Basta mencionar la palabra Grammy para que a Eddie Mora se le ilumine la mirada y se le dibuje una sonrisa de orgullo. No es para menos: en su casa, en una esquina de su cuarto, reposa uno de estos premios en forma de gramófono que cuando recibe los rayos del sol, ilumina toda la habitación.
Es una sensación que el compositor y director orquestal no puede explicar. Para hacerlo hay que entender primero el viaje que emprendió en el 2003 con la Orquesta Sinfónica de Heredia y que define como el proyecto de su vida.
Con ese ensamble, Eddie se convirtió en el único tico nominado a un Grammy Latino este 2018. Figuró en la categoría Mejor obra de composición clásica contemporánea por su obra Ofrenda, del disco Ecos del silencio.
No ganó, pero el simple hecho de estar nominado, por primera vez, en los galardones de la Academia Latina de la Grabación con la orquesta de sus amores le deja una gran satisfacción.
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Un año atrás, en el 2017, el desenlace fue diferente. Aquel 16 de noviembre, Eddie estaba en una reunión en el Teatro Nacional cuando una llamada desde Las Vegas lo dejó mudo. Del otro lado del teléfono hablaba el productor Carlos ‘Pipo’ Chaves, para decirle que había ganado el Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum de Música Clásica por el disco Música de compositores costarricenses vol. 2, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN).
“Eso fue un vacío interno, como de emoción, pero el efecto que tuvo el Grammy que ganamos junto con la Orquesta Sinfónica Nacional en la comunidad fue enorme, es algo que no se dimensiona: fuimos mariscales en el Festival de la Luz, nos hicieron un homenaje en el Teatro Nacional, el presidente nos recibió en Casa Presidencial, las felicitaciones iban y venían a los músicos de la orquesta y a mí, pero lo más gratificante fue que la gente lo sintió como suyo”, recuerda.
Para llegar ahí y alcanzar la estatuilla, Mora pasó por un periodo de transición luego de estar nominado por primera vez en el 2014 a un premio de la Academia, en la categoría Mejor Álbum de Música Clásica, por la producción Música de compositores costarricenses vol. 1 (también al lado de la Sinfónica Nacional).
Aunque en esa primera oportunidad ni siquiera esperaba una postulación, el haber competido contra los mejores lo hizo entender que para ganar debía exigirse más y elevar la calidad de sus proyectos. Allí empezó el hambre del Grammy.
“En aquel momento nos vinimos con la idea de que estábamos listos para internacionalizar el trabajo que hacemos y comprendimos que para competir internacionalmente había que pensar internacionalmente, tener la mayor calidad posible en producción, textos, imágenes y difusión. Entonces, comenzamos un proceso de interacción más profunda en este tipo de actividades que están entre lo cultural y lo industrial; y entendimos que definitivamente para que un proyecto tenga el éxito que requiere tiene que ser hecho con muchas manos”, detalla el músico de 53 años.
Artista nato.
Más de 30 años de trayectoria le ayudaron a Eddie Mora a pensar con la cabeza fría sobre ese sueño, aquel que se inició como una ilusión cuando era un violinista de 14 años en el Conservatorio Castella.
Eddie ha estado ligado a la música desde muy joven: su abuelo tocaba el saxofón y su hermano era percusionista; pero su mirada siempre estuvo en el violín.
“Me dejé seducir por el violín y esa forma tan sugestiva. Fue un instrumento que me acompañó durante un importante lapso de mi vida, fue mi llave al mundo, lo conocí en el colegio y de una manera intuitiva fue como comencé en este mundo”, relata.
Sin embargo, para dedicarse a la dirección y composición musical tuvo que enfrentar un lío interno y decidir lo que realmente quería para su carrera artística: ser violinista o estar al frente de una orquesta.
Este año cumplió dos décadas desde que guardó su violín de forma permanente; a cambio ha consolidado una carrera bastante exitosa en Costa Rica y en el extranjero, dirigiendo orquestas en Estados Unidos, Venezuela, Rusia y México; también ha hecho giras a Cuba y a Nicaragua y para el 2019 ya tiene previsto viajar a El Salvador y de nuevo a México.
“Uno debe sentirse satisfecho y contento de lo que va logrando, pero siempre con los pies sobre la tierra, porque el éxito y el fracaso son dos cosas que están muy cerca. Entonces, si le va muy bien, tenga tranquilidad y serenidad; si le va mal, es lo mismo, hay que manejar un sentimiento parecido”, confiesa.
Hoy agradece el momento en el que decidió ir a estudiar al Conservatorio Chaikovski de Moscú, Rusia, país en el que estuvo 10 años y que solo le trajo alegrías. Allí conoció a la pianista Ekaterina Chatski, mujer que hoy es su esposa y madre de su único hijo, Pablo Mora.
Futuro próximo.
¿Considera Eddie Mora que ya tocó el punto más alto en su carrera?
“He estado pensando mucho en eso... Un amigo me decía que en este momento tengo la experiencia, las grabaciones, la obra, puedo comunicarme con la gente y hace 10 años no lo tenía, entonces este es un excelente momento de mi vida musical, tengo más de 75 obras escritas, discos grabados dando vueltas y esto (el premio) está cayendo en el momento justo y creo que he acumulado mucha experiencia, tengo muchos deseos de compartirla y quisiera poder empujar esto mucho más. No sé qué va a pasar más adelante, pero sí sé que en un determinado momento uno tiene que aprender a ceder y a reinventarse y eso es extraordinario para el ser humano, eso para mí ha sido un momento de luminosidad”, explica visiblemente emocionado.
El compositor y director tiene una gran expectativa con los nuevos músicos y su disposición por superar la calidad artística que tienen las orquestas costarricenses actualmente.
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“Esto se está convirtiendo un movimiento. Ya demostramos que no es casual, que no es exclusivo de alguien y yo veo muchas cosas buenas en el futuro. Las nuevas generaciones van a tener un problema porque van a tener que superarnos, no les va a quedar de otra que subirse al tren y empujarlo con más ganas”, dice.
Su tarea será la misma: seguir impulsando a los más jóvenes que llevan la música en la sangre para que cumplan sus sueños, aunque también continuará pensando que si pudiera pedir un deseo, sería que muchos otros ticos se ganen un Grammy.