Los maestros responsables de educar a 1,2 millones de niños y jóvenes costarricenses y prepararlos para un mercado laboral cada vez más competitivo, llegan a las aulas con conocimientos desfasados.
Desde hace más de una década no se actualiza el 90% de las carreras de Educación, como se desprende de la revisión de 334 ofertas universitarias que están registradas al 2021 en la base de datos del Consejo Nacional de Enseñanza Superior Universitaria Privada (Conesup).
El problema lo advirtió desde el 2019 el sétimo informe del Estado de la Educación, según el cual, esa era la situación de siete de cada diez carreras de educación en universidades privadas, que son las que forman a la mayor parte de maestros del país.
Ocurre, incluso, a pesar de que el Ministerio de Educación Pública (MEP) realizó en los últimos años modificaciones en los programas de enseñanza, como Matemáticas y Español. Es decir, esos cambios no se incluyen en la formación docente.
Esa desconexión repercute directamente en la calidad de la educación. Se refleja, por ejemplo, en los resultados obtenidos en las últimas pruebas internacionales, que evidenciaron un estancamiento en el logro educativo, en las competencias lectoras y en otras disciplinas como Matemáticas y Ciencias.
Para Katherine Barquero, investigadora del Estado de la Educación hay “un desfase entre la formación docente y las reformas curriculares que diseña el MEP”.
Según el Estado de la Educación, solo un 50% de los docentes tiene el perfil requerido para aplicar la reforma de Español, donde es fundamental el proceso de lectoescritura que comienza desde preescolar.
Además, en Matemáticas, un ejercicio de observación realizado en 118 aulas de 68 colegios académicos diurnos evidenció uso de métodos tradicionales de enseñanza.
"Hay poca realimentación en el trabajo en clase. Carencia de material didáctico: los recursos más empleados son la escritura (cuaderno u hojas), pizarra, calculadora y recopilación de textos (fotocopias)". Estado de la Educación 2019
Esa no fue, sin embargo, la primera llamada de atención.
Ya lo había hecho la investigación “Rol del docente de apoyo en el desarrollo de competencias lingüísticas y comunicativas de estudiantes de primer ciclo: alcances y desafíos 2014-2018”, también del Estado de la Educación.
De acuerdo con el estudio, ni la formación inicial docente ni la capacitación recibida por el MEP fueron suficientes para que los educadores se adaptaran a las reformas curriculares del nuevo programa y a las dificultades que los estudiantes presentan en las aulas.
Demoras en actualizaciones y fallas del Estado
Para Rosa Monge, presidenta de la Asociación Unidad de Rectores de las Universidades Privadas de Costa Rica (Unire) lo que impacta negativamente la calidad de las carreras de educación son los tiempos de aprobación y las dificultades que debe enfrentar una universidad para actualizar los programas de estudio.
Según Monge, aunque la queja es que las universidades no actualizan, el problema es que no se revisan los procedimientos internos del Conesup para una actualización.
En su criterio, las carreras deben actualizarse constantemente, de acuerdo con las necesidades de formación, pero para lograrlo, el Conesup debe brindar una mejor respuesta a las universidades.
“Si una universidad presenta una actualización de carrera y el proceso de aprobación en Conesup demora dos años, cuando se la aprueban la carrera está desactualizada otra vez, entonces no hay una claridad y una voluntad también de parte del Conesup de mejorar los procesos y los tiempos de respuesta para que las universidades tengan una mayor motivación para realizar actualizaciones”. Rosa Monge, Unire
En su defensa, la directora del Consejo, Nuria Méndez, insistió en que todos los pasos y tiempos los establece el Reglamento General de la entidad, sin trato especial a alguna carrera. No obstante, dijo, la tendencia es actualizar aquellas más de corte científico-tecnológico.
Méndez fue enfática en que la actualización de una carrera implica para las universidades inversión en tecnología, bibliografía, infraestructura, personal docente idóneo, entre otros aspectos.
"De ahí que para avalar dichas modificaciones, y como lo establece el Reglamento, involucra no solo la visita del Departamento de Inspección e Inscripción de Títulos in situ para verificar el cumplimiento de la información que envía la universidad, sino también, en algunos casos, la consulta al colegio profesional correspondiente, u otras entidades especializadas, para que recomiende y emita un nuevo criterio sobre la actualización y si esta es acorde con las nuevas tendencias". Nuria Méndez, Conesup
La vocera alegó además que el hecho de tomar en cuenta criterios de distintos entes impide que se emitan decisiones subjetivas, como reclamó Unire.
