El partido está en desarrollo y en la cancha dos del Centro de Alto Rendimiento de Alajuelense, en Turrúcares, gritan de forma enérgica: “¡Cachorro! Divida ahí”.
¿Cachorro? Sí, Cachorro.
Ese apodo es una de las tantas herencias de Froylán Ledezma a su hijo Juan Pablo, quien tiene 13 años y es un diamante que la Liga pule a diario.
El parecido entre ellos no pasa desapercibido y no es solo porque sus rostros casi idénticos los delatan.
Más allá de las similitudes físicas, el atacante de la U-13 de la Liga es ver a su papá en la cancha cuando tenía su misma edad.
“Yo espero mucho, la verdad que es un gran muchacho, espero que se meta de lleno en el fútbol y que le dé grandes alegrías a esta institución, yo creo que va por buen camino, nada más hay que darle un poco de tiempo”, comentó Froylán Ledezma a La Nación.
El exfutbolista que al retirarse se refugió en el misterio y el anonimato para gozar de la paz que nunca tuvo cuando era figura pública, reapareció el 25 de julio para jugar en el partido de despedida de Pablo Gabas.
Y ese día fue muy especial para él y para Juan Pablo, porque después de mucho tiempo, se volvieron a ver en el Estadio Alejandro Morera Soto.
Froylán fue titular en el equipo de los amigos de Gabas y entró a la cancha al lado de su retoño, ese Cachorro en el que la Liga tiene muchas esperanzas de cara a un futuro cercano.
“Mi papá es el que tal vez anhelaba ver a Juan Pablo entrar con el papá algún día a la cancha de la mano y entonces Dios tiene el momento para todo, para que ese sueño de él se diera y llegó el día de eso”, expresó Yaksiry Porras, la mamá de Juan Pablo, quien es la que está en el día a día ayudándolo para que se abra paso en el fútbol, sin descuidar nunca los estudios.
Ella destaca que Froylán siempre ha sido muy responsable con Juan Pablo. Cuenta que Ledezma los ha apoyado, pese a la distancia están en contacto permanente y la relación entre padre e hijo es buena, al punto de que él lo ha visto jugar.
“Claro que lo he visto. Es un gran orgullo, como papá se siente uno muy bien, pero hay que seguir. Él está empezando, apenas tiene 13 añitos y va para adelante”, mencionó el exdelantero.
Pero, ¿qué consejo le da Froylán a su hijo, al verlo que quiere escribir su propia historia en el fútbol?
“Que sea disciplinado, que le meta ganas y que cuando entre al campo siempre dé lo máximo, porque la técnica y la calidad las trae”, respondió el Cachorro, para agregar con voz de orgullo: “Es igualito a mí, es una gota de agua”.
Fue la primera vez que Ledezma habló de su hijo con más detalle y en cada palabra que pronunció sobre él reflejó que lo tiene asombrado. Además, se declara su principal admirador: “La verdad es que sí tiene talento… (piensa unos segundos)... pero sacó el talento de la mamá, no el mío (ríe…)”.
Ese día, Juan Pablo estaba ansioso y emocionado. Se levantó muy temprano, porque antes de acudir al Morera Soto para entrar a la gramilla híbrida junto a Froylán, tenía un partido. Y anotó, como lo hace usualmente juego a juego.
Tras cumplir con su compromiso futbolístico del día, Juan Pablo llegó a la Catedral con su mamá y esperó de forma paciente. Estaban sentados afuera de la clínica médica de la Liga, a pocos metros del camerino en el que se encontraba su papá.
Conforme pasaban los minutos, Juan Pablo se iba acercando un poco más y cuando Froylán salió a verlo hubo un saludo efusivo, con un beso incluido de padre a hijo y se lo llevó con él, porque el Cachorro quería presentarle a sus amigos a su cachorro.
Mientras el exfutbolista se preparaba para el inicio de la fiesta de Gabas, el niño se asomó a la cancha y desde ahí veía cómo el recinto rojinegro estaba a poco más de un 90% de su capacidad, mientras no perdía la pista de cómo calentaba Froylán.
Juan Pablo acompañó a su papá hasta el centro de la cancha y en ese momento no se cambiaba por nadie.
“Estoy muy feliz y para mí es un orgullo ser hijo de Froylán Ledezma”, citó el menor, quien observó el partido desde uno de los palcos de la gradería sur y cuando su papá anotó, no solo causó una locura entre los manudos, sino que él también se levantó a aplaudirle a su papá.
Y en sus adentros comprendió que todo lo que han dicho a través del tiempo sobre la similitud de su estilo de juego con el de Froylán es verdad.
El cachorro del Cachorro también anhela debutar joven con la Liga
Froylán Ledezma tenía 17 años aquel 14 de enero de 1995 cuando debutó con Alajuelense ante Pérez Zeledón.
