Fue el 1.° de enero del 2019 que Netflix puso en línea, sin mayor fanfarria, la serie Ordenando con Marie Kondo (Tidying Up With Marie Kondo) y desde entonces no es raro toparse en redes sociales a alguien “confesando” que se dejó llevar por sus técnicas de ordenar.
“La fila en la tienda Beacons (de intercambio de ropa) es de UNA HORA solo para dejar la ropa allí. Le echo la culpa a Marie Kondo”, escribió en Twitter la periodista Rachel Syme, del New York Times y la revista New Yorker.
“Doblé toda mi ropa estilo Marie Kondo. Ya estoy satisfecha por el resto del año”, publicó la artista visual costarricense Sara Mata en la misma red social.
El de Marie Kondo no es un fenómeno nuevo. El método “Konmari” llegó a Estados Unidos en el 2014 cuando publicó su primer libro en inglés. A inicios del 2015 apareció en televisión y así sus ideas visitaron miles de hogares estadounidenses. Ahora, la japonesa entra a nuestras casas como una “Mary Poppins moderna”, como la llamó alguna vez la actriz Jamie Lee Curtis.
En cuestión de dos años, su libro The Life-Changing Magic of Tidying Up vendió un millón y medio de copias solo en Estados Unidos. Las reseñas del libro lo describen como una combinación entre autobiografía, su filosofía de vida, consejos para sacar lo innecesario y tips para doblar ropa.
Si le suena aburrido, le confieso que yo pensaba los mismo. Pero es que hay que verla en acción.
Viendo solamente el primer episodio de la serie empecé a pensar en esa gaveta de la casa en la que hay papeles, facturas y recuerdos sin acomodar. También en las cajas llenas con recuerdos de la infancia (desde peluches hasta cartas del retiro espiritual de sexto grado de la escuela). Y, así de fácil, me dio por ordenar.
Ese efecto posiblemente se ha multiplicado en los 190 países en los que se puede ver el contenido de Netflix.
Método
En la serie de Netflix la experta japonesa del orden, de 34 años, hace visitas a casas justo como se hizo famoso el volador personaje de la niñera mágica inglesa. Kondo, más que tratar con los niños, le enseña cosas a los adultos –que, aceptémoslo, tratamos el asunto del orden con el mismo desdén que le teníamos en la infancia–.
Algo así vemos en el primer episodio de la serie, en la que Marie Kondo visita a una familia y les enseña su técnica. Ella dice: “mi misión es despertar felicidad en el mundo por medio de la limpieza”.
¿Suena bien, no? Ahora piense en esa camisa que nunca ha querido botar. Sorpréndase con esa jacket que tenía mucho de no ver. Piense en las decenas de libros o figuras de acción que usted colecciona. Piense en ese jeans que de fijo le va a quedar después de ir al gimnasio.
Marie Kondo nos muestra una realidad humana: acumulamos y desordenamos nuestros espacios más de lo que nos gusta admitir (solo levante la mirada un segundo y de seguro encontrará algo que podría estar más limpio o más organizado).
Lo primero que le pide a los miembros de la familia es que le muestren dónde y cómo guardan las cosas. Lo segundo que les solicita es que “saluden” la casa (ya hablaremos de esto), y lo tercero es apilar toda la ropa en un solo lugar para decidir qué se queda y qué se va.
Aquí empiezan los problemas (y también los memes). La mayoría de las personas se quedan boquiabiertas cuando ven la cantidad de prendas que tienen. Algunas incluso se molestan o se apenan.
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Marie Kondo les sugiere que tomen con sus manos cada una de las prendas y que traten de sentir si la pieza les da felicidad instantánea, como si fuera un toque eléctrico. La ropa que los hace sentir esa buena energía se queda. La que no, no es tirada, tiene que recibir un debido agradecimiento.
“Quizá esta camisa te enseñó a que no te gustaba usar camisas de ese estilo”, dice en un episodio.
La serie ofrece episodios en donde hay distintos niveles de compromiso con el asunto de limpiar, por lo obvio: no todos quieren dejar ir sus pertenencias. Pero su sistema para doblar ropa y sus consejos para qué dejarse son suficientes para ponerse a pensar qué es lo que necesita orden en la casa.
En internet ya la catalogaron como “la enemiga número uno de los libros” por sugerir que es importante hacerse cargo de esas colecciones. Pero ella es clara: hay que quedarse solo con lo que nos da alegría, eso es lo suficiente.
Experta en orden
Las visitas a casas fue como Kondo se hizo famosa en Japón. Durante años fue una asesora que visitaba hogares y les ensañaba su método, para conseguir resultados satisfactorios.
Las listas de espera para que ella visitara una vivienda como asesora eran de unos seis meses hace tres años y nos podemos imaginar que el periodo y los precios para las consultas solo han crecido con el tiempo.
¿Cómo se vuelve uno un experto en el orden? En el caso de Kondo, fue algo de nacimiento.
“Empecé leyendo revistas para amas de casa cuando era una niña. Tenía unos cinco años cuando empecé a leer sobre ordenar y me encantó. Me entrené para atender casas mientras estaba en primaria. La mejor forma de ordenar es concentrarse en las categorías. El mensaje más importante de mi libro es muy simple. La clave para ordenar bien es mantener con nosotros simplemente los objetos que nos dan felicidad”
Durante su época en la escuela, la pequeña Mariko le dijo a sus profesores que no quería encargarse de alimentar la mascota de la clase o de ser la presidente del aula. Ella quería ordenar los libros de la biblioteca. De hecho, se escapaba de las clases de educación física para ordenar los libros y descartar aquellos que ya no servían.
“Un día tuve un ataque de nervios y me desmayé. Estuve inconsciente por dos horas. Cuando desperté, escuché una voz misteriosa, algo así como un dios del orden que me dijo que viera mis pertenencias más de cerca", dijo al diario The Australian.
“Ahí me di cuenta de mi error: solo estaba buscando cosas para tirar. Debía concentrarme en las cosas que quería mantener. Identificar esos objetos que te hacen feliz: ese es el verdadero trabajo del orden”, comentó.
A los 18 años Mariko Kondo entró a la Universidad Cristiana de Japón a estudiar sociología y a los 19 empezó a trabajar como consultora de orden. El resto es historia.
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En su libro, ella señala que la meta de ordenar es transformar la casa en “un espacio sagrado, un lugar con fuerza y energía pura”. Al final todo se trata de mantener los objetos que le dan felicidad a la gente.
“¿Qué pasa si un objeto no me da felicidad pero debo tenerlo?”, le preguntaron una vez en el sitio reddit, utilizando un abrigo de invierno como ejemplo.
“Estos objetos te ayudan en tu día a día. Deberías apreciar cómo están contribuyendo en eso. Cambia la relación que tienes con esos objetos, apreciando los aportes que te dan”, respondió ella.