Fernando López presidente del Colegio de Licenciados y Profesores en Letras, Filosofía, Ciencias y Artes (Colypro) reconoce que la desactualización de las carreras universitarias es preocupante.
No obstante, recalcó, que como las casas de enseñanza no tienen una supervisión cercana, no se ven obligadas a actualizar sus programas de estudio.
En su criterio, es un asunto que compete directamente al Estado y no al Colegio Profesional que representa.
Resultados poco alentadores
Sea una falla del Estado o de las universidades, o de ambas partes, a los que más afecta es a los estudiantes, pues las carencias en la formación docente se reflejan en los resultados que ellos obtienen.
En Español, por ejemplo, los niños y jóvenes evidencian un gran rezago en la comprensión lectora, fundamental para el desempeño en el estudio y en la vida profesional.
De acuerdo con el Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Terce), la mitad de los alumnos de sexto grado aprueban el curso con un rendimiento bajo de comprensión lectora.
“No son capaces de hacer uso correcto de los sinónimos, de reconocer la función de un verbo o el significado de una palabra, según el contexto en el que se les presenta; y ni qué decir de los serios errores de ortografía en su producción textual". Informe 2014, Terce
Entretanto, según resultados de las últimas pruebas del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA). 1 de cada 4 jóvenes carecen de las competencias mínimas de lectura necesarias para enfrentarse al mercado laboral futuro.
La situación no es más alentadora en Matemáticas.
El Examen de Diagnóstico de Matemática (DIMA) aplicado anualmente por la Universidad de Costa Rica (UCR) a estudiantes de primer ingreso, interesados en carreras que tienen como requisito al menos un curso de cálculo, es revelador.
En el 2019, se observó que más del 94% de los estudiantes que realizaron la prueba la reprobaron. De 3.678 estudiantes de primer ingreso solo un 5,66 % obtuvo una calificación de 70 o superior. Además, el 80% obtuvieron una nota inferior a 50.
En el 2020 la prueba DIMA fue reprobada por el 95% de los alumnos y en el 2021, el impacto de la educación a distancia por la pandemia evidenció que solo un 4% de los estudiantes evaluados obtuvo notas superiores a 70.
Falta de herramientas en la formación
Las carencias en la formación docente se reflejan en los resultados de los estudiantes. En Español, por ejemplo, los niños y jóvenes evidencian un gran rezago en la comprensión lectora.
La situación de las deficiencias en la formación universitaria docente no es un asunto nuevo y hasta los mismos docentes reconocen que no siempre la universidad les brinda las herramientas necesarias para enseñar en el contexto actual.
Saylin Cortés, docente de primaria, considera que le hizo falta recibir más apoyo en la parte pedagógica, pues con el pasar del tiempo ya las necesidades de los estudiantes no son las mismas y cambian, año con año.
“Siento que la formación era muy simple y básica, ahora yo considero que la educación ha cambiado especialmente por las necesidades de la población estudiantil, entonces siento que me faltó y hubiera querido más apoyo académico”. Saylin Cortés, docente
Según dice, la enseñanza se concentra en lo académico, no en lo pedagógico, es decir, cómo implementar lo aprendido en las aulas.
Rodolfo Fernández, director y profesor de la Escuela Unidocente Alto de Araya en Orosi, Cartago, coincide en que hay una gran distancia entre la teoría y la práctica en las aulas.
Para él, hay una gran deuda en educación virtual, pues las universidades no ofrecen herramientas que permitan a los maestros desenvolverse en ese nuevo contexto, que la emergencia sanitaria por covid-19 trajo a la vida de todos los docentes y estudiantes del país.
“Las universidades tienen que actualizarse porque el sistema ha ido cambiando, ya no nos podemos quedar solamente en las teorías de la educación porque tenemos cambios constantes en las herramientas digitales, cada día se nos exige más pero las universidades siguen dando prácticamente lo mismo y los docentes necesitamos tener habilidades con diferentes herramientas tecnológicas”. Rodolfo Fernández, docente
Lo mencionado por este educador, lo confirmó también el Estado de la Educación en una investigación del 2020.
Según esta, aunque muchos docentes contaban con internet en sus hogares, no todos recibieron formación en herramientas virtuales para la enseñanza ni en la universidad ni a lo largo del ejercicio de su carrera.
