Un total de 15 operarios de construcción entran a las 6 a. m. y salen a las 5 p. m. del volcán Poás para levantar los cinco refugios que constituyen el último requisito para reabrir ese parque nacional, que lleva 15 meses cerrado al público.
Carretillos, piedra, cemento, soldadura, perling, metabos y martillos van de un lado a otro en el mirador principal del cráter.
El volcán humeante, así como la laguna grisácea recién formada por los fuertes aguaceros que han caído en el cráter, no dejan de maravillar a los obreros como Melvin Gómez y Everson Alvarez, que se sienten privilegiados de desarrollar esas obras ahí.
Melvin vive en Varablanca y Everson en Poasito. Ambos habían visto el cráter antes de las erupciones del 13 de abril del 2017, y ahora dicen que les llama la atención el ensanchamiento y la desaparición del domo del coloso que está a 2.708 metros sobre el nivel del mar.
Las precipitaciones fuertes caídas a mediados de julio y que se mantuvieron casi una semana, hicieron que durante algunos días los peones tuvieran que trabajar por horas bajo la lluvia y que otros días no se pudieran completar las jornadas.
A veces, los obreros se exponen ráfagas de viento fuertes. El frío también los obliga a estar en acción constante para no entumirse, pero dicen que eso es parte de su cotidianidad.
En una visita de La Nación al coloso este martes, se vio la presencia de un grupo de expertos y técnicos del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), encabezados por el científico Goeffroy Avard, quienes caminaban hacia el cráter a realizar mediciones de gases en la laguna cratérica.
Acciones mancomunadas
De acuerdo con Mahyar Shirazinia Riggioni, administrador del Parque Nacional Volcán Poás, desde que llegó al cargo, a inicios de julio, se ha mantenido en constantes reuniones con diferentes entidades que serán determinantes en el proceso de reapertura.
Como el tiempo es muy variable en la zona del mirador, no se atreve a poner una fecha ya que los días lluviosos alteran las jornadas en la construcción que comenzó el 9 de julio y estaba proyectada para seis semanas.
Espera que no tengan mayor retraso y puedan reabrir apenas estén las garantías de seguridad mínimas para los visitantes.
El concreto que se usa en los refugios es especial, explicó. Lo llevan listo hasta la zona del mirador en una mezcladora. De igual manera, un camión mediano se encarga de trasladar los materiales que se requieren para las obras.
El Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) tuvo que conseguir unos ¢100 millones con organizaciones como Costa Rica por Siempre y la Fundación para el Desarrollo de la Cordillera Volcánica Central (Fundecor), para acelerar las obras.
LEA MÁS: Volcán Poás tendrá refugios para visitantes en caso de erupción
El Sinac ya adquirió sensores para gases y está en proceso de compra de 200 cascos que deberán portar los turistas, así como casi un centenar de mascarillas que estarán en los refugios por si alguna eventualidad ocurriera durante las visitas.
Con base en los criterios de los vulcanólogos, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) permitió el 13 de febrero de este año la reapertura al público, pero exigió la construcción de los búnkeres o refugios, así como tener rutas claras de evacuación y un mejor manejo de la cantidad de turistas que ingresan.
La búsqueda de dinero para el acatamiento de esas acciones atrasó el proceso, pero para este momento hay avances importantes.
LEA MÁS: CNE avala la apertura del volcán Poás pero con restricciones
La administración coordinó con el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) para recarpetear la ruta de acceso al cráter, que será la única sección del Parque que se abrirá en la primera etapa.
De igual manera, trabaja con la Cruz Roja local, que va a administrar los parqueos. Esa acción permite una simbiosis, ya que facilita la entrada de recursos económicos a la institución de socorro y garantiza la presencia de cruzrojistas en el volcán por cualquier emergencia.
Shirazinia explicó que, paralelamente, se ocupan del programa de cómputo que permitirá ordenar las visitas de los turistas, pues será mediante reservaciones.
Inicialmente solo van a entrar 20 grupos diarios de 50 turistas cada uno, los cuales estarán por 20 minutos en el cráter, de modo que se esperan 1.000 turistas diarios en un horario que posiblemente será de 7 a. m. a 2 p.m.
La idea es que cuando se reabra, todo esté en regla y que guardaparques y visitantes puedan disfrutar del volcán con seguridad.
Si hubiese un turismo masivo como años atrás, cuando llegaban hasta 4.000 turistas un domingo, sería muy difícil una evacuación.
“Ahora habrá cinco refugios que van a estar muy cerca de las zonas más críticas y muy cerca de la zona donde van a estar las personas viendo el cráter, así como uno cerca de los baños, por lo que ante cualquier eventualidad van a estar a solo segundos de los refugios para poder ingresar a ellos, dejar que pase y luego evacuar”, explicó Shirazinia.
Tabla de salvación
Los dueños de restaurantes, cabinas, tiendas de souvenirs, lecherías y fincas de fresas y otros productos, rezan para que se reabra el acceso al Poás lo más pronto posible.
La temporada alta del turismo comienza en setiembre y para ese mes esperan que esté abierto, ya que para muchos es la tabla de salvación.
“Todos tenemos deudas con la Caja (Costarricense de Seguro Social), el municipio y los bancos. De no surgir una reapertura en las próximas semanas tendría que abrir mi negocio solo sábado y domingo”, dijo Lionel Araya, dueño del restaurante La Casona de doña Julia, en Fraijanes.
Araya, presidente de la Cámara de Comercio de la región Volcán Poás, dice que ver el avance de las obras le devuelve la esperanza, aunque admite que la promesa de abrir llevan mucho tiempo.
Su restaurante tiene casi 20 años, y solo cerraron por tres meses cuando ocurrió el terremoto de Cinchona, el 8 de enero del 2009, pues grandes trayectos de vías cercanas quedaron muy afectadas. Esta es la segunda crisis que afrontan, razón por la cual seguirán presionando para que no surjan nuevos retrasos.
Con él coincide Carlos Cordero, dueño del Mirador del Poás, que está a escasos tres kilómetros del coloso.
Dijo que las ventas cayeron en más del 75% en el restaurante y apenas sobreviven con el alquiler de dos cabinas para dos personas, con un costo de ¢20.000 la noche.
No hay motivo de riesgo
Los vulcanólogos del Ovsicori Geoffroy Avard y Eliécer Duarte, señalaron que desde que se dio el aval de apertura, el coloso no muestra cambios y actualmente no existen riesgos.
Según Avard, los niveles de gases emitidos por ese volcán llegan a 300 toneladas diarias, lo cual esta dentro de lo normal ya que las mediciones de otros años como el 2014 eran de 250 toneladas.
Como el viento los dispersa casi siempre en sentido contrario al mirador, no existe mayor compromiso para los visitantes. La mayoría de gases son dióxido de azufre (SO2) y vapor de agua.
Por su parte, Duarte sostuvo que el volcán puede ser visitado de nuevo y entre los principales cambios que los visitantes pueden ver está el pulso que se desarrolla entre el calor del cráter y el agua de lluvia.
Se ha formado una laguna y a veces se ven en ella borbollones de tipo géiser que se levantan más de lo común cuando les cae agua, todo dentro de la normalidad de un cráter activo.
“Eso se seguirá dando hasta que haya un balance en la laguna. Uno espera que se igualen las fuerzas y comience a levantar el nivel del agua”, acotó.
Ese lago cratérico puede llegar a un diámetro de unos 360 metros, con características menos ovaladas que cuando existía el domo y su eje más ancho es de norte a sur, a diferencia de la vieja laguna que era más ancha de este a oeste, puntualizó.