Quien tiene la pelota manda en el fútbol, pero el dominio no necesariamente se traduce en ganes, y al final de poco sirve mandar en el juego cuando se carece de dinámica y fluidez para llegar al arco. Que lo diga Cartaginés ante San Carlos.
La estadística de mayor posesión le dio poco o nada nada a unos centenarios que salieron del Fello Meza con un amargo empate 1 a 1.
En la primera mitad los brumosos jugaron en su propia contra. Más allá de mantener la idea de sacar la pelota limpia desde atrás, elaborar y llegar por los costados, crecieron de movilidad, dinámica y claridad.
El conjunto blanquiazul fue lento y predecible. En la medular sus volantes no se mostraron, cuando el balón llegó a ellos abusaron en la conducción y los delanteros se plantaron y no atacaron los espacios con diagonales. Aunado a esto, cuando llegaron fallaron en la definición.
Por su parte, los sancarleños redujeron el área de juego sacando a su zaga a tres cuartos de su propio terreno, poblaron la media cancha y al recuperar atacaron las espaldas de los laterales del local.
Cartaginés cayó en la trampa, cometió una serie de faltas cerca de su arco y lo terminó pagando. No fue Álvaro Saborío el que los castigó por las alturas en la inicial, fue el propio Kevin Fajardo el que incurrió en autogol en el minuto 34. El central metió mal su cabeza ante un centro de Ismael Gómez y abombó las redes de Darryl Parker.
Paulo César Wanchope se vio obligado a reajustar en el descanso, jalar las orejas y reafirmar que en su esquema es vital la movilidad, de lo contrario son presa fácil.
Apenas en seis minutos de la complementaria el regaño dio resultados. Con más dinámica por las bandas, Jossimar Pemberton incursionó por la izquierda, centró y apareció el cubano Marcel Hernández en el centro del área para ganar de cabeza y decretar el empate.
Los visitantes retrocedieron, se dedicaron a esperar más, pero sin perder el peligro en la contra.
La pelota fue únicamente de los locales, quienes poco a poco volvieron a caer en los problemas para hacer circular la esférica, armar ocasiones reales de peligro y llegar con propiedad.
Al final se llevaron un empate con sabor a derrota.