En menos de ocho meses que llevamos de este año, tres trabajadores en plena faena al descampado perdieron la vida por efecto de los rayos, el caso más reciente ocurrió en Pavón de Los Chiles el jueves pasado, donde murió Donaldo Altamirano Toruño, de 26 años.
Altamirano era peón agrícola. Un rayo en seco lo mató y al mismo tiempo hirió a otros dos trabajadores que estaban a su lado, en cuenta una mujer. Ambos fueron hospitalizados en el Hospital de Los Chiles.
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En otro accidente muy similar, pero en Cajón de Pérez Zeledón, murió el 8 de mayo Jonathan Rojas López, de 29 años, quien también desarrollaba labores agrícolas en una piñera. En este caso la descarga también afectó a otros compañeros que estaban cerca, los cuales lograron sobrevivir.
La diferencia entre ambos incidentes fue que en Los Chiles la descarga cayó cuando no llovía, anque el suelo estaba húmedo por precipitaciones previas, mientras que en Cajón de Pérez Zeledón el rayo cayó en medio de un aguacero.
En los dos sucesos, los socorristas dijeron que los trabajadores trasladados a centros médicos presentaban dolores en las articulaciones y adormecimientos, luego de la descarga.
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La otra víctima mortal de descargas eléctricas en el transcurso de este año fue Pedro Obando Páez, quien murió el 15 de junio, Día del Padre. El fallecido era guía turístico y estaba en Monteverde de Santa Elena, Puntarenas, con un grupo de visitantes. Dejó una hija de seis años.
Guía turístico no pudo llegar a partido de fútbol porque centella segó su vida
En el poblado de Cabeceras, distrito de Quebrada Grande, en Tilarán de Guanacaste, doña María Páez Hernández, ama de casa, de 59 años, dice que todos los días extraña al menor de sus hijos Pedro Obando, de 31 años.
Pedro era guía turístico de la empresa The Original Canopy Tour. La tarde del 15 de junio estaba con un grupo de foráneos que tenía a su cargo y como comenzaba a llover, procedió a evacuarlos. El quedó de último en la plataforma del canopy y fue alcanzado por un rayo a las 2:58 p. m.
Según su madre, ese día, antes de salir para el trabajo, Pedro se despidió pidiéndole que le alistara el uniforme de su equipo de fútbol porque al volver iba a jugar un partido. “Le encantaba el fútbol, era saprisista y jugaba como delantero en un equipo del pueblo que se llama Los Azules. Siempre iba con Jairo, uno de sus siete hermanos, quien es el portero”, recordó su madre.
“Cuando me dieron la noticia de su muerte, yo no lo creía, dije que eran mentiras. Hasta que llegaron los jefes supe que era cierto. Para una madre es lo más difícil que puede suceder”, afirmó dolida.
Le contaron que tras la descarga su hijo cayó al suelo y, como todavía respiraba, uno de los turistas le dio auxilio, pero entró en paro y ya no se pudo hacer nada.
Pedro estudió hasta sacar el bachillerato en el colegio de Cabeceras y luego estudió inglés en el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA). Tenía siete meses de trabajar en ese canopy y anteriormente lo había hecho en otros. Una de sus metas era irse a Estados Unidos.
Anteriormente había trabajado como guarda de seguridad pero, según su madre, lo que más le gustaba era el turismo.
Añadió que solo con la fortaleza de Dios ha podido sobrellevar el dolor tan grande y que lo recuerda todos los días porque era muy servicial y alegre, además era el que velaba por ella.
Dice que cuando hay tormenta ni siquiera sale de la casa, porque desde que una centella le quitó a su hijo, le tiene horror a la rayería.
Descargas mortales
De acuerdo con el meteorólogo Eladio Solano, del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), las tormentas eléctricas en nuestro país suceden la mayor parte del año en diversos sectores.
Destacó que un rayo alcanza una temperatura de unos 5.000 grados Celsius, similar a la superficie del sol y genera corriente eléctrica que alcanza entre 5.000 y 20.000 amperios.
A manera de ejemplo, afirmó que con solo un amperio una persona podría tener una arritmia cardíaca o un paro mortal.
Por lo anterior, Solano insiste en que desde el momento en que se escucha un trueno, las personas que están trabajando o en labores de entretenimiento al aire libre deben trasladarse a un sitio seco y seguro.
En muchos países las empresas que tienen trabajadores en el campo cuentan con refugios a los que éstos se trasladan mientras pasa la actividad eléctrica.
En nuestro país las cuadrillas del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz usan distintas formas para protegerse de la rayería, dependiendo del área de trabajo y lo que les corresponde hacer.
La herramienta de registro de descargas atmosféricas del ICE les permite estar atentos a las zonas con rayería. En algunos casos inician sus labores más temprano para evitar exponerse en la tarde al riesgo de las tormentas eléctricas.
El ICE también facilita esa tecnología a empresas privadas por un costo anual de $2.500.
Eladio Solano, del IMN, indicó que deben pasar al menos 30 minutos desde que se escucha el último trueno, para poder salir con seguridad de los refugios, viviendas o edificios.
Suelo mojado potencia el efecto
No hace falta que esté lloviendo para que un rayo pueda caer. Cuando se precipitan a tierra en seco traen consigo una onda expansiva, que es como un golpe de aire que a veces toca o derriba a otras personas o animales que estén cerca del punto de descarga, pero generalmente no cobra más vidas que la de la persona que recibe la descarga directa.
Sin embargo, el científico hizo hincapié en que el agua es un excelente conductor de la corriente eléctrica, por lo que si se permanece sobre suelo mojado o hay personas en una piscina, es más propenso que un rayo fulmine a más de uno, pues se facilita el paso de la corriente.
“Si hay gente que está en una cancha mojada, el agua funciona como conductor y eso hace que también haya afectación en las personas que están en los alrededores”, dijo Solano.
Recordó que cuando hay rayería se debe buscar un refugio cerrado y seco.
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La intensidad de las tormentas varía de una época a otra y para que se formen se necesitan condiciones atmosféricas como calentamiento matutino y convergencia de vientos. Eso forma los cumulonimbos o nubes de amplio desarrollo vertical, las cuales alcanzan alturas superiores a los diez kilómetros.
Cuando hay fenómenos como ondas tropicales, sistemas de baja presión o frentes fríos, su disparan las posibilidades de formación de nubes de tormenta y eso magnifica la actividad lluviosa y eléctrica.
Dos años de fuerte rayería
De acuerdo con el coordinador de Descargas Atmosféricas del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), Berny Fallas, hasta el 10 de agosto de este año se registraban 590.115 descargas, mientras que el año pasado para esa misma fecha eran 850.000, siendo dos años sumamente activos.
Las zonas más afectadas normalmente son el sector oeste del Valle Central (La Guácima y Orotina de Alajuela), así como el sector costero de Quepos, Golfito, la península de Osa y la península de Nicoya; sin embargo, recordó que la actividad se da sobre todo el país y también en nuestros mares.
Hasta el 10 de agosto el día con más rayos en este año fue el 20 de junio, con 30.323.
La madrugada de este sábado estuvo caracterizada por rayería constante que fue percibida principalmente por los vecinos del Valle Central, el Caribe y la zona norte, que fueron las zonas más afectadas por un sistema de baja presión que acentuó la actividad eléctrica.