“Yo vivo tranquila. El volcán no me asusta. Para pasarle algo a uno le pasa en cualquier lado”.
Lucrecia Sevilla Torres, de 48 años, no le teme al Arenal, aunque lo tiene durmiendo a menos de tres kilómetros de su casa.
Ella vive en el barrio más grande de La Fortuna, conocido como Zeta 13, donde residen unas 400 familias de trabajadores de hoteles, restaurantes y comercios de este distrito sancarleño.
“A mí me gusta vivir aquí. Cuando amanece, uno se levanta y se da la vuelta para allá (mira hacia el coloso) y ahí está el volcán bien despejado. Siempre cambia. A veces está bien despejaditico, y a veces está tapadito en la parte de arriba, como con un algodón”, cuenta.
Sevilla llegó a La Fortuna hace 20 años procedente de Los Chiles, al norte de Alajuela. En ese entonces, el Arenal todavía daba sus espectáculos de lava y rocas incandescentes que hicieron famosa a esta comunidad en todo el mundo.
De la primera erupción del coloso únicamente sabe lo que otros le han contado.
Sucedió hace 50 años, un lunes 29 de julio de 1968. Lo que entonces los lugareños conocían como el cerro Arenal explotó en una nube de cenizas que convirtió en noche la mañana de ese trágico día.
El joven volcán despertó de un sueño de 700 años y sorprendió a un país completo, que empezó a contar muertos en la emergencia volcánica más grande de la historia reciente.
Murieron 87 personas. La mayor destrucción se dio en 15 kilómetros cuadrados, de acuerdo con los registros de la época.
“Sí, dicen que cayó mucha ceniza y todo pasó por aquí”, cuenta Sevilla mientras señala con la mano su barrio.
En octubre de 2010, fue la última vez que el Arenal expulsó material incandescente. Desde entonces, afirma Lucrecia: “Está quieto, dicen que está dormido”.
Sevilla hoy cuida a sus nietos: un niño de dos años y una pequeña de diez. Como muchos en su barrio, ella trabajó en turismo y dos de sus tres hijas actualmente hacen lo mismo. En su caso, fue cocinera y miscelánea en restaurantes locales.
“Nunca nos han venido a explicar qué hacer si pasa algo. ¿Qué haría? ¿Para dónde agarraría? Yo ni sé, la verdad que no sé. Tal vez me metería debajo de la cama. En serio, no sé”, reconoció.
Amenazas secundarias
El vulcanólogo Eliécer Duarte González, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), advierte que el volcán Arenal está activo.
La erupción de 1968 abrió paso a un ciclo de actividad descrita como “modesta”, que se prolongó durante 42 años, y finalizó en el 2010. Aunque ahora aparenta estar en reposo, la gente no puede bajar la guardia y olvidar que vive a los pies de un volcán activo.
Estas erupciones modestas, explicó Duarte, tienen ciclos de entre 100 y 150 años. Las actividades más grandes y peligrosas vinculadas al Arenal suceden cada 500 o 700 años, según los estudios.
Son tiempos geológicos que a las personas les cuesta comprender. Por eso, bajan fácil y rápidamente la guardia.
“La razón de que se haya bloqueado su conducto principal no es licencia para pensar que es completamente seguro. Él puede reactivarse y abrir por cualquier flanco. Pero, de momento, al no tener señales premonitoras que indiquen ese escenario, mejor pensar en el otro: que es el de actividad o amenazas secundarias, que son reales”, explicó Duarte.
El vulcanólogo hace referencia a eventuales emergencias no directamente relacionadas con los ciclos de la actividad volcánica.
Huracanes, ondas tropicales y otros fenómenos parecidos tienen el potencial de desencadenar emergencias para las cuales las comunidades aledañas y el país deberían estar preparados.
“La actividad humana se ha venido expandiendo en los alrededores. Los planes que hacemos son de muy corto plazo y somos de muy corta visión: porque no lo comparamos con una naturaleza que es ‘eterna’.
