Rubia, exitosa, moderna, plástica y soltera. Cualquier otro adjetivo sobra para describir a Barbie, la popular muñeca de Mattel que el próximo año cumple 60 años.
Lanzada al mercado mundial en el Festival Internacional del Juguete en Nueva York en 1959, hoy sigue vigente y mantiene su reinado como uno de los juguetes más exitosos del mundo. Su popularidad va más allá de ser un simple artículo de entretenimiento infantil, convirtiéndose en un costoso y apetecido objeto de colección para muchos adultos.
Según Mattel, hay más de 100.000 coleccionistas de Barbies alrededor del planeta, y Costa Rica no está exenta de esta singular y, para algunos, extraña moda. Historias hay muchas, pero las de Patricia Hovenga y Marisya Federspiel están marcadas por el amor, la perseverancia, el éxito y algo de locura.
Aunque no se conocen y su relación con la popular muñeca es muy distinta, ambas empezaron su fascinación por Barbie gracias a sus maridos. Ellos, al final, fueron los cómplices perfectos para que tanto Patricia como Marisya estén hoy hablando de Barbie.
¡Más que una muñeca!
A Patricia Hovenga, de 58 años, le encantaban las Barbies desde que era una pequeña. En su infancia y en sus juegos siempre estuvo la muñeca presente. Sin embargo, con la adolescencia su interés por Barbie cambió: dejó de ser divertida a ser admirada.
“Siempre me atrajo la belleza de la muñeca, no el estereotipo de perfección que algunos le critican, sino la manera cómo es fabricada y diseñada”, explica Hovenga, mientras recorre lentamente los estantes donde guarda sus más de 350 muñecas, donde no solo hay Barbies, pues sus compañeras Skipper, Kira, Teresa y hasta su novio Ken tienen un espacio en su colección.
Recordemos que desde los años 80, Mattel diversificó –no siempre con éxito– la línea de Barbie, para apaciguar las críticas que señalaban al juguete como un símbolo de avaricia, racismo y anorexia, personificado en una muñeca rubia, alta y delgada. Así, Teresa representaba a la comunidad latina, Kira a la oriental, mientras se empezaron a fabricar Barbies negras.
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Pero, ¿en qué momento pasó de ser un objeto admirado a ser una pieza de colección? Patricia afirma que ese salto fue gracias a su esposo Gerardo Moreno, quien después de la luna de miel y como obsequio de Navidad en 1978, la sorprendió con una Barbie.
A partir de ahí su relación con Barbie cambió: cualquier celebración era la excusa perfecta para pedir de regalo a la famosa muñeca y cada vez que salía del país se convertía en una feroz cazadora de la marca.
“Cuando viajo siempre busco una juguetería y me voy directo a la sección de Barbies. Cada vez es más difícil porque estos departamento son más pequeños y casi no hay de Barbies de colección”, explica.
La anécdota la cuenta entre risas, porque sabe que cuando encuentra una tienda especializada en Barbies se vuelve “loca”, como ella misma dice.
“Una vez fui con mi hijo a donde una amiga que vive en Orlando y me llevaron a una tienda de Barbies. Mi hijo me lo advirtió: ‘no se vuelva loca’. Claro, la experiencia fue demasiado para mí”.
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“Con mi amiga empezamos a elegir las muñecas, mandé a mi hijo a que fuera a otra tienda y se despistara, mientras yo llenaba la canasta. Yo prefiero no comprarme ropa ni nada, pero sí traerme mis Barbies de colección en la maleta. Cuando llegó mi hijo ya era muy tarde”, afirma con una mirada pícara.
La historia de Marisya Federspiel alrededor de Barbie no es tan distinta. “Desde muy chiquita yo me acuerdo que me encantaba la muñeca. Yo jugaba por horas con una valija que tenía con la muñeca y un montón de ropita. En aquella época, la costurera nos hacía la ropita porque no la vendían”.
Para doña Marisya su etapa con Barbie hubiera quedado como un lindo recuerdo de infancia, de no haber sido por su esposo, Roberto Federspiel, uno de los propietarios de tiendas Universal.
Esa unión la introdujo al mundo de la administración de una tienda por departamentos, en específico la sección de juguetería. Gracias a ese trabajo, ha logrado a través de los años una relación muy estrecha con Mattel, firma creadora de la muñeca Barbie.
Cada año viaja principalmente a Estados Unidos a elegir los modelos de muñeca que estarán en las vitrinas de la Universal, convirtiéndola en otro tipo de cazadora de Barbie: aquella que decide cuáles se ofrecerán en el país. “A través de la vida termino con mi esposo en todas las ferias de juguetes del mundo y trabajando de lleno con el área de juguetes y con Barbie. Eso fue a mediados de los años 80”, explica.
