buen uso y garantizar que la personas sea experta en la colocación del mismo, explicó Vargas.
Para esta capacitación la CCSS contó con la colaboración del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), que además, desarrolla una investigación en La Cruz, sobre la experiencia de las mujeres que se lo pusieron.
Evelyn Durán, oficial en salud reproductiva del Unfpa, explicó que en mayo del año anterior donaron y colocaron 500 implantes a mujeres de La Cruz, la mayoría adolescentes, con el fin de medir la respuesta a este nuevo método.
“El estudio lo que pretende es generar información confiable de cuál es la aceptación que tienen los implantes entre las usuarias, siempre y cuando este se ofrezca como parte de la oferta anticonceptiva en el marco de la libre elección”, explicó Durán.
Esta investigación está en marcha, pero los primeros resultados indican que al tratarse de un método nuevo, diferente, de larga duración y no invasivo, ha llamado más la atención de las mujeres.
“Muchas tienen esa resistencia de colocarse un dispositivo de manera vaginal. El implante les genera mayor confianza”, comentó Durán.
A pesar de que la respuesta ha sido positiva, tienen registro de casos de mujeres que se lo quitaron por diferentes razones, la mayoría sociales.
“Por ejemplo, había una a la que su suegra le pidió que se lo quitara, otra porque en la comunidad le decían que era del diablo y que debía quitárselo”, comentó.
La demanda de este método ha sido tal, que la CCSS está capacitando más funcionarios para que puedan preparar al personal de otros centros de salud y así poder ofrecer el implante a las jóvenes, pues son ellas mismas las que llegan preguntando sobre su disponibilidad.
Cada uno tiene un costo de ¢34.000 lo que se traduce en ¢945 mensuales, durante los 36 meses que tiene de duración.