"Pensamos que porque el volcán se puso verde en ocho años ya no va a haber más actividad, y comenzamos a relajar las disposiciones. Y la Municipalidad no se entera, y otras instituciones comienzan a dar permisos, ¡cosa peligrosa!”, advirtió el científico.
Duarte puso como ejemplo lo sucedido en Posoltega, en Chinandega, Nicaragua, en octubre de 1998, con el paso del huracán Mitch.
Las intensas lluvias del huracán provocaron el colapso de una de las paredes del volcán Casitas, en esa comunidad nicaragüense. Murieron sepultadas 2.500 personas y muchas resultaron heridas.
Estas amenazas las reconoce el alcalde de San Carlos, Alfredo Córdoba. Asegura tenerlas presentes.
“¡Le hemos perdido el temor a Dios, no se lo vamos a perder a un volcán!”, manifestó Córdoba.
“Es cierto, falta aún mucha consciencia. La gente está pensando más en cómo hacer plata que en prevenir. Como le perdimos el miedo, no pensamos en lo que podría pasar. Yo soy el más preocupado por eso. Sí, tenemos que ser más agresivos”, admitió el alcalde.
La Municipalidad de San Carlos lleva tres años de retraso en su plan regulador urbano, que se vio frenado por un recurso de amparo.
Es un plan para todo el cantón –el más grande del país–, y cada uno de sus distritos tiene uno propio; por ejemplo, La Fortuna.
Ese plan regulador reforzará las disposiciones que ya existen, las cuales prohíben construir en ciertas áreas consideradas como las de mayor riesgo en caso de una emergencia con el Arenal.
Medio siglo de la tragedia
La conmemoración del medio siglo de la primera erupción del Arenal es vista por ese municipio y por la Asociación de Desarrollo Integral de La Fortuna como una oportunidad para poner en perspectiva el nivel de riesgo de la zona.
Óscar Valenciano, responsable de comunicación y mercadeo de esa Asociación, asegura que la celebración de este aniversario será tomada como un punto de partida para analizar y prepararse para prevenir las posibles amenazas.
Las actividades principales, que comenzarán desde el viernes 27 de julio, reunirán a familiares de los fallecidos durante la tragedia del Arenal y a sobrevivientes en un homenaje y una misa que se realizarán en el Parque Nacional Volcán Arenal.
“Nuestro interés de fondo es acercar a las fuerzas vivas de la comunidad para buscar un diálogo y hacer más consciencia. Cada año que recordamos esta tragedia no debe ser solo un recuerdo. Debemos analizar los riesgos que todavía existen y trabajar por reducirlos”, afirmó Valenciano.
Anáis Huertas Méndez, de la comisión local de emergencias en La Fortuna, también ha detectado un exceso de confianza entre la población.
A pesar de esto, como comisión, dijo, han procurado reforzar las medidas de mitigación de riesgo conectando a empresas públicas y privadas de la comunidad.
“En caso de que se presente cualquier emergencia, ya tenemos protocolos que son activados en caso de una emergencia real. Sabemos que hay situaciones climatológicas que podrían afectar al Arenal”, comentó Huertas.
Huertas tenía seis años cuando sucedió la primera erupción y recuerda muy claramente la nube de ceniza que apagó la luz del sol apenas iniciando la mañana del 29 de julio de 1968.
También tiene frescos en la memoria los recuerdos de una caminata a una de las coladas del volcán, siendo todavía una adolescente, en donde fue sorprendida por una avalancha de lava que la puso a correr para salvar su vida.
Por eso, asegura, reconoce la importancia de reforzar la prevención en todos los niveles.
“Celebrar 50 años es una gran bendición. El Arenal, es cierto, causó una tragedia y mucha tristeza, pero también nos regaló desarrollo a una zona que antes era exclusivamente ganadera y agrícola. Es una oportunidad para mejorar los controles y hacer de La Fortuna un pueblo no solo bonito, sino también seguro”, manifestó la mujer.
