Saarbrücken, Alemania. Costa Rica llegará al 2019 en medio de una revolución tecnológica mundial que alterará la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. Por escala, alcance y complejidad, es una transformación distinta a cualquier cambio mundial ocurrido.
Automatización y digitalización de actividades gracias a la conectividad a Internet son los turbinas de esos cambios. Esas fuerzas, a su vez, empujan avances en robótica, Inteligencia Artificial, vehículos autónomos, nanotecnología, biotecnología y nuevas formas de almacenar energía que, en diverso grado, alteran los mercados laborales.
Esa transformación ya comenzó a hacerse visible en países industrializados de Europa, Asia y Norteamérica, donde algunos oficios desaparecen y nuevas labores aparecen.
¿Qué pasará en Costa Rica? ¿Cuáles perfiles laborales están más expuestos? Trabajadores en líneas de montaje con tareas manuales y repetitivas, personal en servicios de ventas, información y atención a clientes, contadores, auditores, secretariado administrativo y ejecutivo. Incluso choferes y gerentes generales y de operaciones están en la mira.
La coyuntura podría ser un trampolín a la prosperidad o causa de estancamiento si no hay una debida y pronta preparación de la fuerza laboral; presente y futura.
Para Arianna Tristán, directora de Innovación e Internacionalización de la Cámara de Industrias de Costa Rica, Costa Rica debe plantearse si prepara o no el talento humano requerido para las nuevas ocupaciones que se crearán y con las habilidades necesarias.
En setiembre, el Foro Económico Mundial advirtió sobre algunos desafíos locales y mundiales en un amplio informe sobre el futuro del trabajo ante los avances en inteligencia artificial y la digitalización de labores.
El análisis asegura que dichos avances borrarán mundialmente 75 millones de empleos al 2025. Sin embargo, sugiere que ese mismo progreso tecnológico abriría 133 millones nuevos puestos para entonces.
Los trabajos más resistentes a la automatización, continúa el Foro, serán tareas ligadas a diseño o programación, creatividad, pensamiento crítico e inteligencia social.
Además, anuncia una futura extensión y evolución en modalidades de teletrabajo o trabajo flexible y colaborativo; un pronóstico que apelaría a la flexibilidad de los patronos para absorber modalidades de contrato fuera del tradicional empleo fijo, a tiempo completo y en una oficina o fábrica.
Otro estudio, Dividendos Digitales del Banco Mundial, estima que en Costa Rica casi la mitad de empleos podrían asumirlos máquinas. El informe menciona al país entre un listado de naciones en desarrollo donde, desde el punto de vista tecnológico, 48% de empleos podrían correr esa suerte.
Educación, el gran pilar
Frente a tales escenarios, Tristán resalta destrezas claves a cultivar: incluyen resolución de problemas, pensamiento crítico, creatividad, gestión humana, capacidad de coordinación con otros, inteligencia emocional, agilidad al tomar decisiones, orientación al servicio, poder de negociación y flexibilidad cognitiva.
“El punto es qué tan preparadas están las empresas para incorporar la automatización y el uso de inteligencia artificial. Esto es crítico porque, mientras otros países ya definieron rutas para estos cambios; la mayoría del parque empresarial costarricense no está preparado y eso es una pérdida absoluta para competitividad”, advirtió.
Vanessa Gibson, gerente de clima de inversión de la Agencia de Promoción de Inversiones de Costa Rica (Cinde) señala que, en efecto, “Costa Rica ya está en medio de esta tormenta de cambio: este punto de inflexión”. Para ella, este nuevo modelo económico basado en tecnología y conocimiento impulsa o arrasa a cualquier país sin importar dónde esté.
Gibson, eso sí, prefiere ver primero lo positivo.
Según ella, la apuesta sostenida de Costa Rica por la educación asegura buenas bases y, recalca, quienes han estudiando o lo hacen saldrán adelante en esta nueva economía.
Además, considera que desde el exterior el clima de inversión es positivo hacia Costa Rica, pues se percibe posicionada en actividades de alta tecnología. Este discurso, considera Gibson, debe marcar la gestión de este y futuros gobiernos. Sin embargo, concede que esa fortaleza educativa puede ser un talón de Aquiles.
