“Es odioso el debate por pensiones de lujo de una clase privilegiada a costa de los recursos públicos. ¿Cuál Costa Rica solidaria es esa?”
Así se pronunció el obispo de Ciudad Quesada, José Manuel Garita, en su último mensaje, en el que criticó los casos de “corrupción y de despilfarro” al tiempo que en el país “se agota la esperanza”, porque los perjudicados son los más pobres.
“Desigualdad es una palabra que se queda corta para definir esta escandalosa brecha que tiene más de dos décadas de acentuarse. Hablamos, solo como ejemplo, de personas que ganan varios millones de colones al mes en una pensión de lujo contra el ingreso de ¢49.999 de una persona en la zona urbana sumida en pobreza extrema”
“A mi paso por las comunidades constato que muchas personas la pasan realmente mal, que hay gente que hace verdaderos milagros para poder llevar el día a día. A mi paso también, constato la ayuda solidaria que se multiplica como alivio inmediato a las más inmediatas necesidades”, añadió.
Según dijo es precisamente en este norte, que debe moverse la sociedad, pero también la mayor responsabilidad es de quienes gobiernan.
El sacerdote definió como un “auténtico fracaso”, las políticas que han implementado los últimos gobiernos para combatir la pobreza.
Garita hizo referencia en su mensaje al anuncio de la última Encuesta Nacional de Hogares 2018, en la que se reveló un aumento en el número de personas que viven en pobreza y pobreza extrema.
Para el prelado, esa estadísticas es señal de que “debe revisarse y corregirse el rumbo del modelo de desarrollo económico, el cual no funciona para el país y no funciona cuando aumenta la desigualdad y cuando hay ya 1.142.069 personas sumidas en la pobreza”.
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El obispo añadió que desde el año pasado, el Informe del Estado de la Nación, ha revelado el “descontento ciudadano” en varios campos.
Garita atribuyó esas situaciones a “la incapacidad del sistema político para generar mejores condiciones de empleo”.
“Es evidente: sin producción de riqueza ni movilidad laboral y sin índices económicos estables, sufre el país, y sufren los más necesitados”, apuntó.
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El sacerdote se mostró preocupado ante el hecho de que según el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), en el país hay personas que viven con ¢1.500 diarios".
“Si no nos ocupamos de esta situación ya, no podemos pensar en avanzar en cualquier otro campo”, sentenció.
El obispo también se ha pronunciado sobre otros temas como la huelga contra la reforma fiscal.