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Entrevista con Eliécer Duarte, del Ovsicori: ‘La gente espera que haya rojo encendido, incandescencia y bloques volando para sentir una amenaza’
El vulcanólogo Eliécer Duarte González, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), recalca que el volcán Arenal está activo.
Sus ciclos de actividad modesta, como llama a la que se prolongó desde 1968 al 2010, se producen cada 100 o 150 años, pero no por eso el país y, sobre todo, quienes viven en los alrededores de este volcán deberían bajar la guardia.
Asegura que hay otras amenazas no vinculadas directamente con la actividad volcánica, que podrían representar un riesgo para las poblaciones vecinas, si estas bajan la guardia con las medidas preventivas.
El siguiente, es un resumen de la entrevista que concedió a La Nación a propósito del 50 aniversario de la primera erupción del Arenal, el 29 de julio de 1968, la cual produjo 87 muertes y mucha destrucción.
- ¿Cuáles son las características del volcán 50 años después de la erupción?
- Es un volcán activo. La escala del tiempo entre la naturaleza y el ser humano no compaginan. A veces nos cuesta comprender algunos ciclos desde esta perspectiva. Recordar que el Arenal tuvo como 525 años de quietud antes de comenzar este último periodo de actividad, en el 68. La lava más fresca que está datada está en las instalaciones de Tabacón. Una colada enorme de 4 kilómetros que se dató en 1525. Es el modo más sencillo de darle fechas.
"Luego de eso, en el 68 comienza un periodo de actividad bastante modesto comparado con el registro histórico que tienen los registros estratigráficos. Hay que recordar que es un volcán que tiene ciclos entre 500 y 700 años de erupciones grandes. Estas erupciones pequeñas, como la del 68, podrían darse en un ciclo de 100 a 150 años. Quiere decir, que es un volcán que todavía está muy caliente. La última actividad importante ocurrió en el 2010. Está muy reciente el cese de la actividad explosiva.
“Recordar que mantiene actividad efusiva, tiene gases y vapor en la cima. Tiene temperaturas que oscilan entre 180 y 220 grados celsius, lo cual es significativo. Tiene actividad sísmica. Mantiene sus aguas termales casi invariables, con 51 grados en Tabacón, que prácticamente no ha variado a pesar de que tenemos 8 años de que en la cima no ocurren explosiones. Esto quiere decir que la energía que contiene en sus partes internas es muy importante”.
- ¿Qué los hizo concluir que la actividad del 68 fue modesta?
Si tomáramos 42 años, hasta el 2010, todo lo que produjo el volcán en 42 años se puede meter en medio kilómetro cúbico de volumen de material, que es muy modesto. Revisando las capas de materiales, hubo otros periodos en los que, en pocos años (cinco o diez), pudo haber producido el doble. Un kilómetro cúbico es una cantidad inimaginable. Es un millón de millones de metros cúbicos. Quiere decir que hubo antes actividad muy intensa. Lo único que se engordó en estos 42 años es el lado oeste, donde se nota un volcancito gemelo.
“Todo ese material que uno pudo ver por años fue solo medio kilómetro cúbico. Una transformación enorme en el territorio y solo produjo esto. Quiere decir que la actividad es bastante modesta”.
- ¿Pero sí es un volcán joven?
- Muy joven.
- ¿Aquí cuál otro puede tener más edad que el Arenal?
- Cualquiera. Este es el volcán más joven con este tipo de actividad. Se estimó en unos 7.000 años. Lo que es un guiñar del tiempo.
- ¿Cuál lo supera? ¿El Poás?
