En una semana la atleta costarricense Sandra Mejía venció 30.900 metros de desnivel. Subió los senderos del Valle de Aosta en Italia, para luego ascender por los Alpes y bordear las faldas de dos exigentes montañas, el Mont Blanc y el Cervino.
Su meta era culminar los 339 kilómetros de la ultramaratón Tor de Geants, catalogada como una de los cinco competencias de larga distancia más duras del mundo. La prueba equivale a recorrer ocho maratones seguidas en menos de 150 horas. De lo contraria sería descalificada.
Como parte de su entrenamiento, Mejía subió el Cerró Chirripó dos veces en un solo día.
La tica culminó el evento en el puesto 261 de la clasificación general y en el 24 de la rama femenina, con un tiempo de 134 horas, 51 minutos y 49 segundos (134:51.49).
Esta es una carrera continúa en la que los atletas solo se detienen en los puestos de control para hidratarse y alimentarse. Cada persona determina cuántas horas duerme diariamente. En el caso de Mejía, descansaba entre 30 minutos y dos horas.
“Ya había participado en competencias de 100 millas en Estados Unidos, Francia y Hawaí, pero tenía la inquietud de saber como reaccionaría mi cuerpo a carreras más largas. Es por eso que decidí competir en el Tor de Geants al ser una de las pruebas más fuertes del planeta", explicó la corredora.
El reto. La maratonista tenía una revancha consigo misma, pues el año anterior se retiró después de dos días de competencia, cuando sufrió una infección en uno de los dedos de su pie derecho, a causa de una bacteria. Esto la obligó a retirarse.
“Fue muy frustrante. Por eso desde que me monté al avión de vuelta a casa sabía que iba a volver a intentarlo", explicó Mejía.
La preparación de la atleta consistió en un volumen alto de kilómetros recorridos. También siguió al pie de la letra un estricto régimen alimenticio. Durante la competencia su gran enemigo fue el sueño.
“El sueño me pegó como tres cachetadas. Veía borroso las imágenes. Casi siempre iba mirando para el suelo para evitar caerme pero en las rocas veía caras de personajes. Sabía que el sueño me estaba venciendo", apuntó Mejía.
La abogada de profesión incursionó en las carreras pedestres hace cinco años, cuando se decidió a buscar nuevos retos.
“Es claro que uno sufre una ‘destrucción’ de su físico por el esfuerzo realizado, pero también se entrena el organismo para superar este evento. Perdí cerca de 2 kilos de peso al finalizar la competencia", recalcó.
Ahora la nacional volverá al país con dos nuevos desafíos en la cabeza: correr la Ultramaratón Badwater en el Valle de la Muerte en California; esta es considerada la competencia más dura del mundo. A la vez, necesita conseguir un nuevo empleo, pues tuvo que renunciar para hacer la prueba.
“Durante estos meses me mantuve con unos ahorros y la verdad no habría podido estar en la carrera sin mis patrocinadores", concluyó.