Desde hacía varios meses, Valdeir Badú Vieira se mostraba encantado con la habilidad de ese joven con velocidad y magia en la pierna izquierda, con una fortaleza única para dejar tendidos a los rivales y ser una pesadilla para las defensas.
Juan Pablo repasa la historia de su papá y él sueña con bautizarse en la máxima categoría joven, al igual que su progenitor.
“Mi ilusión es poder debutar joven con Liga Deportiva Alajuelense y estoy poniéndole muchas ganas a eso para conseguirlo”, relató este prospecto al que muchos le tienen fe.
“Yo solo trato de salir a divertirme a la cancha. Me gusta mucho driblar, juego de delantero, me gusta rematar a marco y cuando se pueda, hacer goles. Me gustan las chilenas, pero puedo rematar con la derecha y con la izquierda como si las dos fueran mis piernas fuertes”, apuntó Juan Pablo.
Desde muy pequeño, él quería jugar en la Liga y acudió varias veces a los campamentos de verano que se efectúan en enero.
“Vine tres veces y era muy pequeño aún, entonces no entraba en los Prospectos. En la tercera vez estábamos con Mauricio Montero y nos dijo a un compañero y a mí que si queríamos entrar en las divisiones menores, aceptamos y comenzamos a venir", recordó.
Mientras que su mamá, Yaksiry Porras, cuenta: “No sabía que iba a tener ese talento, me lo imaginé, quizás sí lo sospechaba y cuando él tenía cinco años entró a una escuelita de fútbol en San Ramón. Él venía a campamentos en enero y Quique Vásquez lo invitó a participar en la 2005, le hicieron las pruebitas, acertó y desde entonces está en este proceso”.
Él está en formación y tiene una agenda muy apretada.
“Yo voy al colegio de 7:30 a. m. a 3:30 p. m. y me voy a mi casa. Luego agarro un bus para irme a los entrenamientos y después me recogen para volver a la casa. Y así todos los días, entreno en Turrúcares y vivo en San Ramón, es muy cansado, pero vale la pena”, citó el jugador de liga menor de Alajuelense.
Mencionó que él juega con la Liga desde que tenía nueve años y espera mantenerse en el club de sus amores por mucho tiempo.
“He aprendido mucho, muchos movimientos, la forma de controlar un balón y pasarla, aprendí a manejar las dos piernas por igual. El fútbol lo traigo en la sangre. El apodo de Cachorro me lo dicen por mi papá y sé que él me heredó el fútbol, hay que aprovecharlo y los entrenadores me ayudan mucho en la cancha”.
Juan Pablo confiesa que él se siente muy feliz al saber que su papá está orgulloso de él.
“Dicen que jugamos igual, casi todos los entrenadores lo tuvieron a él acá en divisiones menores en la Liga, en Heredia y en varios equipos y dicen que sí nos parecemos mucho. La característica más parecida es la velocidad, él era muy rápido y yo al parecer también (ríe)…”.
Es un atacante con gol y a veces no sale del todo satisfecho de la cancha, como el sábado pasado, cuando marcó un triplete, porque él sabe que tuvo más opciones que falló.
“Hay que seguir entrenando para mejorar, porque yo quiero llegar muy lejos y sé que para eso tengo que trabajar mucho. Cuando me ven jugar o me ven en los entrenamientos, o en la calle, me preguntan que si soy hijo de un jugador de fútbol y yo les respondo que sí. De una vez me dicen que si mi papá es Froylán Ledezma y con una sonrisa les digo que sí”.
Lo que más le gusta a Juan Pablo es el fútbol y disfruta cada instante en el terreno de juego.
“Yo paso más aquí que en mi propia casa, estoy fuera casi todo el día. Si no estoy aquí en el Centro de Alto Rendimiento, en Turrúcares, estoy en el colegio, si no voy a cambiarme a la casa para venir a entrenar y después regresarme y al otro día lo mismo, eso durante toda la semana, durante todas las semanas”.
Al consultársele porqué está en Alajuelense, respondió: “Yo siempre desde pequeño he sido liguista, cuando vi a mi papá lo vi en la Liga y me encanta la Liga. Es el equipo que voy a querer toda mi vida. Soy manudo desde la cuna”.
Juan Pablo sabe mucho de la carrera de su papá “y me parece que era muy bueno”.
“A mí me gusta mucho driblar, acelerar con balón y me gusta rematar mucho. Algo así como lo que él hacía y que ya vimos que lo sigue haciendo. Mi sueño es llegar a jugar en el extranjero y debutar muy joven con la Liga. Espero lograrlo, con la ayuda de Dios”.
Crisanto Ulate, técnico de Juan Pablo Ledezma: ‘Tiene un biotipo igual al del papá’
Crisanto Ulate es desde hace varios torneos el entrenador de Juan Pablo Ledezma en las ligas menores de Alajuelense y lo describe como un muchacho con muchas virtudes, cualidades y mucha responsabilidad en lo que hace.