- Son volcanes muy viejos. El Arenal decimos que es un estrato-volcán pero monogenético, con un solo cono. El Poás, el Turrialba y el Rincón de la Vieja son macizos o estratos-volcanes complejos. Por eso decimos que son un complejo volcánico, porque han logrado acumular tanta masa y tantos focos eruptivos que es difícil en un punto distinguirlo por edades.
"Si le ponemos el foco a ese segundo ciclo, la segunda familia de actividad: una actividad modesta de cada 100 o 150 años. Entonces, el periodo de espera seguro lo verán nuestros tataranietos, si se da así, porque siempre esto es impredecible y puede que se dé una actividad adelantada.
"La actividad humana se ha venido expandiendo en los alrededores. Los planes que hacemos son de muy corto plazo y somos de muy corta visión: porque no lo comparamos con una naturaleza que es “eterna”, y pensamos que porque el volcán se puso verde en ocho años ya no va a haber más actividad, y comenzamos a relajar las disposiciones. Y la Municipalidad no se entera, y otras instituciones comienzan a dar permisos, ¡cosa peligrosa!
“Y eso es lo que estamos viendo. No hay planificación, aunque las grandes explosiones sucedan dentro de 150 años… Claro, se debería planificar para 50 o 100 años y no para unos pocos. Uno entiende que hay presión económica y hay vecinos que no van a entender. ‘Si ya hace ocho años que no vemos ninguna explosión, así que déjenos hacer el canopy y la piscinita’. Y en cualquier momento las cosas pueden cambiar. A pesar de esos prolongados tiempos geológicos, que nos anuncian un sueño prolongado, no deberíamos atenernos jamás, y planificar acorde a estos tiempos.
“Deberíamos hacer uso del comodín que hemos tenido, que son las áreas protegidas. Deberían ser la carta que se mantenga ahí. Primero, porque dan garantía de que el turismo sigue fluyendo y, segundo, porque a largo plazo es el modo de contener la presión, que para mí es muy apropiado”.
- Pero, ¿qué se ha hecho y en qué se ha avanzado?
- Arenal ha estado presionando un tanto las áreas de restricción de uso.
- ¿Por razones económicas?
- La presión de los empresarios.
- ¿Quieren seguir creciendo y explotando desde su lado?
- Claro, claro. Y hay que tener mucho cuidado con que las autoridades no descuiden esa visión.
- ¿Ese es su llamado como científico?
- Si las ordenanzas se relajan, la afectación a futuro puede ser muy real.
- ¿Aunque ese futuro nos parezca muy lejano?
- Sí, y para ser un poquito más dramático, podríamos hablar de actividad secundaria. La gente espera que haya rojo encendido, la incandescencia y bloques volando para sentir una amenaza, y eso no debería ser porque hay amenazas secundarias.
- ¿Qué son amenazas secundarias?
- Avalanchas frías, por ejemplo. Desplazamiento de escombros, paredes inestables…
- ¿Y eso qué lo provoca?
- Lo provocan estas ondas tropicales, más severamente huracanes, terremotos…
- ¿Cambio climático?
- Sí, claro. Un cono como el Arenal que apenas se está estabilizando es un edificio vulnerable. Puede colapsar parcialmente. Y usted lo ve con un ejemplo: 2.500 muertos en el volcán Casitas, en Nicaragua…
- Lo recuerdo. Por un fenómeno atmosférico: el huracán Mitch (30 de octubre de 1998).
- Eso es una realidad.
- ¿Eso es lo que ustedes llaman amenazas secundarias?
- Sí.
- ¿Puede pasar en cualquier momento?
- Y en cualquier volcán, y pueden ser detonadas por factores que no tienen que ver en nada con el vulcanismo. El sobrepeso que producen lluvias intensas y un sismo fuerte, las puede detonar.
- ¿Esto quién lo está monitoreando?
- La mejor forma es evitar. Porque, realmente, hacer una red para estudiar las amenazas secundarias de los volcanes vulnerables en el país sería una cosa muy cara y complicada. Entonces, el evitar es la medida más barata.