Sin embargo, Marisya recuerda que fue su suegro, Hubert Federspiel Kreutzwald, quien merece el mérito de haber traído a la famosa Barbie a Costa Rica.
“Un hombre de una visión de avanzada y con un temperamento de lanzarse y aceptar los cambios y todo lo nuevo, viaja a Nueva York (...). Se encuentra con esta muñeca, que rompía con todos los paradigmas que se habían visto en 1959, en el American New York Toy Fair (Festival Internacional del Juguete en Nueva York)”, explica Marisya.
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“Mi suegro empieza a verla antes de que se vendiera mundialmente, y él se lanza a aceptar la muñeca y Mattel se la entrega. Con mucha visión, importa la muñeca a Costa Rica y se hace un lanzamiento a lo grande en 1959 al mismo tiempo que todo el mundo”, continúa. Es decir, Costa Rica fue de los primeros países que comercializa la muñeca, cuando aún era un proyecto sin rumbo y sin mucho éxito para Mattel.
En aquella época, afirma Marisya, Universal le hizo una vitrina completa en la Avenida Central. Sin embargo, aunque las críticas no se hicieron esperar y fueron grandes, Barbie logró ser un éxito. ¡No podía ser de otra manera! ¡Es Barbie!
Popular y polémica
Para nadie es un secreto que Barbie siempre ha estado envuelta por la polémica: para muchos su imagen superficial y perfecta dista mucho de la realidad, y es un mal ejemplo para las niñas.
Aunque Mattel ha tratado de apaciguar las críticas con muñecas que tengan medidas “más reales” y empoderándo a la muñeca con profesiones de todo tipo, lo cierto es que esta controversia la ha hecho aún más interesante, siendo sus líneas más polémicas las más apetecidas por los coleccionistas.
Por esa razón, hablar con Patricia Hovenga de la historia de Barbie es zambullirse en un mundo de pasión, belleza, diseño y mucha controversia. Ella no tarda en soltar el nombre de la Barbie más buscada por los coleccionistas: la Oreo Fun Barbie, creada en 1997.
Solo imagínese lo que fue crear una muñeca negra solo por el color de una galleta. ¡Las críticas no se hicieron esperar! Mattel la descontinuó de inmediato y los coleccionistas la convirtieron en una pieza de mucho valor. Y ahí está Patricia deseando tenerla en sus vitrinas.
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Sin embargo, no es la Oreo Fun Barbie la que más quiere Hovenga para exhibir en su colección privada: ella anda en busca de la holandesa, en honor a su papá, quien nació en ese país. Aunque su búsqueda ha sido hasta ahora infructuosa, mientras la encuentra ya tiene las muñecas con los trajes alusivos a Tailandia, Egipto, Camboya, Irlanda, Alaska, España, China, Japón, Francia, Canadá y Rusia, entre otras.
Además, dentro de su colección destaca la versión limitada de la Moschino Barbie del 2015, que se hizo famosa mundialmente porque un niño, junto a otras dos niñas, protagonizaron el comercial televisivo.
Según sus cálculos, la muñeca más cara que tiene hasta ahora ronda los $800, y dentro de su colección destacan líneas muy populares como la Peaches n’ Cream Barbie, de 1984, y la Barbie piloto de los años 90 (sí, esa que tiene el pelo corto).
Por su parte, Marisya siempre muestra con orgullo la primera Barbie que salió al mercado en 1959 y ¡de porcelana!; también, tiene dentro de su colección personal una versión única vestida con cristales Swarovski, que se ganó en un evento especial de Mattel en Nueva York y en donde asistieron los hijos de la creadora de Barbie: Ruth Handler.
El conocimiento y la propiedad con la que habla Marisya de la Barbie también sorprende, más si se empieza a ahondar en la relación que ha tenido la muñeca con Costa Rica.
Por ejemplo, afirma que una de las más populares en el país fue la hawaiana, mientras que las más vendidas por tiendas Universal fueron Barbie Rapunzel, en el 2001, y Barbie Cascanueces, en el 2002.
Actualmente, la tienda vende en el país cerca de 100.000 Barbies al año, convirtiéndola en uno de los juguetes más populares de todos los tiempos.
Un éxito sin precedentes que, a pesar de los cambios estéticos que ha sufrido la muñeca, siempre mantiene su esencia. Por eso, no es para nada extraño que tanto la versión de 1959 como la del 2018 se puedan describir con los mismos adjetivos: rubia, exitosa, moderna, plástica y soltera.
Mientras siga viva en las jugueterías, sus diseños se diversifiquen y esté rodeada de polémica, personas como Patricia Hovenga y Marisya Federspiel tendrán más historias que contar de Barbie, y con su afición buscarán la manera de mantenerla presente en sus vidas.