“¿Cuáles son hoy los modelos educativos para enfrentarnos a esta revolución? Es una discusión que no hemos tenido. El otro reto es que, en una economía digital, un habilitador para inserción es la conectividad. En Costa Rica tenemos una buena cobertura celular pero no estamos bien a nivel de velocidades”, comentó Gibson.
Recordó, por ejemplo, que en otras naciones las empresas se esfuerzan por contratar a quien labore desde su casa por lo cual todo depende de la calidad de la conexión.
Por lo tanto, advierte, Costa Rica debe migrar rápido sus telecomunicaciones móviles a redes de telecomunicación 5G y su Internet fijo a fibra óptica si desea explotar la economía digital por el mayor volumen previsto de transacciones en línea, educación y aprendizajes con videos, desarrollos en realidad virtual y como estímulo al emprendedurismo digital.
Sin embargo, los ajustes necesarios podrían trabarse frente a transformaciones que, por su complejidad y rapidez, causan temor e incertidumbre.
Temor frena innovación
Roberto Sasso Rojas, del Club de Investigación Tecnológica y Organizador y curador de TEDxPuraVida, cree que Costa Rica tiene razones para ser optimista pero solo si se mueve rápido tanto capacitando a sus trabajadores y como abrazando estas tecnologías emergentes.
“Si nos quedamos esperando a ver qué va a pasar, no se puede ser optimista. El mayor riesgo es no hacer nada o que venga un político asustando a la gente diciendo que los carros eléctricos pueden ser peligrosos y entonces se frena su adopción. Y mientras, el mundo nos rebasó", señaló Sasso.
Su temor se comparte en Alemania, avanzada en los cambios.
Reinhard Karger, investigador y vocero del Centro Alemán de Investigación de Inteligencia Artificial, augura un futuro de buenas noticias en vez de visiones apocalípticas estilo “las máquinas dejarán sin trabajo las personas”. No obstante, sabe que hay temores y eso es en sí un problema.
En estos días, según observa, la opinión pública cree en la idea de super poderosas computadoras similares a humanos que están a la vuelta de la esquina y dejarán a las personas sin puestos. El caso, recalca, es que no es cierto.
“Si la gente está nerviosa, eso crea una sociedad nerviosa y eso frena la innovación; incluso la hace peligrar”, explica Karger.
Para Karger, la evolución del trabajo debería ser vista como un proceso de ajuste dinámico, no uno esencialmente destructivo que debería desacelerarse.
“Los humanos sentimos miedo ante lo desconocido. Es un mecanismo de defensa que es normal y nos ha ayudado a sobrevivir siempre”, explica el Dr. Andrés Mora Vargas, ingeniero costarricense especializado en robótica e inteligencia artificial.
Mora Vargas trabaja en la Agencia Aeronáutica de Exploración Espacial (NASA) en el equipo de Astrobee; un robot con aspecto de cubo que busca asistir a astronautas en varias labores.
Cada vez que se llega una solución gracias a la ciencia o una nueva tecnología, explicó, habrá una época de adaptación que contempla ese miedo que también impulsa a las personas a mejorar y sobrevivir.
Sin embargo, también se ilusiona con el futuro que esta revolución propone porque hay tiempo para prepararse.
"Eso sí, hay que aprender rápidamente, sino uno se puede quedar rezagado. Los humanos siempre buscamos cómo innovar, cómo seguir sobreviviendo. Siempre lo hemos hecho y por eso seguimos y seguiremos acá”, concluye.
En ese sentido, trabajadores menos calificados no necesariamente enfrentan una amenaza pues las nuevas tecnologías y un mundo laboral cada vez más digitalizado facilitarán su entrenamiento e inserción, asegura la doctora Linda Nierling, del personal científico del Instituto de Evaluación Tecnológica y Análisis de Sistemas (ITAS) en el Instituto de Tecnología de Karlsruhe (KIT).
