Para ningún vecino de Chacarita de Puntarenas la noche del jueves fue fácil con las lluvias crecientes y las casas inundadas.
Sin embargo, para Laura Fajardo fue todavía más complicada, pues no solo debía preocuparse por el agua que subía de nivel sino también por su hijo Mervin, de 7 años, que tiene parálisis cerebral profunda y depende de un tanque de oxígeno para respirar.
“Son momento muy difíciles ya que en la casa iba creciendo mucho el agua y nosotros, con el niño se hace más duro, no sabíamos que hacer, pasamos toda la noche con la casa inundada, gracias a Dios nos sacaron en una lanchita”, relató la mujer, vecina de Lindavista.
Fue con esa “lanchita” que los pudieron llevar a una zona segura, lejos de su casa, la mañana de este viernes.
Según recuerda es la primera vez que vive una situación tan grave, aunque ya otros años había pasado congojas por las lluvias.
“El año pasado en la tormenta (Nate) llegó el agua, pero no nos afectó tanto como en esta ocasión. Mi casa se inundó toda y no logramos recuperar nada, hasta la cama de mis bebés todas se llenaron de agua así como todos mis poquitos electrodomésticos”, añadió.
Por el momento, ella y su familia se quedará en la Escuela de Carrizal de Chacarita, que sirve de albergue a por lo menos 358 personas.
A doña Bricila Leal, de 90 años, la salvación no le llegó con una lancha, sino con la pala de tractor. Fue así como la sacaron en su silla de ruedas del barrio inundado.
“Para nosotros es muy difícil esto, es la tercera ves que se nos inunda la casa y yo con mi madre en silla de ruedas es más difícil todo ya que el agua llega para arriba de la cintura, mi madre tiene 90 años, explicó Rosa María Guevara, otra vecina de Lindavista.
Ellas lograron salir con ayuda de trabajadores de la Municipalidad de Puntarenas y Fuerza Pública que llegaron con maquinaria.