Mohammed Azam, un ingeniero indio de 32 años, murió linchado por una turba de al menos 2.000 personas en julio pasado. Según testimonios, quedó tendido boca abajo, con un brazo amarrado a la espalda y la cara presionada contra el suelo.
Él y cuatro amigos fueron atacados por pobladores de Bidar, una ciudad del estado de Karnataka, luego de que los confundieran con una banda de secuestradores de niños que en realidad no existía, sino que se trató de una información falsa que circuló por WhatsApp.
El de Azam es uno de los casos más mediáticos sobre la problemática que vive India por la distribución de contenidos falsos, mediante esa red de mensajería.
De acuerdo con datos de la cadena de noticias BBC, el país asiático contabiliza al menos 32 muertos por linchamientos vinculados a la distribución de contenidos falsos, en lo que va del 2018. La mayoría de mentiras compartidas están relacionadas con el secuestro de menores.
Otro de los incidentes que causó más conmoción internacional ocurrió el 10 de abril. Ese día, una mujer de 65 años, llamada Rukmani, se dirigía hacia un templo religioso junto a cuatro familiares. La familia también fue confundida con un supuesto grupo de secuestradores y fue atacada por una turba.
Todos fueron desvestidos y golpeados y, cuando el linchamiento terminó, Rukami había muerto y el resto de sus familiares estaban inconscientes. El automóvil en el que viajaban quedó totalmente destruido y sus posesiones fueron robadas.
Las autoridades indias informaron de que, en los poblados en donde se presentaron los linchamientos, no se reportó ningún secuestro durante este año.
¿Por qué WhatsApp?
La vía predilecta para la distribución de contenidos falsos en India es WhatsApp, principalmente por la gran cantidad de personas que utilizan la aplicación. El país asiático es el mercado número uno de la red de mensajería con unos 200 millones de usuarios activos.
Según un estudio de la BBC, quienes comparten desinformación mediante esa vía en India consideran que los hechos son menos importantes que su confianza en quien les comparte el mensaje, así como el deseo emocional de fortalecer su identidad nacional o su creencia en que están ayudando a contar “la verdad”.
LEA MÁS: WhatsApp: El canal predilecto para la desinformación en las elecciones de Brasil
Otro elemento importante es lo complicado que se vuelve rastrear el origen de un mensaje distribuido mediante WhatsApp.
Por ejemplo, uno de los videos sobre el secuestro de niños más populares en ese país asiático es, en realidad, de una campaña de seguridad infantil realizada en Pakistán. El audiovisual fue editado de manera maliciosa para hacerlo pasar como un caso real de la India.
¿Qué se está haciendo?
Ante el brote de violencia, el Gobierno indio, organizaciones no gubernamentales y WhatsApp promueven campañas en redes sociales y periódicos para alertar sobre los riesgos de la desinformación.
Además, la red de mensajería limitó el número de reenvíos que puede realizar un usuario a solo cinco por mensaje (en Costa Rica no hay límite). Y trabaja en una nueva funcionalidad que ayuda a las personas a identificar links sospechosos compartidos dentro de la plataforma, identificándolos como una posible información falsa.
LEA MÁS: ¿Cómo combatirán las noticias falsas en las escuelas y colegios de Cataluña?
También, promueven iniciativas educativas relacionadas con los peligros de las noticias falsas. El caso más importante, hasta el momento, se da en las escuelas de la ciudad de Kannur, en el estado de Kerala, donde se les está enseñando a los niños a cuestionar y verificar la información que se comparte por WhatsApp. Unos 150 centros educativos forman parte de este programa.