“Qué identifique cada empresa u organización como su propia cuarta revolución, dependerá mucho de lo que cada entidad defina así y sobre la base de qué produce, cómo lo hace y cuándo. De ello dependerá su propia transformación”, afirmó.
Bettina-Johanna Krings, Doctora y Jefa del Área de Investigación Sociedad del Conocimiento y Política del Conocimiento en ITAS concluye que las naciones y empresas tampoco pueden mantener una lógica laboral basada solo en crear más riqueza. Para ella, es hora de crear modelos de trabajo sostenibles y hasta más cuidadosos del ambiente.
“Aquí tengo dudas. La división mundial del trabajo está muy polarizada y deberíamos tener un debate más amplio. Aquí en Alemania, la tecnología soluciona muchos problemas pero debemos pensar en cuál es nuestra especifica innovación social en esta coyuntura. Debemos pensar y variar esquemas mentales mucho más”, aseguró.
En Porsche, las puertas en los carros de lujo se ajustan a martillazos
Stuttgart, Alemania. Porsche es de los fabricantes de vehículos de lujo más tradicionales en la industria automotriz alemana. Sin embargo, también es de los primeras en abrazar la automatización. De otro modo, perderían la carrera ante a sus rivales. No obstante, la abundancia de personas es abrumadora a lo largo de sus líneas de montaje al fabrican carros.
En una rara excepción, el fabricante permitió el ingreso a su fábrica de Stuttgart a prensa extranjera para mostrar cuán automatizados están hoy sus procesos a 70 años de inaugurada la compañía en esta ciudad.
Un paseo basta para hacerse una clara idea. En las líneas de producción brazos robóticos alzan puertas y parabrisas que los operarios toman y luego colocan en la carrocería de los vehículos.
Pequeños gabinetes con ruedas van y viene de forma autónoma a lo largo de la línea de trabajo cargando partes e instrumentos específicos a los trabajadores que, sirviéndose de estos robots con ruedas, toman lo que requieren.
Decenas de trabajadores y carros a medio hacer avanzan subidos en una banda transportadora que los mueve de una etapa a otra según se colocan las luces, paneles de instrumentos internos, asientos, puertas y otras partes.
Ninguna etapa de montaje supera los cuatro minutos gracias a un ritmo de trabajo frenético y, en apariencia, caótico si se considera la cantidad de máquinas y personas involucradas. Y, sin embargo, todo está calculado y funciona. De otro modo, Porsche sería incapaz de construir un vehículo completo en cuatro días.
Al año, el fabricante crea 250; un 78% más de productividad respecto a los 140 anuales que hacía hace cuatro años, explicó Lukas Kunze, vocero de comunicaciones corporativas del fabricante para el área de Stuttgart.
Kunze se apresura a aclarar que la automatización que hoy mejora la producción llega hasta cierto punto.
“El ojo humano siempre ve más que un robot. Aquí en Porsche consideramos mucho más el aspecto humano”, refirió. La colocación de puertas en los lujosos vehículos lo ilustra.
A lo largo de esa línea de montaje, trabajadores con martillos especiales recubiertos en un material similar al hule golpean partes específicas en la carrocería donde las puertas se montan.
Esta tarea, explicó Kuze, es necesaria dadas estrictas normas de calidad de la compañía las cuales dictan una distancia específica entre el borde de todas las puertas al estar abiertas y el cuerpo del vehículo.
“Alguien pensará que estamos locos por usar martillos para poner puertas en un vehículo deportivo de lujo, pero esa es la realidad. Incluso las puertas de desmontan y montan, una y otra vez, hasta dar con el punto exacto. Nuestros trabajadores pueden quedarse un par de minutos o casi media hora con martillo hasta lograrlo”, agregó Kuze.
El vocero insiste en que es este tipo de intervención humana es la razón por la cual logran construir vehículos con la calidad con que salen de la fábrica.
“Los robots son eficientes en ciertos puntos de producción pero son robots: jamás se comparan a los ojos de una persona, a su capacidad de análisis y de contexto o a su creatividad para pensar soluciones”, recalcó.