A los nueve años Luis Hernández jugaba con la escuela de fútbol del Herediano. Un día disputó un partido contra Alajuelense y su equipo iba con ventaja de 4-0, pero en los últimos diez minutos el entrenador hizo nueve cambios. Solo dejó al portero y a Hernández. Al final, la Liga le dio la vuelta al partido y ganó 4 por 5.
“Luis José salió de la cancha y me dijo: ‘Mami, yo quiero ser campeón y aquí no voy a poder’. A mí me dio risa porque era muy pequeño para que me estuviera diciendo esas cosas", reveló su madre, Marlen Paniagua.
La historia del lateral izquierdo del Saprissa se empezó a forjar desde muy pequeño. Aquella derrota estrepitosa lo llevó a tomar una decisión que marcó su vida: Abandonar la cantera del Team para aprovechar una oportunidad que le apareció en el club morado.
Con 20 años, Hernández ya suma su segundo torneo como estelar, después de disputar dos mundiales menores.
Enrique Rivers, en este entonces visor del Saprissa, ya había puesto sus ojos en él.
Muy rápido se pusieron de acuerdo y en poco tiempo Hernández dejó las divisiones inferiores florenses para llegar al Saprissa.
“Nunca lloró por perder un torneo o un partido. Yo lo llevaba para que se divirtiera. Como a los poquitos días nos llamó a la casa (Rivers). En una reunión nos enseñó un expediente de los goles que había hecho y en ese momento era un número muy alto para su edad. Además cabeceaba muy bien. Nos dieron cinco uniformes y mi esposo (José Alberto Hernández) dijo que no nos iba a alcanzar porque solo teníamos ¢10.000. Por dicha eran gratis", detalló Paniagua.
La vida de Hernández cambió rádicamente 12 años después de aquel particular evento como jugador florense. Quien es oriundo de Santa Bárbara, ha sabido quemar distintas etapas. A los 13 años recibió su primera convocatoria a la Selección Nacional, cuando lo llamaron para disputar un torneo Sub-15 en México.
Posteriormente fue el capitán de la Selección Sub-17 que estuvo en el Mundial Chile 2015 y de la Sub-20 que participó en la cita de Corea del Sur.
"La maestra del kínder me dijo que tenía condiciones de líder porque todos los chiquillos se le pegaban. Creo que por eso, unos años después portó la banda en los mundiales a los que fue”, dijo su madre.
En medio de ese proceso de crecimiento, Hernández aprendió a valorar las oportunidades y sobre todo a ahorrar. Cada vez que se iba de gira con la Selección, guardaba el dinero de los viáticos; se acostumbró a viajar en bus y a los pocos años recibió su recompensa.
“Cuando empezó a irse con la Selección siempre le daban viáticos, todos los chiquillos venían con Play Station, teléfonos y otras cosas. Yo le dije desde los 15 años que tenía que ahorrar. Nadie ha andado más en bus que él en la familia. Se bajaba del avión con el sobre de dinero que le habían dado", detalló la madre.
A los años, se compró un Kia verde para asistir a las prácticas y a la universidad, pues cursa la carrera de Administración de Empresas en la Hispanoamericana de Heredia.
Un punto de inflexión en su carrera deportiva fue cuando regresó de disputar su segunda Copa del Mundo en categoría menor. La mayoría de sus compañeros ya habían debutado en la Primera División sus compañeros, pero en Saprissa no tenía chance.
Ese año experimentó algo que nunca había vivido: ir a la banca o a la grada. Al poco tiempo apareció Wálter Paté Centeno, quien lo pidió a préstamo para reforzar la banda izquierda de su equipo. Muy rápido, jugaba en el equipo titular.
Hernández fue de los más regulares del plantel al sumar 21 partidos de 22 posibles. Marcó tres goles. En ese torneo alcanzó la regularidad y Saprissa lo trajo de vuelta.
La venta de Joseph Mora al fútbol internacional y el despido de Lemark Hernández dejaron la puerta abierta de par en par para el futbolista.
“Recibió una llamada de Vladimir Quesada en la que decía que ese torneo iba a regresar al equipo. Nos pusimos muy contentos, esperábamos que de verdad jugara”.
Hoy su realidad es distinta. Participó en 26 partidos durante el certamen anterior y ya festejó su primer título de campeón. En la actualidad tiene cinco juegos disputados y 485 minutos. No estuvo en el inicio del torneo, pues se encontraba con la Selección Nacional en los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018.
En el vestuario morado lo califican como una persona tranquila, de fe, a la que le gusta la música ‘Dance Hall’ y jugar Play Station.
Es de estar en la casa. “Yo siento que más bien es amargadillo, pero es parte de su disciplina”, reconoció su mamá.
El jugador sabe que en el Saprissa la afición es exigente, pero poco a poco ha demostrado que puede llenar las expectativas, pues desde la época de Bryan Oviedo, el club no tenía un lateral izquierdo formado en casa.
"Jugar en Saprissa a temprana edad es un privilegio. Siempre apunto a lo alto, estoy en el mejor equipo y espero mejorar. Me ha costado mucho llegar aquí y tengo que aprovechar esta oportunidad", comentó el jugador.
El margen de crecimiento siempre está presente, Hernández ya debutó con la Tricolor Mayor en la pasada gira por Asia. Ahora su objetivo es el bicampeonato.
Aquel niño que a sus nueve años salió con cara de pocos amigos después de perder una final de liga menor, hoy disfruta la titularidad en el club morado.