- Prevenir. Pero usted como especialista ¿ve que se están aflojando estas disposiciones…?
- Yo no lo aseguro, más bien sí prevengo para que las autoridades estén con visión clara de que no deben bajar esas ordenanzas. No deben comenzar a dar permisos solo porque vemos verde. A mí me preocupa eso. En lo que antes veíamos todo pelado porque era propio de la actividad que descendía ahí se pueden producir colapsos de materiales, coladas y nubes incandescentes, que era lo que mantenía todo pelado. Ahora usted llega y ve todo verdecitico. Y es engañoso. Me preocupa que se diga que estamos estabilizados.
- Más en una zona con tanta lluvia.
- Cierto.
- En general, es en todo el país.
- En todo el país. Y aquí tenemos un montón de ejemplos. ¡Si abriéramos el capítulo de volcanes con colapsamiento lateral! Suceden cada cientos o miles de años, y entonces la gente no se preocupa. Pero hay que llevarlos a Casitas para que vean como un colapso de esos puede recorrer 20 kilómetros. El más cercano que tenemos es Irazú, que colapsó hacia Taras y recorrió 25 kilómetros.
"Nos cuesta a veces conectar mucho. Y si le doy más ejemplos: en el Orosi, el complejo Orosi-Cacao, cuando usted va subiendo hay un lugar que se llama algo así como Sabana Grande… se ve el volcán a unos 15 kilómetros y uno empieza a ver las rocas enormes de uno o dos metros perdidas en el potrero… esto fue un colapso que está bien documentado.El volcán sin ninguna actividad, un volcán quieto, dejó ir una pared y esa pared recorrió 16 kilómetros.
"Para mí es preocupante cuando yo veo al Arenal con gente a escasos 4 o 5 kilómetros. Cualquiera debería preocuparse. Zeta 13 es la comunidad que ha ido creciendo. Es la comunidad de los trabajadores de La Fortuna. La gente más humilde, las casas más pobres, todo está pegado al volcán, en una calle secundaria.
“En cualquier momento, sucede. La mejor forma de verlo es con las avenidas de avalanchas frías: el desprendimiento lento de materiales sueltos que hay en las paredes. Esto produce una sedimentación en la región. Ahí no hay alcantarilla que sobreviva. Con cada aguacero, el material fino comienza recorrer y llena calles, alcantarillas y caños. Todo lo llena. Estos desprendimientos no están relacionados con actividad volcánica… Es actividad secundaria y son procesos más lentos. Es material fino que se va acomodando en la parte plana. Muy distinto a un colapso violento.
“La máxima en Geología y Geomorfología es que si ya pasó se puede repetir. No es descubrir el agua tibia. Es una realidad. La cuenca queda lista para recibir otro colapso. Pero si se dice muy efusivamente puede causar un impacto regional y económico…”
- No se puede bajar la guardia.
- No, no. Más bien deberíamos aprovechar todos los recursos que hay en el volcán y alrededores para fortalecer la economía regional con visión preventiva de largo plazo y sin involucrar riesgo. Hay algunos abusos que se mantienen. El llamado es a que se mantengan las regulaciones del uso del suelo y se eche mano a otros recursos que tienen en la región.
- ¿Y los organismo técnicos?
Aquí se han hecho estudios sobre inestabilidad física del edificio volcánico. Se midió el crecimiento y la vulnerabilidad de los materiales emplazados en esos 42 años. La suerte es que hacia el oeste es zona protegida, no hay asentamientos, es hacia el lago. La zona más vulnerable por ese efecto está bastante segura.
“Es un volcán activo. La razón que se haya bloqueado su conducto principal no es licencia para pensar que es completamente seguro. Él puede reactivarse y abrir por cualquier flanco. Pero, de momento, al no tener señales premonitoras que indiquen ese escenario, mejor pensar en el otro: que es el de actividad o amenazas secundarias, que son reales”.