“Siempre viene a los entrenamientos y a los juegos y técnicamente tiene habilidad para dominar el balón con las dos piernas. Maneja los dos perfiles, remata con derecha, con izquierda, es muy serio en las cosas que hace, es un muchacho muy esforzado”, apuntó Ulate.
Él lo cataloga como “un muy buen prospecto para Liga Deportiva Alajuelense”.
“Si lo ayudamos, si lo protegemos, si lo orientamos, a la Liga le va a dar muchos triunfos y éxitos a futuro. Sin embargo, está joven, hay que trabajarlo y lo que esperamos es que siga con las cualidades innatas que él tiene también, aportando a la institución”.
Da fe de que el cachorro del Cachorro tiene mucho potencial.
“Yo diría que tiene un biotipo muy igual al del papá, la mayoría de movimientos son muy similares a los de Froylán y, como le digo, lo que queremos y que pensamos es que los puede ir aplicando más conforme vaya creciendo y nos pueda dar muchas alegrías, eso realmente es lo que queremos todos, estamos trabajando con él, que eso se haga una realidad”.
En ese partido en el que estuvo presente La Nación, a Juan Pablo le pasaban dando muchas indicaciones.
“En algunas ocasiones no se ejecutan bien los movimientos, pero es parte del aprendizaje que él tiene que ir coleccionando día con día, esos movimientos para que logre muchos goles, buenos pases durante el juego y buenos movimientos que den un buen desarrollo del juego del equipo”.
El caso de estar a cargo del hijo de un exjugador que dejó huella y que es catalogado como uno de los mejores delanteros del país por su técnica y su potencia, no es una novedad para Ulate.
“Yo he tenido la oportunidad aquí en Liga Deportiva Alajuelense de tener hijos de exjugadores, como hijos de Mauricio Montero, de Wílmer López, de Róger Flores y yo nunca les recuerdo que son hijos de este o del otro, sino que en el trabajo diario ellos sientan que son jugadores iguales a todos los demás”, citó.
Y agregó: “A la sombra está el juego del papá, pero tratamos de no evidenciárselo mucho para que ellos lo hagan de una forma más natural y se concentren mucho en lo que es el trabajo y que puedan aplicar cada uno de los conceptos y los aprendizajes de la mejor manera, en los diferentes juegos”.
Para él, lo importante es no presionar a un talento como Juan Pablo, sino guiarlo para que mejore y que juegue libre, que él mismo descubra de lo que es capaz con la pelota.
“Si quiere debutar joven, es una ilusión que se da, como Lukaku que debutó muy joven o el caso de Mbappé, pero el mensaje es que si quieren debutar muy jóvenes, tienen que esforzarse mucho, hay que trabajar muy duro y solo el trabajo y con la fe puesta en Dios es posible que se puedan lograr muchas cosas”.
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Dicen que para verdades el tiempo, entonces la recomendación de Ulate es que él trabaje muy fuerte, que siga los consejos, que se aplique de la mejor manera a diario, que se esfuerce y no olvide que hay algo porqué mejorar.
“Eso es importante, porque él podría decir que quiere debutar a los 15, 16 o 17 años, pero si no está preparado, va a ser un debut que a la larga no nos va a servir y lo mejor es que sea en el momento oportuno, que el debut llegue, que tenga el grado de madurez adecuado para que llegue y se quede, porque a veces hay jugadores que debutan y se pierden, lo importante es llegar, debutar, pero continuar en el grupo de una mejor manera”.
Juan Pablo Ledezma y sus compañeros de la categoría 2004 están muy ilusionados, porque en pocos días viajarán a México para jugar la Concachampions U-13.
“Es la tercera edición continua que participamos. La primera vez quedamos en el tercer lugar, en la segunda ocasión algunos de los jóvenes que están en este grupo participaron y llegamos a la final, se perdió, pero adquirimos muchas experiencias. Yo era asistente de Jorge Vásquez”.
El año pasado, Ledezma fue a la Concachampions y esta vez volverá. “Yo ya fui al campeonato que vamos a ir a México con una categoría mayor a la mía y me siento muy contento de haber ido y de poder volver a ir este año”, manifestó el Cachorro.
Con ellos también trabajan Vinicio Rodríguez en la parte física y Mauricio Montero en la parte táctica. “Vamos a ver cómo nos va en este torneo, que es muy serio, la idea es ir y tener un buen desempeño y esforzarnos al máximo, ver cuál es el logro que podemos alcanzar y representar bien al país”, acotó Ulate.
Mientras tanto, Juan Pablo va todos los días al colegio y a las prácticas. Él sabe que cada día que pasa es un día menos para ese sueño que quiere hacer realidad dentro de algunos años: debutar joven con la Liga, como lo hizo su papá, el Cachorro Ledezma.