La investigación demostró que un 63% de docentes de preescolar no contaban con formación en herramientas virtuales, en primaria el dato fue de 58% mientras que en secundaria los resultados fueron mejores con sólo un 48% de docentes que no tenían conocimientos tecnológicos.
Control de calidad
En el país se imparten actualmente unas 420 carreras de Educación, tanto de universidades públicas como privadas. De estas, solo 41 están certificadas por el Sistema Nacional de Acreditación de la Educación Superior (SINAES): 34 corresponden a universidades estatales y 7 a privadas.
El dato es relevante pues el 80% de los graduados provienen de una universidad privada en donde solo un 17% de sus carreras están acreditadas.
Además, esas instituciones son las que menos requisitos exigen para el ingreso, ya que no se necesita un examen de admisión ni ninguna prueba específica para entrar a la carrera de docencia en ninguna de las 34 casas de enseñanza que la imparten.
La otra cara de la moneda está en el MEP, en donde para concursar por una plaza docente los únicos requisitos son poseer el título universitario y estar afiliado al colegio profesional respectivo.
Eso hasta ahora, pues en los próximos años la historia podría cambiar con la reforma de 2020 al Estatuto del Servicio Civil, que condiciona la contratación de nuevos docentes a una prueba de idoneidad.
El último informe del Estado de la Educación explica que la oferta educativa que se ofrece en las universidades es heterogénea y que no existen vínculos entre el MEP y las universidades.
A este tema, se le suma la creación del Marco Nacional de Cualificaciones, un documento que se está elaborando de manera coordinada por instituciones como el MEP, la Asociación Unidad de Rectores de las Universidades Privadas de Costa Rica (UNIRE), y el Consejo Nacional de Rectores (que agrupa a las universidades públicas), entre otras instituciones.
El objetivo es establecer el perfil de los docentes que se necesitan ahora y en el futuro. Eso implica conocimientos, habilidades y actitudes que cada docente deberá tener al graduarse.
Este marco de cualificaciones será un aporte para la prueba de idoneidad, la evaluación del desempeño docente y la incorporación de los profesionales en el Colegio de Licenciados y Profesores en Letras, Filosofía, Ciencias y Artes (Colypro).
La creación de este perfil tiene cuatro fases según Alberto Calvo, coordinador representante del MEP. Estas incluyen proyecciones de necesidades futuras, construcción de aprendizajes esperados, validación e implementación.
Según Calvo, actualmente el documento se encuentra. entre la tercera y cuarta fase, lo que representa un avance general de un 60%.
Esas reformas en las que se trabaja intentan balancear hacia el futuro los esfuerzos del país en educación y los resultados obtenidos.
Gran inversión
La situación de la educación en el país no es favorable, no solo por la afectación de la huelga en 2018 y la pandemia en 2020, sino porque la inversión que se realiza en educación no da los resultados esperados.
Como reconoció el presidente de la República, Carlos Alvarado, en una entrevista con La Nación, fue lamentable que cuando en 2011 se aprobó la reforma constitucional para aumentar de 6% a 8% el porcentaje del producto interno bruto (PIB) destinado a educación, no se impusieron metas.
De ahí que la calidad de la educación que reciben los estudiantes no refleja la cantidad de recursos invertidos por el país en esa materia.
“No contemplamos si íbamos a bajar la exclusión educativa en tanto porcentaje; si íbamos a incrementar el bilingüismo en tanto porcentaje; si íbamos a subir en las pruebas PISA (diagnóstico del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes) en tanto porcentaje, no vimos eso materializado”. Carlos Alvarado, presidente de la República
Según datos del MEP, el 2020 cerró con un 1,45% de estudiantes excluidos del sistema educativo.
La observación del presidente ratifica lo que advirtió en el 2017 la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Para entonces, Costa Rica invertía más que los otros 35 países miembros.
“Costa Rica ha visto poca mejora en el logro de los estudiantes en los años recientes, a pesar de los significativos aumentos en la inversión (...). Otros indicadores con los que uno podría esperar ver los beneficios de la inversión en educación no son alentadores: la productividad apenas ha aumentado, las carencias de habilidades son aparentes y la desigualdad está aumentando. La inversión en educación requiere un enfoque definido en resultados más que en insumos y procesos”. Informe 2017, OCDE
La formación docente es, sin ninguna duda, clave en todo este engranaje.
Para 2021, el MEP cuenta con un presupuesto de 2,5 billones, el más grande de los ministerios. De esos, 1,5 billones se destinan al pago de sus cerca de 80.000 funcionarios, la mayor planilla pública.